Francisco considera la plena unidad de los cristianos “un libre don de Dios”

Gran sintonía en el encuentro entre el Papa y Justin Welby, primado anglicano

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Francisco considera que la plena unidad de los cristianos será “un libre don de Dios” [ver extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | El papa Francisco y el primado anglicano, Justin Welby, iniciaron su alto ministerio casi al mismo tiempo. En efecto, Jorge Mario Bergoglio abrió su oficio como obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal con una misa celebrada el 19 de marzo de 2013; por su parte, el arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana fue solemnemente entronizado el 21 de marzo del mismo año, después de haber sido elegido meses antes como sucesor de Rowan Williams.

El 14 de junio del 2013, Justin Welby, acompañado de su esposa, realizó su primera visita oficial al Santo Padre. Ahora, justamente casi un año después, la más alta autoridad de la Iglesia anglicana (que cuenta con unos 70 millones de fieles esparcidos por todo el mundo) ha vuelto a cruzar el portone di bronzo, este lunes 16 de junio, para reunirse de nuevo con el papa Francisco, con el que comparte multitud de opiniones y puntos de vista sobre algunos de los problemas que afectan al mundo actual.

El arzobispo Welby fue recibido en el Vaticano con todos los honores. Le acompañaban el obispo anglicano de Lambeth, Nigel Stock, y los cardenales Vincent Nichols, arzobispo católico de Westminster, y Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. Una vez llegados a la biblioteca privada del Papa, este salió a su encuentro y ambos se estrecharon en un fraternal abrazo. Ya solos, mantuvieron un encuentro que se prolongó durante una buena media hora.

Finalizada la entrevista, entraron en la biblioteca los miembros del séquito y tomó la palabra Welby, que manifestó su alegría por la creación del Global Freedom Network (Red Global por la Libertad), la alianza operativa que, desde el 17 de marzo, une a católicos, anglicanos y musulmanes contra la esclavitud y el tráfico de seres humanos, que afectan a unos 30 millones de personas. Aseguró Welby:

Justin Welby con el club vaticano de cricket.

Justin Welby con el club vaticano de cricket.

El GFN puede hacer mucho para desmantelar algo que constituye un crimen que todos debemos vencer con urgencia, porque afecta a la dignidad humana, a la libertad y a la integridad de la vida. Que Dios nos conceda la determinación y la cooperación, de las que tenemos tanta necesidad.

El primado anglicano agradeció después al Papa:

El importante testimonio de su solicitud por los pobres y los que sufren, y su pasión por la reconciliación, como ha demostrado en su reciente visita a Tierra Santa. Estas oraciones son urgentes y vitales para muchos países. Espero y rezo para que nuestra colaboración pueda llevarnos a desafiar de modo eficaz la indecible catástrofe de las guerras y de los conflictos civiles.

El discurso con el que el obispo de Roma contestó a su ilustre huésped abordó, en primer lugar, el tema de la unidad de los cristianos:

La plena unidad puede parecer un objetivo lejano, pero sigue siendo siempre la meta hacia la que orientamos todos los pasos del camino ecuménico que estamos recorriendo juntos. (…) Nuestro progreso hacia la plena comunión no será sencillamente el resultado de nuestras acciones humanas, sino un libre don de Dios. El Espíritu Santo nos da la fuerza de no desanimarnos y nos invita a confiarnos con total confianza a su potente acción.

 

La plaga del tráfico humano

En la segunda parte de su alocución, Bergoglio recordó que, en su primer encuentro con el arzobispo de Canterbury, habían compartido dolores y preocupaciones por los males que afligen a la familia humana. Recalcó:

En concreto, manifestamos el mismo horror ante la plaga del tráfico de seres humanos y las diversas formas de la esclavitud moderna. Agradezco a Vuestra Gracia su compromiso para oponerse a tan intolerable crimen contra la dignidad humana. (…) Nos comprometemos a perseverar en la lucha contra las nuevas formas de esclavitud, confiando en poder contribuir a aliviar a la víctimas y contrarrestar este trágico comercio.

Finalizó el Papa con una frase en inglés, precedida por esta pregunta: “No olviden las tres P”. “¿Cuáles?”, le cuestionó sorprendido Welby. A lo que Francisco contestó presto: “Prayer, peace and powerty” (“plegaria, paz y pobreza”). “Tenemos que caminar juntos”, concluyó. Frase que repitió con firmeza Welby. Finalizada la ceremonia con un intercambio de regalos, ambas personalidades se dirigieron a la Capilla de Urbano VIII, donde se detuvieron en un rato de silenciosa oración.

El Papa saluda a Peter Turkson.

El Papa saluda a Peter Turkson.

Esa misma mañana, el Pontífice tuvo ocasión de desarrollar con mayor amplitud sus ideas sobre estos problemas del mundo actual, dirigiendo la palabra a los participantes en un congreso organizado por la Pontificia Comisión Justicia y Paz, que preside el cardenal Peter K. Turkson.

El tema del mismo era Inversiones con impacto sobre los pobres. Les dijo Francisco a los expertos, que le escuchaban en la Sala Clementina:

Es importante que la ética reencuentre su espacio en las finanzas y que los mercados se pongan al servicio de los intereses de los pueblos y del bien común. No podemos tolerar por más tiempo que los mercados financieros gobiernen la suerte de los pueblos, en vez de servir a sus necesidades, o que unos pocos prosperen recurriendo a la especulación financiera, mientras otros sufren de forma muy pesada sus consecuencias.

