Concilio y transición

Alberto Iniesta, obispo auxiliar emérito de MadridALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid

“Los demócratas ateos tendrían que dar gracias a Dios por la celebración del Concilio, que tanto influyó en la transición española…”

Con ocasión de su fallecimiento, recientemente se ha producido en España un clamor de alabanzas bien merecidas de Adolfo Suárez, que, respaldado por el rey Juan Carlos, hizo el milagro de que pasáramos sin traumas de la dictadura a la democracia.

Nosotros, además, podemos recordar la colaboración de la Iglesia en esa transición. Si se me permite la comparación, en este caso nuestro Suárez fue el cardenal Tarancón, apoyado por el papa Pablo VI y secundado por el nuncio Luigi Dadaglio. Pero todo fue mucho más complejo, y, por cierto, bastante antes en el tiempo.

Todo vino por la divina travesura de un papa bueno entre los buenos, Juan XXIII, que convocó inesperadamente el Concilio Vaticano II. Aunque en principio estaba previsto para dos meses, luego se prolongó hasta los cuatro años, con un carácter predominantemente pastoral, en una especie de transición conciliar. Concretamente, para los obispos españoles supuso una renovación pastoral, que luego influiría muy positivamente en la transición política en general, rompiendo un matrimonio mal avenido con el Régimen, no por medio de un divorcio violento, sino con una pacífica separación, sustituyendo el anticuado Concordato por unos acuerdos puntuales.

Y así empezó a recalar como una lluvia mansa y fecunda el espíritu del Concilio sobre la Iglesia española, preparando el terreno durante once años para la transición política: el ejercicio de la colegialidad episcopal en la Conferencia Episcopal, la corresponsabilidad bautismal en los consejos presbiteriales y parroquiales, la liturgia en lengua vernácula, la doctrina social de la Iglesia, el compromiso político de los laicos, la lucha por la justicia social y la defensa de los pobres, etc.

Por eso, quizá podría decirse con humor que los demócratas ateos tendrían que dar gracias a Dios por la celebración del Concilio, que tanto influyó en la transición española, aunque –evidentemente– tenía una finalidad mucho más amplia.

En el nº 2.892 de Vida Nueva.

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