¿Una amnistía para frenar la sangría en Nigeria?

La Iglesia apoya la oferta del Gobierno a los islamistas de Boko Haram que dejen las armas

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Al cumplirse dos meses del secuestro de las 220 alumnas de un internado en Chibok (VN, nº 2.893) y, conscientes de la gravedad de un conflicto que –según datos de Amnistía Internacional– ya registra cerca de 2.000 muertos en los enfrentamientos entre las fuerzas militares y los islamistas solo en lo que va de año, la Iglesia de Nigeria valora positivamente la oferta del presidente, Goodluck Jonathan, a los miembros de la secta islamista Boko Haram de otorgarles una amnistía a cambio de que abandonen definitivamente la lucha armada.

En este sentido se ha manifestado el arzobispo de Abuja, el cardenal John Olorunfemi Onaiyekan, quien ha dirigido un mensaje especial a todos los ciudadanos. Recogido por la agencia Fides, el purpurado se refiere así a esta posibilidad en su comunicado:

A pesar de que el trabajo del Gobierno es garantizar la justicia y el orden, lo que comporta el castigo de los criminales, esto no impide que la oferta de indulto y la amnistía (…), en ciertas ocasiones, sea un riesgo calculado para lograr el objetivo más alto de paz y reconciliación.

Sin embargo, Onaiyekan insiste en que “debe quedar claro para todos que no se trata de conferir dignidad a la impunidad o de crear un precedente para chantajear en el futuro al Gobierno con la violencia”. Es decir, que, a su juicio, la oferta solo debería ser válida para aquellos miembros de Boko Haram que se retracten sinceramente de sus acciones y quieran modificar radicalmente su estilo de vida:

La motivación debe ser la búsqueda de la paz y la reconciliación con aquellas personas que admitan que se equivocaron y afirmen que están dispuestos a arrepentirse. Por ello no es suficiente con deponer las armas. También deben realizar un cambio sincero de corazón.

Aparte de este mensaje personal del cardenal de Abuja y con el fin de poner algo de luz en medio de un contexto tan azotado por la violencia con fines religiosos –y políticos, pues la región del noroeste, donde se hace fuerte Boko Haram, es una zona rural y desabastecida por las estructuras estatales–, todo el Episcopado ha hecho pública la declaración La religión y el Estado en Nigeria.

La misma, publicada el pasado 11 de junio, pretende evitar confusiones y generalizaciones, por lo que emplea un lenguaje claro y directo:

La religión es una potente fuerza social, pero se puede utilizar para bien o para mal. El papel que el sistema político asigna a la religión tiene mucho que ver con el impacto que puede tener en la nación, para bien o para mal.

Partiendo de esta base, los obispos especifican:

Nuestro problema parece ser cómo hacer para conciliar los dos principios, aparentemente contradictorios, inscritos en el artículo 10 de nuestra Constitución. Es decir, que a) Nigeria es una nación bajo un solo Dios; y b) que no habrá religión de Estado en Nigeria, tanto a nivel federal como de cada estado individual.

De este modo, los prelados denuncian la ilegalidad y la ilegitimidad por la que se ha adoptado el islam como religión imperante en algunas partes del norte del país. Así, aunque reconocen que esto no se ha hecho de un modo oficial, sí lo perciben a través de las políticas lideradas por determinados ejecutivos regionales, que generan de este modo una discriminación hacia el resto de confesiones.
 

Trabas a los cristianos

Respecto a las trabas legales que denuncian que padecen los cristianos en el norte (en el sur de Nigeria estos suponen la mayoría social), los pastores explican que conocen muchos casos en los que estas se han dado en situaciones tan diversas como la adquisición de terrenos para la construcción de lugares de culto o la falta de patrocinio de las peregrinaciones, tanto por el Gobierno federal como por varios locales.

A un nivel más profundo, cada vez es más patente la división entre el norte y el sur del país.

Para ello, baste el último ejemplo, registrado el 17 de junio, cuando fuerzas militares interceptaron hasta 33 autobuses en los que viajaban un total de 486 personas provenientes de la región septentrional. Tal y como informa el diario local The Punch, todos fueron detenidos como sospechosos de pertenecer a Boko Haram porque ninguno supo especificar el lugar exacto al que se dirigían.

En el nº 2.899 de Vida Nueva

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