Francisco visitará una Palestina reconciliada

Hamas y Al Fatah fijan un Gobierno de unidad, pero Israel rompe las negociaciones de paz

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Un mes antes de su visita a Tierra Santa (24-26 de mayo), el contexto político con el que se encontrará el papa Francisco se ha modificado en gran medida.

Así, después de siete años de enfrentamiento en una Palestina dividida entre las facciones de Hamas (dominadora en Gaza) y Al Fatah (omnipresente en Cisjordania), ambas se han reconciliado. Hasta el punto de haber suscrito un acuerdo, el 23 de abril, por el cual se comprometen a fijar un Gobierno de unidad nacional en el plazo de cinco semanas y, a los seis meses, convocar elecciones para todo el territorio palestino.

Como contrapartida a este avance, Israel ha mostrado su rechazo al pacto y ha anunciado el fin de las conversaciones de paz que mantenía con el Gobierno de Mahmoud Abbas, líder de Al Fatah, por considerar al movimiento islamista de Hamas como un grupo terrorista.

En este sentido, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se mostró muy crítico con Abbas: “Tiene que decidir: quiere la paz con Hamas o quiere la paz con Israel. Puede alcanzar una, pero no ambas”.

A nivel internacional, la alianza entre las fuerzas palestinas tampoco ha sido bienvenida por los EE.UU., cuyo secretario de Estado, John Kerry, ha viajado en numerosas ocasiones a la región para impulsar las negociaciones entre Netanyahu y Abbas. Precisamente, este último ha salido al paso para defender que no existe una “contradicción” entre el pacto interno y su deseo de canalizar un auténtico acuerdo de paz con Israel.

Guerra-Gaza

A nivel eclesial, la reacción ha sido absolutamente favorable. En declaraciones a Fides, Raed Abu Sahlia, director de Cáritas Jerusalén (ver VN, nº 2.861), expresa su alegría: “Las personas de aquí están todas felices. Y los palestinos de la franja de Gaza están incluso más contentos que nosotros”.

A su juicio, no se entienden las muestras de rechazo externas, frente a las que se muestra crítico: “La reconciliación ha provocado reacciones negativas en Israel y en los EE.UU. Pero la división entre los palestinos era un factor que debilitaba el proceso de paz. Todo el mundo pensaba: ¿con qué fuerza pueden participar en el proceso de paz si están divididos entre sí? Solo una política imperialista podría imponer una pacificación de fachada, quitando de en medio a Hamas y a la población de Gaza, después de la catástrofe en ese territorio, que se ha convertido en una prisión marcada por la pobreza, la falta de agua y electricidad, la contaminación y las incursiones israelíes”.

El sacerdote palestino, que reconoce que “el camino para lograr la efectiva reconciliación será largo y difícil y tendrá que ser acompañado y comprobado paso a paso”, deposita sus esperanzas en que, una vez que sean celebradas, todos en Palestina respeten la voluntad popular expresada en las elecciones.

Unos sufragios en los que, a nivel personal, espera un retroceso de Hamas, ya que los ciudadanos de Gaza “han visto los resultados de esa elección” en los últimos años. A nivel externo, el responsable de Cáritas también demanda el mismo respeto a una cita electoral que, de antemano, muchos han rechazado: “Me sorprende la reacción de los que se dicen ‘democráticos’ y pretenden impedir a los palestinos el pleno ejercicio de la democracia, con elecciones libres”.
 

“Persecución… también en Occidente”

En relación a la situación política en Oriente Próximo, los obispos locales tendrán otra cuestión que exponer directamente al Papa. Así lo ha puesto de manifiesto la Comisión Justitia et Pax, ligada a la Asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa, que ha publicado recientemente el documento ¡Persecución! En muchas partes de Occidente.

En el mismo, analizan críticamente la llamada Primavera Árabe, reconociendo que, sobre todo en Irak, Egipto o Siria ha desembocado en una mayor hostilidad hacia los cristianos, pero consideran nocivo el que “ciertos círculos occidentales” se centren en esta visión, que, según ellos, “responde a cálculos interesados y termina por seguir el juego a los extremistas”.

En definitiva, consideran que la violencia obedece a “una interpretación política del islam” por minorías extremistas, que atacan a su vez a otros musulmanes no fanáticos a los que tachan de “herejes”. Por ello, concluyen, el objetivo debe ser propiciar la alianza entre todos los ciudadanos que estén por el respeto y la convivencia, más allá de sus creencias.

En el nº 2.892 de Vida Nueva
 

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