Agostino Marchetto: “El Concilio es el acontecimiento más importante de la Iglesia en el siglo XX”

Entrevista con Agostino Marchetto, el mejor hermeneuta del Vaticano II según el Papa

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“El Concilio es el acontecimiento más importante de la Iglesia en el siglo XX” [ver extracto]

DARÍO MENOR (ROMA). FOTOS: CNS. | El arzobispo italiano Agostino Marchetto (Vicenza, 1940) es “el mejor hermeneuta del Concilio Vaticano II”. El apelativo es de Francisco: se lo puso por escrito en una carta fechada el 7 de octubre y hecha pública a petición del Papa el 12 de noviembre, cuando el secretario emérito del Pontificio Consejo para los Migrantes presentó el libro Primato pontificio ed episcopato. Dal primo millennio al Concilio ecumenico Vaticano II – Studi in onore dell’arcivescovo Agostino Marchetto (LEV, 2013).

Marchetto es autor de varios libros sobre este tema, uno en español, El Concilio Ecuménico Vaticano II. Contrapunto para su historia (Edicep, 2008).

P: En la carta, Francisco le agradeció de corazón que usted corrigiese “algún error o imprecisión de mi parte” referente al Concilio Vaticano II. ¿A qué se refería?

R: El día antes de participar en la presentación del libro, fui a darle un ejemplar al Papa. Hablamos de varias cosas, entre ellas de la carta que me había enviado.

Esta se refiere a otra que yo le había mandado y en la que, humildemente, le decía que había encontrado algunas imperfecciones en su entrevista con las revistas de los jesuitas [ver ejemplar original de La Civiltá Cattolica con la entrevista].

Entonces me pidió que leyera su carta en público, subrayando que debía leerlo todo. Nos dice mucho de la humildad y la capacidad de la persona, que no habla siempre ex cátedra. La cuestión era que durante la entrevista habló de la hermenéutica de la continuidad y de la discontinuidad. No es la formulación más feliz.

P: ¿Cuál prefiere usted?

R: No hay que subrayar el aspecto continuidad o discontinuidad, sino que haya una ruptura. No se puede decir que tras el Concilio Vaticano II hay una ruptura en la historia de la Iglesia. No nace una nueva Iglesia católica. No puede aceptarse desde un punto de vista histórico ni teológico.

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P: Con la interpretación del Vaticano II en sí también hay visiones contrapuestas. Una es si su mayor importancia radica en el propio hecho del Concilio o en los documentos que salieron de él. ¿Derivan estas divergencias de la visión de ruptura contra continuidad?

R: Seguramente están ligadas a la cuestión de la ruptura. Son teorías que lo consideran un evento, lo que implica una ruptura desde el punto de vista historiográfico, según la tendencia que impera a partir de mediados del siglo pasado.

Bajo mi punto de vista, es mejor considerarlo un acontecimiento. Es, en cualquier caso, el más importante hecho de la Iglesia en el siglo pasado. El general De Gaulle decía incluso que era el más importante acontecimiento de la historia misma, no solo de la historia de la Iglesia. Esa era su opinión. Para mí es importante subrayar el hecho del Concilio, pero son fundamentales los documentos, acordados por los padres conciliares y aprobados luego por el Santo Padre.

P: ¿De dónde viene su amistad con el Papa?

R: Antes de ser elegido, Jorge Mario Bergoglio se hospedaba cuando venía a Roma en la residencia para sacerdotes donde yo vivo desde 1994. A él, generalmente, le daban la habitación 203. Yo vivo en la 204.

Cuando venía, nos encontrábamos y hablábamos. Yo le tenía en gran estima, por ser una persona de gran valor, muy preparada. Lo veía como un apóstol, un pastor e intelectualmente muy preparado. Entonces yo le contaba lo que iba estudiando sobre el Concilio y él me enviaba sus intervenciones y predicaciones sobre este y otros temas.

