Libros

Relectura de una obra maestra


En ‘El revés de la trama’ Javier Morales revisita la novela clásica de Francis Scott Fitzgerald El gran Gatsby (Alfaguara, 1992).

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Título: El gran Gatsby
Autor: Francis Scott Fitzgerald
Editorial: Alfaguara, 1992
Ciudad: Madrid
Páginas: 232

JAVIER MORALES | Con los años uno se vuelve más relector que lector. En mi caso, cada cierto tiempo releo El gran Gatsby, considerada por The Library of America (LOA) como una de las novelas en inglés más importantes de todos los tiempos. A veces me lleva a ella la propia inercia lectora, otras acudo “obligado” (ojalá todas las obligaciones fueran así) por motivos profesionales. La “culpable” de mi última incursión en esta obra maestra fue La parte inventada (Mondadori, 2013), de Rodrigo Fresán.

En esta ambiciosa novela, el escritor argentino se vale de la metaliteratura para hablar de sí mismo. Al fin y al cabo, Fresán ni siquiera recuerda cuándo empezó a leer, porque siempre vivió rodeado de libros y de escritores. En La parte inventada rinde homenaje a otra de las grandes obras de Fitzgerald, Suave es la noche.

Dice así:

El gran Gatsby es una novela perfecta, pero con el tiempo he descubierto que Suave es la noche es perfecta en su imperfección.

Aunque había leído ambas obras en varias ocasiones, elegí una de las dos y me sumergí de nuevo en El gran Gatsby. Me dejó el mismo regusto de siempre. Uno puede entender el mundo en el que vivimos después de leerla, aunque casi hayan pasado cien años desde su publicación, en 1925. Fitzgerald describió como nadie una época, los años 20, no tanto en el detalle, a la manera de los maestros realistas del XIX, sino en el espíritu: la avidez de dinero fácil, la pérdida de valores, el abismo entre las clases sociales, la lealtad, la frivolidad, la condena de vivir en el presente son atributo de un momento de la historia que bien podría ser la nuestra. Fitzgerald es un escritor capaz de sacar agua de un pozo sin necesidad de excavar. Su exquisita prosa, como un rayo de sol que se adentrase en medio de una tormenta, toca a sus personajes y nos devuelve su alma en un claroscuro que nos enfrenta a nosotros mismos.

Un valor seguro.

Los clásicos nunca defraudan.

En el nº 2.897 de Vida Nueva

Actualizado
06/06/2014 | 07:00
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