El Evangelio a dos voces

Damiano Marzotto defiende la “reciprocidad asimétrica” entre hombre y mujer en la Iglesia

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DARÍO MENOR (ROMA) | Entre las 27 preguntas que Ferruccio de Bortoli, director del Corriere della Sera, le hizo al papa Francisco en la entrevista que publicó el diario italiano el pasado 5 de marzo, una reclamó la atención de no pocos lectores: “¿Qué libro está leyendo estos días?”. A lo que el Pontífice contestaba: “Pietro e Maddalena, de Damiano Marzotto, sobre la dimensión femenina de la Iglesia. Un bellísimo libro”, en alusión al ensayo publicado por el biblista italiano.

Este teólogo espigado, con más de 30 años de experiencia como docente universitario y alérgico a que le hagan fotografías, se llevó una gran sorpresa cuando aquel día, al coincidir por la mañana con el Papa en el comedor de la Domus Santa Marta, donde ambos residen, el Pontífice le dijo: “Compre hoy el Corriere della Sera, porque le cito”. Cuenta monseñor Marzotto:

Cuando el Papa volvía de Río de Janeiro tras participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), dijo a los periodistas en el vuelo que había que realizar una teología profunda de la mujer. Durante 30 años trabajé este tema en la Universidad Gregoriana como profesor de seminarios bíblicos. Las conclusiones las recogí en el libro. Una noche, tras la cena en Santa Marta, le dije al Papa: ‘Santo Padre, disculpe si le molesto. Dado que usted ha hablado de la teología de la mujer, yo he publicado un librito al respecto’. Se lo mostré y se lo dí. Él me dio las gracias sonriendo. Cuando me citó en la entrevista, no sabía qué cara poner. Estaba tan sorprendido como agradecido.

Pietro e Maddalena. Il vangelo corre a due voci (Pedro y Magdalena. El Evangelio corre a dos voces, editado en italiano por Ancora) analiza la posición de la mujer en el Nuevo Testamento y la colaboración entre los dos sexos en la tarea evangelizadora.

“A través del trabajo en estos seminarios, emergieron tres aspectos comunes que pueden brindar un primer borrador de la teología sobre la mujer en el Nuevo Testamento”, asegura. “La primera línea fundamental es la capacidad de acogida por parte de la mujer, frente a un mayor activismo del hombre. La segunda, su habilidad para anticiparse a los hechos: las féminas preceden sucesivos comportamientos masculinos. Y, finalmente, el empuje universal que caracteriza las intervenciones de la mujer sobre el hombre”.

San Pedro según El Greco.

San Pedro según El Greco.

Para Marzotto, el Evangelio siempre debe tener dos voces, una masculina y una femenina. “Si no es así, se para”. El hombre, sostiene, tiende a caer en el activismo, por lo que no es capaz de llegar a lo más profundo del mensaje. “Puede cerrarse en un esquema sin ser capaz de ir más allá. Es vital un intercambio recíproco para que la Iglesia pueda florecer y el Evangelio llegue hasta los límites de la Tierra, como se ve en los Hechos de los Apóstoles, en los que están esas figuras femeninas que van empujando en su camino a los personajes masculinos”.

La Biblia muestra que entre los dos sexos impera lo que el biblista llama la “reciprocidad asimétrica”. Para él no resulta conveniente que hombres y mujeres intenten desarrollar los mismos papeles dentro de la comunidad cristiana, ya que se perdería la “riqueza” de las diferencias. Para valorar el papel de las mujeres en la Iglesia no hay más que volver a los textos bíblicos, donde se encontrará una “interesante valorización” de las figuras femeninas de forma “asimétrica” respecto a los hombres. “Las mujeres que analizo en el libro no son siempre figuras principales; en general, tienen una presencia discreta, pero son las que permiten la apertura del Evangelio”.
 

En diálogo con el mundo

El intento de diálogo con el mundo por parte de la teología cristiana “ha existido siempre”, asegura Marzotto, pues esta “se desarrolla confrontándose con la cultura contemporánea”. De ahí viene que, cuando algunas cuestiones no tienen especial repercusión en los ambientes culturales del momento, no provoquen una reacción por parte de la teología.

En cambio, “cuando los problemas están más vivos, hay un esfuerzo del teólogo para afrontarlos, dialogando con ellos a partir de la filosofía contemporánea”. Los cuestionamientos sobre la posición de la mujer en la sociedad y en la comunidad cristiana no surgen hasta hace poco más de un siglo, lo que explica para el biblista que la teología no se haya planteado con profundidad estos temas antes. “No partimos de cero, pero lo que nos pide el Santo Padre es que tengamos en cuenta los imperativos contemporáneos y que busquemos una imagen que se corresponda a la tradición cristiana a partir de las Sagradas Escrituras”.

En el nº 2.895 de Vida Nueva

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