‘Vanguardias y periferias’ o cómo humanizar el arte

El proyecto dominico del Atrio de los Gentiles en Madrid apuesta por artistas emergentes y contemporáneos

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JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | En el marco de las celebraciones del Jubileo por los 800 años de la Orden de Predicadores, que se cumplen en 2016, y siguiendo la senda del Pontificio Consejo para la Cultura, los dominicos han creado la iniciativa Atrio de los Gentiles. Un espacio de expresión de carácter dual –tiene lugar virtual– que organiza eventos en distintas ciudades del mundo para convocar a “gente que entienda la cultura, el pensamiento, la religión, el arte o la educación conectados a la realidad social del momento”. Es en este contexto en el que se está celebrando en Madrid Vanguardias y periferias, un innovador proyecto en tres sedes: la basílica de Nuestra Señora de Atocha, el colegio Virgen de Atocha y el cercano centro de artes de vanguardia La Neomudéjar. Explica Xabier Gómez, al frente del proyecto:

Los dominicos consideramos urgente recuperar el diálogo con los protagonistas de la cultura contemporánea, fomentando una escucha verdadera –. Queremos escuchar a los artistas, su mundo interior, sus lecturas de la realidad. Nos interesa el arte y la cultura cuando cumplen una función social e interactúan con el contexto humanizándolo. Lo potente de este proyecto es buscar con otros propuestas de sentido y futuro desde la periferia.

 

Programación atrevida

Vanguardias y periferias –que se extiende hasta el 27 de julio– convoca una original y atrevida programación que reúne una exposición colectiva de artistas emergentes, instalaciones lumínicas, arte urbano, poesía espiritual iraní, un concierto de música del barroco francés, un taller de videoarte, teatro infantil y un debate entre periodistas y teólogos. “Pretendemos despertar esperanza y por qué no, transcendencia; un sentido profundo de la existencia que interactúa para dejar con una aportación humilde, un mundo mejor que el que hemos encontrado. Nos proponemos facilitar la reflexión acerca de lo más humano de lo humano.

¿Cómo? La experiencia ha ido por delante: éxodo y hospitalidad. Salir sin miedo para entrar en tierra, en contextos vitales de otros que fueron desconocidos; ofrecer la hospitalidad en el corazón de la ciudad ensanchando nuestras tiendas, como dice la Escritura, abriendo el colegio, la basílica, el convento, la mente y el corazón de muchas personas a otras personas”, manifiesta el dominico Xabier Gómez, quien también ha comisariado la exposición que ha reunido en La Neomudéjar a veinte artistas emergentes y contemporáneos nacionales e internacionales.

“El arte que nos humaniza y descentra de la fatiga pone frente a nosotros la decadencia de una sociedad donde impera el vivir cada uno entregado a sí mismo, provocando cierto estancamiento cultural. Con el arte y una cultura viva podemos desmontar esa trampa. Convocamos un proceso creativo donde el arte no sea un fin en sí mismo, como no lo es navegar para los barcos, concebidos para llegar a un puerto. El arte no es navegar, sino vivir. Un arte que no moviliza hacia mayores cotas de humanidad deja de ser arte”, añade.

Esta exposición se desarrolla con la participación de Carlos Mate, Consuelo Vinchira, Jesús Gazol, Miguel Iribertegui, Pilar Morales, Siro López, Juan Alfayate, Julia Juaniz o el dominico Félix Hernández, entre otros. Es decir, la apuesta por un arte contemporáneo no bien conocido que también nos “educa” y nos acerca a Dios… “Eso es lo preocupante… que mucha gente se acostumbre a ignorar o despreciar el arte emergente.

Hay una discusión muy abierta en torno a lo que es arte o no, cultura o banalidad, pero ¿por qué no intervenimos en ese debate? ¿acaso no tenemos un gran bagaje cultural y capacidades para aportar algo interesante?”, pregunta el comisario. Y añade: “Los veinte artistas que están implicados han comprendido bien el objetivo: dar que pensar y que sentir. En cierto modo, provocar. No tenemos prisa en ofrecer respuestas. Preferimos suscitar preguntas”.

La inclusión de artistas como Andrei Ciurdarescu, Arcadie Stirbu, Badri Lomsianidz o Marijn Scholte ayuda tambien a explorar el sentido de “frontera”, gran objetivo del proyecto. “Ponemos en común obra creativa, maneras de ver el mundo proponiendo la belleza y verdad encontradas en lo periférico. De un modo u otro, los implicados nos hemos desplazado de nuestros ejes cotidianos.

Hemos buscado complicidades para que focos de cultura que transitaban paralelos se entrecruzasen y surgiera algo nuevo”. En esta encrucijada, como afirma Xabier Gómez, “quizás alguien se pregunte qué pasa con la frontera de lo religioso, dónde queda. En la lógica de la Encarnación que continúa prolongando sus efectos en la historia, nuestra experiencia es que, como decía el oráculo de Delfos, Vocatus atque non vocatus, Deus aderit. Invocado o no… Dios se hará presente. Se hace presente. Dejándose conocer mejor por los otros y conociéndoles más, hay más espacio para el Otro”.
 

Artistas callejeros

La acción de llevar al patio del colegio Virgen de Atocha la obra de artistas callejeros como Dingo, Dr. Homes, Ze Carrión o Jimena Aragonés ha tenido un gran impacto. “Ha sido especial porque tiene una dimensión pedagógica. Hemos convertido el Atrio de los Gentiles en Patio de los Gentiles. Y ahora el colegio estudia la viabilidad de ofrecer un bachiller de artes el próximo curso”, explica el dominico, quien apunta que:

La comunidad educativa asume con normalidad esta dimensión propia del carisma dominicano en relación con el arte y la cultura. Pero los alumnos descubren que existen artistas urbanos, videoarte, vanguardias culturales, que la Iglesia continúa abierta para los artistas y el pensamiento crítico. Que la fe y la cultura pueden ir juntas”.

Hasta el 1 de junio también se pueden ver las dos instalaciones artísticas, con la “iluminación” como motivo central, que se desarrollan en la basílica de Atocha. El valor de la luz, del colectivo Travesías de Luz, y Gentes de luz, de María José Gutiérrez. “El arte de trabajar con la luz es muy sugerente. En nuestro caso, Travesías de Luz, por un lado, ha iluminado la torre del colegio con el color verde. No es solo por evocar esperanza o ser color del colegio. La torre iluminada en verde dialoga virtualmente con otra torre simbólica al otro lado del Retiro, la de Casa Árabe. Es un guiño al diálogo intercultural.

Por otro lado, durante los fines de semana, el claustro y el atrio se abren a la ciudad iluminados por las esculturas de neón Gentes de luz, que hablan de la luz que todos llevamos dentro. Alguna escultura tiene amputaciones. Hemos preferido dejarla así. Nos recuerda las carencias de tanta gente que demuestran capacidad de superación. Nos abren al recuerdo y la justicia para con las víctimas de la violencia y las guerras”.

El impacto ha sido mayúsculo, también para los dominicos. “Estamos viviendo esta experiencia con sorpresa, humildad y asombro –admite Gómez–. Están surgiendo posibilidades de continuar caminando junto a los artistas de vanguardia. Es probable que surjan nuevas propuestas. Este viaje común no nos deja indiferentes”.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.894 de Vida Nueva

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