Papa Francisco: “La misa es presencia viva de Jesús resucitado”

Cena en Emaús (Caravaggio, 1601)

Cena en Emaús (Caravaggio, 1601)

ÁLVARO ESPINOSA (ROMA) | Este cuatro de mayo, primer domingo de mes, el papa Francisco, en su habitual oración Regina Caeli de los domingos a la Madre de Dios, se inspiró en el episodio del Evangelio de los discípulos de Emaús (cfr Lc 24,13-35).

Rememorando el pasaje bíblico, el Sumo Pontífice se expresó así:

Viendo tristes y abatidos a dos de sus discípulos que después de su muerte regresan a su pueblo, Jesús se les acerca, pero ellos no lo reconocen.
Él, primero los ayudó a entender que la pasión y la muerte de Jesús estaba prevista en el designio de Dios y preanunciada en las Sagradas Escrituras; y así reencendió el fuego de esperanza en el corazón de estos discípulos que lo invitan a quedarse con ellos.
Jesús acepta y en la cena bendice el pan y lo parte.

Finalmente, señaló el Papa, ellos le reconocen, pero Jesús desaparece, quedando el pan, “nuevo signo de su presencia”, según palabras del propio Pontífice.

Francisco afirmó entonces que “el camino de Emaús se convierte así, en símbolo de nuestro camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son indispensables para el encuentro con el Señor”.

Con estas palabras, el Obispo de Roma quiso manifestar que “también nosotros llegamos muchas veces a la Misa dominical con nuestras preocupaciones, dificultades y desilusiones”.

Llegados a este punto, el Papa realizó un paralelismo, ya que la vida, nos hiere y nosotros vamos tristes hacia nuestra Emaús, dando la espalda al designio de Dios.

Pero, explicó Francisco, “en la Liturgia de la Palabra, Jesús nos explica las Escrituras y reenciende en nosotros el fuego de la fe y de la esperanza. Después en la Liturgia de la Eucaristía, Jesús se dona a sí mismo, Pan de la vida eterna.”

El Sucesor de Pedro dijo que la misa es “presencia viva de Jesús resucitado, nos ilumina y nos regresa hacia Jerusalén, esto es hacia la comunidad de hermanos y hermanas, para vivir el compartir y la misión”

Antes de finalizar su homilía, Francisco, realizó su primera petición al reciente canonizado Juan Pablo II, al que pidió ayuda para ser “caminantes resucitados”.

Después de la oración, el Papa confió a la Virgen la situación de Ucrania, donde no cesan las tensiones, rogó por las víctimas, pidió que el Señor infunda en los corazones de todos, sentimientos de pacificación y fraternidad.

Pidió oración también por los difuntos a causa del terremoto en Afganistán, por los sobrevivientes y por los que ayudan a aliviar sus sufrimientos.

Las palabras del papa Francisco ayer:

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