La Confirmación, sacramento de la despedida

paloma3JUAN RUBIO. ILUSTRACIÓN: GONZALO R. CHECA. | Andaba un obispo confirmando en una parroquia rural el mismo día en que el párroco debía abonar la elevada factura por la limpieza de los tejados del templo.

Pensó pedirle ayuda al obispado aprovechando la visita, antes que abatir con la escopeta de plomos a las palomas causantes del estropicio; pero se lo impedía el pudor ante el símbolo del Espíritu Santo, Dulce Huésped ese día.

Paseando y cavilando, se le ocurrió la estrambótica idea de pedir al prelado que, tras la ceremonia, subiera al campanario y confirmara también a las palomas.

-¡Seguro que harán lo que estos mozalbetes; ya no volverán más por aquí!.

Hoy, agotada la imaginación pastoral en muchos lugares, este sacramento se ha ido diluyendo.

Abunda la efímera preparación por la prisa de quienes acuden tras el certificado que les permita casarse o ser padrinos en otros sacramentos. Reciben sesiones exprés de catequesis o pack de fin de semana.

La Primera Comunión es la última y única para muchos niños y la Confirmación viene siendo, para otros muchos, la despedida oficial de la Iglesia. Y ello pese el esfuerzo de los catequistas, necesitados de aliento.

La prisa devora y, a este ritmo, los jóvenes se irán con las palomas a otros nidos y a otros ventanales.

En el nº 2.896 de Vida Nueva

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