José Luis Munilla: “Ser provincial de una congregación hoy es un reto”

Hablamos con el superior provincial de España de los Dehonianos

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José Luis Munilla: “Ser provincial de una congregación hoy es un reto” [extracto]

FRAN OTERO. FOTOS: LUIS MEDINA. | Este mes de julio, José Luis Munilla comienza su tarea como superior provincial de España de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, más conocidos como dehonianos, después de que el superior general de la congregación le nombrase el pasado mes de mayo a instancias de la propia provincia, que fue consultada previamente. Y lo hace con un Capítulo Provincial en el que abordarán temas como el seguimiento, las vocaciones y las estructuras. Nos recibe en la sede madrileña del ESIC, una de las obras más conocidas de los dehonianos.

P: ¿Le sorprendió su elección?

R: Fue una sorpresa que la provincia pensase en mí. Lo acepté, porque es lo que la provincia quiere para mí y porque creo que puedo aportar algo. Me lo tomo como un reto, porque ser provincial de una congregación religiosa hoy es un reto, un desafío muy bonito porque estamos en un momento crucial para la sociedad, para la Iglesia y para la Vida Religiosa.

P: ¿Cuáles van a ser sus prioridades?

R: Aquí no hay programa electoral, pues a uno le han elegido sin presentarse. Hoy se habla mucho de crisis. Quisiera verla como una oportunidad para avanzar y para mejorar. Una oportunidad para retomar lo que hemos dejado, no para volver a lo que teníamos. En la Iglesia, y en ella se incluye a la Vida Religiosa, hemos perdido el Evangelio, el sentido primero que nos entusiasmó para seguir al Señor. En este sentido, creo que hay que hacer muchas cosas nuevas, y hacerlas nuevas significa dirigir nuestra mirada al Evangelio.
 

Ilusión y esperanza

P: ¿Es optimista?

R: Veo con mucha ilusión y esperanza este período en el que me va a tocar animar a la provincia para que se purifique. Estoy convencido de que hacemos muchas cosas bien, pero podemos mejorar, las podemos hacer de modo que respondan más a lo que somos.

P: Por sus obras –centros universitarios, escuelas, residencias…– están cerca de los jóvenes. ¿Cómo abordan la pastoral con ellos?

R: Tratamos de ofrecer algo que conecte con el mundo juvenil, de acercarnos a ellos desde lo que viven. Ahí están iniciativas como MasterLent o WiFe, que han conectado muy bien con los jóvenes, que les lleva a descubrir la misión, lo que Dios quiere o para qué les llama.

P: A veces se habla de una juventud poco comprometida, ¿es así?

R: Para nada. Los jóvenes de hoy no son pasotas, todo lo contrario. Tienen hambre de descubrir algo distinto de lo que hasta ahora les hemos ofrecido. No les hemos dado respuestas ni socialmente, ni políticamente ni eclesialmente. Es cierto que se ha perdido el sentido de trascendencia, pero no quiere decir que no haya necesidad de ella. Tenemos que ayudar a los jóvenes a descubrir ese Dios que no impone nada, sino que da libertad. Los jóvenes, y lo estamos viendo con el papa Francisco, está buscando más autenticidad, más coherencia. A veces, se han desenganchado porque no hemos sido un buen testimonio, porque hemos sido un contrasentido por nuestro acomodamiento, por nuestro apego a las estructuras o por nuestro vivir de una forma que no es evangélica. Con el Papa, hay una vuelta a descubrir lo sencillo, lo fundamental.

P: ¿Le preocupa la falta de vocaciones?

R: Siempre nos ha preocupado; no porque tuviéramos necesidad de más gente, que también, sino porque llevamos algo bueno, algo que podemos ofrecer a todos para que cada uno encuentre su vocación, a la que Dios le llama. Siempre hemos trabajado por las vocaciones desde nuestros seminarios sin tener en cuenta el destino –la Iglesia diocesana, nuestra congregación, la familia…– y nuestro objetivo ha sido que cada persona descubra el valor de seguir a Jesús.

Hoy, la crisis de vocaciones es para todos, hay inquietud e interrogantes. Nos lo merecíamos. Necesitamos purificar muchas cosas, convertirnos mucho más, ser más coherentes, más significativos y mostrar aquello que llevamos entre manos, la Buena Noticia de Dios.

P: Un impulso que puede venir del papa Francisco y la convocatoria del Año de la Vida Religiosa, ¿no?

R: El Papa nos está ayudando a volver a lo que tenemos que ser. Está siendo muy claro con la Iglesia, especialmente con aquellos que tenemos una vocación especial para seguir al Señor. Nos está vapuleando con sus palabras y gestos. La Vida Religiosa es un gran enriquecimiento para la Iglesia y para la humanidad. No va a desaparecer, pero tiene que cambiar. Ante el año dedicado a la Vida Religiosa, tenemos muchas expectativas. De nuestro capítulo vamos a salir con los oídos y los ojos muy abiertos.

En el nº 2.900 de Vida Nueva

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