Se destensan las relaciones Iglesia-Estado en Nicaragua

Después de siete años en el poder, Daniel Ortega se reúne al fin con los obispos

Daniel Ortega, referente del sandinismo.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Siete años después de alcanzar la presidencia, Daniel Ortega aceptó mantener su primera reunión con los obispos de Nicaragua.

Además de suponer un primer paso hacia un clima de mayor distensión, la cumbre (celebrada el 21 de mayo en la nunciatura apostólica, en Managua) simboliza la superación de la última crisis entre la Iglesia y el Ejecutivo, desatada en diciembre (VN, nº 2.874), cuando los prelados rechazaron la intención de Ortega de reformar la Constitución para aumentar sus facultades de gobierno y poder presentarse indefinidamente a la reelección presidencial.

Aunque el presidente ha sacado adelante su reforma, validada en enero por la mayoría sandinista en la Asamblea Nacional, este ha querido buscar ahora un acercamiento. Igualmente, los obispos, cuyas cartas públicas siempre muestran un completo diagnóstico de la realidad nacional, no han dejado pasar la oportunidad y, tras cuatro horas de reunión, le ofrecieron a Ortega el mensaje En búsqueda de nuevos horizontes para una Nicaragua mejor [ver íntegra].

En él, los prelados se felicitan de que haya “acogido con mucho interés y respeto” su misiva, que representa una guía de los retos pendientes del país. En primer lugar, abordan la situación de la familia, donde ven luces y sombras:

Reconocemos los esfuerzos hechos por manifestar en los foros internacionales el respeto a la vida del no nacido y reconocer como ‘matrimonio’, en sentido estricto, la unión que proviene del hombre y la mujer. Sin embargo, es motivo de mucha preocupación el Código de la Familia, que creemos que amerita ser discutido con más profundidad por los diversos sectores de la sociedad.

Este documento, que consta de 647 artículos y que está en fase de validación por el Parlamento, contiene aspectos que han despertado un fuerte debate, como la pretensión de fijar la paridad en los ejecutivos municipales o la negativa a reconocer como unidad familiar a las madres solteras, que podrían perder a sus hijos.

Igualmente, claman contra la “mentalidad machista”; un “vergonzoso fenómeno social”, entienden, que solo se combatiría mediante una “educación integral”. Además, el Episcopado se muestra muy preocupado por la acción de los “gabinetes de la familia”, algunos de los cuales han mostrado una clara “fiscalización” en la vida privada de las personas. Por ejemplo, en casos como estos:

Tenemos conocimiento de que se esteriliza a las mujeres de modo forzado en algunos centros de salud y se venden anticonceptivos abortivos. Sobre todo en la zona rural, esto se ha vuelto muy recurrente.

A nivel social, pese a reconocer los esfuerzos por erradicar la pobreza, comprueban cómo impera la “cultura del descarte”:

Gran parte de nuestra población vive en la miseria, el desempleo es alarmante, el costo de la vida y la pobreza crecen continuamente; mientras que, al mismo tiempo, como ha ocurrido siempre en este país, unos pocos individuos y grupos de poder siguen enriqueciéndose sin medida.

 

Graves deficiencias

En cuanto a los ámbitos más preocupantes, destacan el de la salud, con “la generalizada falta de atención médica de calidad y la ausencia de medicamentos adecuados”; el carcelario, donde prolifera un “alarmante y peligroso hacinamiento” en los penales, en varios de los cuales se da “un trato inhumano, cruel y degradante”; el formativo, que hace ver la necesidad de la “educación en la excelencia” y eliminar el “adoctrinamiento ideológico”; o el migratorio, donde se registra un aumento de personas que caen “en manos del crimen organizado y el turismo sexual”.

Frente a ello, proponen un plan nacional de derechos humanos que combata la violencia, asegure la libertad de expresión y reconozca la necesidad de defender el medio ambiente. Atención especial reclama el problema de la minería a cielo abierto, en el que varias empresas, apoyadas por las autoridades, desarrollan una acción “depredadora” contra comunidades indígenas.
 

Le piden su palabra de honor

Junto a su diagnóstico, el Episcopado nicaragüense concluye que es “urgente” el “fortalecimiento de las instituciones”, que solo se logrará combatiendo la corrupción, respetando la legalidad y propiciando la separación de poderes. Lo que conlleva un cambio real y profundo: “Creemos que la actual estructura institucional y política del país no traerá ni a mediano ni a largo plazo ningún beneficio, ni para los actuales gobernantes, ni para los miembros del partido gobernante, ni para ningún nicaragüense”. Por eso, para conseguir “un auténtico estado democrático”, basado en el pluralismo, le solicitan a Ortega la puesta en marcha de un “Gran Diálogo Nacional” con representantes de todas las realidades del país y, desde este, el impulso de “una profunda reforma política de todo el sistema electoral del país” que culmine, en 2016, con “un proceso electoral presidencial absolutamente transparente y honesto”. Para esto último, en un gesto sin precedentes, le reclaman su “palabra de honor”.

En el nº2.896 de Vida Nueva

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