Además, cuando fue presidente del Episcopado argentino, me invitó a participar en un encuentro sobre la pastoral de la movilidad humana, de la que yo me ocupaba. También participé en la Conferencia de Aparecida, donde tuve la oportunidad de ver cómo trabajaba y cuánto se le estimaba.
 

Fidelidad y renovación

P: ¿Cuál es, a su juicio, el gran legado del Concilio? ¿Cómo sería hoy la Iglesia si no se hubiera celebrado?

R: Es lo más importante que ha hecho la Iglesia en el siglo pasado para ponerse al día. Algo maravilloso. Si no lo hubiesen realizado, no sé cómo nos encontraríamos frente a los desafíos del mundo de hoy y de la misma Iglesia. Fue capaz de lograr que permaneciéramos fieles al tesoro que recibimos, Jesucristo, y a toda la historia, al tiempo que lográbamos renovarnos.

Por eso me parece que fue algo tan importante. Durante el Concilio participó como observador un gran teólogo protestante, quien dijo que ellos debían tener cuidado para no perder el tesoro que los católicos habían sabido conservar con esta combinación a la que me refería.

El cuidado del tesoro que es Jesús y la Tradición son tan importantes como la adaptación al mundo de hoy. No estamos fuera del mundo. Decía Pablo VI que el mundo se puede salvar cuando estamos dentro de él. Es el misterio de la encarnación de Jesucristo.

P: En el ambiente de cambios en que se encuentra hoy la Iglesia, ¿podría plantearse la convocatoria de un nuevo concilio?

R: Es una antigua cuestión que lleva mucho tiempo en el aire. El mismo cardenal Martini, que comenzó a lanzar la idea, luego dio marcha atrás. Mi opinión es que sería difícil tener teólogos como los de hace 50 años. Además, ¿cómo vamos a hacer un Vaticano III si no hemos aplicado aún del todo el Vaticano II?

Se pueden hacer tantas cosas para responder a las nuevas necesidades, como la nueva metodología del Sínodo. Son aspectos que cada papa ve cómo lo hace, teniendo en cuenta la estructura fundamental de la Iglesia, que no depende de nosotros. Yo no veo esta posibilidad de un nuevo concilio y tampoco creo que el Papa la considere.

La Iglesia ha ido evolucionando: hay elementos que se han reducido y otros que se han dilatado. Hay elementos que pueden hacerse de manera diferente, pero siempre teniendo en cuenta la estructura fundamental. La estructura jerárquica al máximo nivel son el papado y el episcopado. Esto es de institución divina. Las otras figuras no tienen esa característica. De hecho, vemos que ha ido evolucionado el propio ejercicio del primado.

P: ¿Por qué, tras medio siglo, el Vaticano II no se ha desarrollado totalmente?

R: Quien conoce la historia de los concilios no se maravilla. Es una historia que no va al ritmo de nuestra historia. Tiene un tiempo de incubación.

P: ¿Tiempos geológicos?

R: No voy a atreverme a decir esto, porque no sería justo, pero, de hecho, la realización y la acogida de los concilios tienen sus dificultades y exigen sus tiempos.

P: ¿Cuánto tarda en desarrollarse, madurar y caducar un concilio?

R: En la historia de la Iglesia tenemos 21 concilios ecuménicos. El movimiento del mundo de hoy es tan rápido que no creo que esperemos cien años para ver uno nuevo.

Hoy hay unos cinco mil obispos. Habría que ver cómo estudiar y cómo organizar el encuentro, teniendo en cuenta los medios de comunicación actuales. Lo pensará en su momento quien deba hacerlo. Pero el deseo de dar respuesta a los signos de los tiempos, que también cambian, no va a permitir una espera muy larga.

Habrá una respuesta con este acontecimiento tan significativo de expresión de la catolicidad de la Iglesia que es un concilio ecuménico.

P: ¿Con qué texto se queda de todos los emanados del Concilio Vaticano II?

R: Con las cuatro constituciones, que son sus pilares. Deberían ser estudiadas con mayor atención. Son realidades que todos los católicos deben procurar conocer.

En el nº 2.900 de Vida Nueva

 

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