Joseph Pérez: “España hubiera sido distinta si Cisneros vive 10 años más”

El hispanista francés gana el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales

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JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | El historiador Joseph Pérez (Laroque-d’Olmes, Francia, 1931), hispanista comprometido, ha obtenido el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales.

El jurado ha reconocido su capacidad para “deshacer muchos prejuicios” de la historia de España, entre ellos, la leyenda negra.

“Estoy feliz, muy honrado y muy halagado”. Hijo de emigrantes de Bocairente (Valencia), exrector de la Universidad de Burdeos, nadie como él –especialista en los reinados de los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II– ha contribuido a derribar uno de los grandes mitos de la historia de España: la leyenda negra. Ha abordado muchos otros capítulos fundamentales, desde la tragedia de la expulsión de los judíos de España a la Inquisición, Lope de Vega, Fray Luis de León y santa Teresa de Jesús.

Cisneros liberando esclavos en Orán, por Francisco Jover y Casanova (1869).

Cisneros liberando esclavos en Orán, por Francisco Jover y Casanova (1869). [ampliar]

El historiador es, además, uno de los grandes expertos del proceso de nacionalización de las colonias españolas en América. Sus más de cuarenta obras componen, según el jurado, “una revolución en la forma de interpretar episodios decisivos para la comprensión de la historia de Occidente y la independencia de Hispanoamérica”. Pero Joseph Pérez es, sobre todo, el gran biógrafo del cardenal Cisneros, al que le ha dedicado su último y recién publicado ensayo –Cisneros, el cardenal de España (Taurus, 2014)–, en el que lo retrata como “un visionario, un estadista de la modernidad, quizás el más perspicaz y progresista que tuvo Europa en el siglo XVI”.

Joseph Pérez dibuja a un cardenal Cisneros esencial, más allá de su indudable perfil de gran hombre de Estado.

Por sus dotes y su personalidad, Cisneros representa un momento decisivo en el destino histórico de España. Así se vio cuando le tocó intervenir en los negocios del reino. Así lo estimaron los contemporáneos de los primeros Austrias. Así también lo entendieron, en el siglo XVII, los historiadores franceses, quienes, al esbozar un paralelo entre dos cardenales estadistas –Richelieu y Cisneros–, no dudaron en admitir la superioridad del castellano, y eso que, aparentemente, Richelieu logró lo que se proponía: encaminar a Francia en la vía de un Estado-nación centralizado y eficaz.

El “concepto nuevo del Estado” que preveía Cisneros no llegó, sin embargo, a buen puerto. “Yo estoy convencido de que si Carlos I y Cisneros hubieran tenido ocasión de conocerse, de hablar, el destino histórico de España hubiese sido otro”, llega a afirmar. Y lo explica:

Cisneros muere el 8 de noviembre de 1517; Carlos había desembarcado en Asturias en septiembre, llega a Tordesillas el 4 de noviembre y entra con toda solemnidad en Valladolid el día 18. No se ven por tan solo unos días, pero no todo hay que achacarlo a la casualidad. La Corte que rodeaba a Carlos V se las arregló para demorar esa entrevista. Pretendían desactivar la posible influencia de Cisneros en el joven emperador.

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jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.895 de Vida Nueva

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