Un poco más adelante, volvió sobre uno de los temas que más le interesan y reconoció:

La innovación tecnológica ha aumentado la velocidad de las transacciones financieras, pero dicho aumento solo tiene sentido si se demuestra capaz de mejorar el servicio al bien común. En concreto, la especulación sobre los precios de los alimentos es un escándalo que tiene graves consecuencias en el acceso a los alimentos de los más pobres. Es urgente que los gobiernos de todo el mundo se empeñen en desarrollar un marco internacional capaz de promover las inversiones con alto impacto social para contrarrestar la economía de la exclusión y del descarte.

Siempre dentro de estas claves de su pontificado, Francisco visitó el domingo por la tarde la sede de la Comunidad de Sant’Egidio, en el popularísimo barrio romano del Trastévere.

A las puertas de Santa María del Trastévere con Andrea Riccardi (dcha).

A las puertas de Santa María del Trastévere con Andrea Riccardi (dcha).

La bellísima iglesia de Santa María resultó insuficiente para acoger a los centenares de miembros de esta singular institución religiosa, compuesta por personas ancianas, desvalidas, emigrantes y prófugos que reciben asistencia por parte de sus miembros.

Le acompañaba Andrea Riccardi, uno de los fundadores de la comunidad hace ahora 45 años, quien, en su alocución introductoria, recorrió las etapas históricas de esta singular experiencia eclesial, que llevó a un grupo de universitarios romanos a comprometerse hasta el fondo en la ayuda a los desheredados y en la construcción de la paz.

Luego se sucedieron en el uso de la palabra el arzobispo siro-ortodoxo de Damasco, Dionisius Jean Kawak, que ilustró a todos los presentes sobre el drama de su país, y una serie de protagonistas de dramas humanos, como el afgano Dawood Youssef, que conmovió al auditorio con la narración del éxodo desde su país natal hasta Italia, atravesando a pie Irán, Turquía y Grecia, esta última etapa oculto bajo la ruedas de un camión.
 

“Europa está cansada”

El papa Francisco sabía que los que le escuchaban en el templo compartían sus ideas, pero no se ahorró exponer con fuerza algunas de las principales:

Hoy hablo de Europa. Europa está cansada. Tenemos que ayudarla a rejuvenecer, a encontrar sus raíces. Es verdad: ha renegado de sus raíces. Es verdad, pero tenemos que ayudarla a reencontrarlas. Se empieza a cambiar la sociedad partiendo de los pobres y de los ancianos. (…) Hoy, por desgracia, una economía especulativa les hace cada vez más pobres, privándoles de lo esencial, como la casa y el trabajo. ¡Es inaceptable! El que vive la solidaridad no lo acepta y actúa. Y esta palabra, ‘solidaridad’, tantos quieren borrarla del diccionario porque, para una cierta cultura, le parece una palabrota. ¡No! Es cristiana la palabra ‘solidaridad’. Y por eso sois la familia de los que no tienen casa, amigos de los que sufren alguna discapacidad, que expresan (si son amados) tanta humanidad. Veo aquí también a muchos ‘nuevos europeos’, emigrantes que han llegado después de viajes dolorosos y arriesgados. La Comunidad de Sant’Egidio los acoge con premura y muestra que el extranjero es un hermano nuestro, al que tenemos que conocer y ayudar. Y esto nos rejuvenece.

El auditorio se había “enriquecido” con la presencia de algunos cardenales cercanos a la comunidad de Sant’Egidio, como Roger Etchegaray, presidente emérito de Justicia y Paz; Antonio Maria Veglió, presidente del Pontificio Consejo para los Emigrantes; o Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia.

A todos les saludó con afecto el Papa, que había tardado casi media hora en recorrer el breve trayecto que une las plazas de San Calixto y de Santa María, convertidas en un mar de manos alzadas hacia él, en una continua aclamación.

Con la lentitud que sabe dedicar a quienes siente más necesitados de su afecto, Bergoglio estrechó manos, besó, acarició, recibió cartas y mensajes, y escuchó su nombre incesantemente repetido por quienes querían llamar su atención o al menos acaparar su mirada. Ni la lluvia logró cortar esa comunicación del pastor con sus ovejas.

Por la mañana, a la hora del Angelus, el Pontífice argentino anunció que viajará a Albania el 21 de septiembre. Será una visita a la capital, Tirana, cuyo objetivo es “confirmar en la fe a la Iglesia de Albania y testimoniar mi estímulo y amor por un país que ha sufrido durante mucho tiempo las consecuencias de las ideologías del pasado”.

Bergoglio será el segundo papa que viaje a esta nación tan cercana a Italia; el primero, en 1993, fue san Juan Pablo II, que permaneció apenas 24 horas con el intento de poner en pie una Iglesia que había sufrido una cruel persecución en tiempos del enloquecido dictador Enver Hoxha.

En el nº 2.899 de Vida Nueva

  • Alocución del Papa al arzobispo Welby: “Luchemos contra la esclavitud”:

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  • Encuentro de Francisco con la comunidad de San Egidio:

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