¿Expertos en la ley o en la misericordia?

El caso de los divorciados vueltos a casar está sobre la mesa

 

B-Tal

 

En mayo de 2013, Francisco convocó la III Asamblea General del Sínodo de Obispos, que tendrá lugar en octubre próximo. La reunión estará dedicada a Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización. Cinco meses después, la Secretaría del Sínodo envío un cuestionario a las conferencias episcopales de todo el mundo. Las preguntas están orientadas a reunir datos para conocer cuál es la experiencia de las personas, de cara a las reflexiones y elaboraciones del evento.

“Los separados y divorciados que se vuelven a casar ¿son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular?”, “¿cómo se afronta esta realidad  a través de programas pastorales adecuados?”, “¿se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?”, “¿cuáles son las peticiones que las personas divorciadas y vueltas a casar dirigen a la Iglesia, respecto a los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación?”, “¿la simplificación de la praxis canónica respecto al reconocimiento de anulación del vínculo matrimonial podría ofrecer una real contribución positiva para la solución de los problemas de las personas implicadas? En caso afirmativo, ¿de qué manera?”, son algunas de las preguntas que incluye el cuestionario.

¿Otros procedimientos?

Detrás de cada caso jurídico hay siempre una persona

Detrás de cada caso jurídico hay siempre una persona

El 20 de febrero se llevó a cabo en el Vaticano un consistorio sobre la familia y el matrimonio en el Vaticano. El evento contó con la participación del cardenal Walter Kasper. El Papa elogió la presentación del teólogo y señaló que durante la reunión se desató una discusión intensa entre los cardenales asistentes, debido a los diferentes puntos de vista. “El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me atemoriza. Es más: lo busco”, dijo al Corriere della Sera.

Kasper se preguntó si, además de la vía judicial, serían posibles otros procedimientos más pastorales o espirituales por parte la Iglesia frente a los divorciados vueltos a casar con rito civil. Recordó, además, las palabras de Francisco en su discurso a los oficiales del Tribunal de la Rota Romana, el 24 de enero. El papa señaló que detrás de cada caso jurídico hay siempre una persona humana, “que como tal, no representa únicamente un caso y que tiene siempre una dignidad única”. “¿De veras es posible decidir sobre el bien o el mal de las personas en segunda y tercera instancia solo sobre la base de actos, es decir, de documentos, sin conocer nunca a la persona y su situación?”, preguntó.

Kasper introdujo la pregunta ¿por qué los divorciados vueltos a casar no pueden recibir la comunión sacramental? Momento seguido fue más allá. “Algunos sostienen que la no participación a la comunión es un signo de la sacralidad del sacramento. La pregunta que se plantea es: ¿no es una instrumentalización de la persona que sufre y pide ayuda si hacemos de ella un signo y una advertencia para los otros? ¿La dejamos morir sacramentalmente de hambre para que otros vivan?”.

El teólogo sugirió que esta “praxis consumada” de la Iglesia es “contraproducente”. De hecho, en la Iglesia de los orígenes existía la costumbre de permitir el acceso a la comunión a cristianos que vivían un segundo vínculo. En este caso, la comunión era entendida como una “tabla de salvación” para una porción de personas en proceso de conversión.

Esta vía de la conversión, que supone la existencia de personas comprometidas con su fe y capaces de asumir su historia de vida, tendría que volverse a abrir, según Kasper. “No es el camino de la gran masa, sino el estrecho de la parte probablemente más pequeña de los divorciados vueltos a casar, sinceramente interesada en los sacramentos”. Según el teólogo, no habría por qué negársele el acceso a la reconciliación y a la comunión a un divorciado vuelto a casar “si se arrepiente de su fracaso en el primer matrimonio, si ha aclarado las obligaciones del primer matrimonio y si ha excluido de manera definitiva volver atrás, si no puede abandonar sin otras culpas los compromisos asumidos con el nuevo matrimonio civil, si se esfuerza en vivir al máximo de sus posibilidades el segundo matrimonio a partir de la fe y educar a sus hijos en la fe y si desea los sacramentos como fuente de fuerza en su situación”.

En espera de un samaritano

IcronticPrimeDespués de un tiempo de haberse casado, Giovanni se dio cuenta de que, a causa de una condición médica, no puede tener hijos. Durante 8 años de noviazgo, su pareja y él habían tenido una buena relación. Sin embargo, el desencuentro entre su esterilidad y el deseo que ella tenía de ser madre fue acabando las cosas. Metas diferentes y problemas de comunicación, que con el tiempo fueron apareciendo, llevaron a que, después de dos años y nueve meses de estar casados, decidieran divorciarse.

Giovanni volvió a enamorarse 3 años después de la separación. El año pasado se casó por rito civil, debido a que su matrimonio católico no ha podido ser anulado. Sin embargo, su intención es volverse a casar por la Iglesia y por eso junto a su exesposa adelanta hace años un proceso jurídico en el Tribunal Eclesiástico de Colombia. Durante éste ha tenido que pagar más de 5 millones de pesos a la espera de que el fallo sea positivo. Pagó $100.000 para acceder a una cita previa. Posteriormente, $500.000, por el primer alegato. El obispo encargado del Tribunal le exigió lo equivalente a 3 salarios mínimos, cerca de $1’700.000. También pagó $500.000 por el alegato de segunda instancia y a su abogada le ha pagado lo correspondiente a 4 salarios mínimos, es decir, cerca de $2’000.000.

Giovanni cuestiona que en el año y medio que lleva el proceso canónico nadie en ningún momento le ha preguntado acerca de su actual situación ni si es feliz: “Nunca nadie en el tribunal escuchó quién soy yo en este momento, qué hago, qué soy, qué busco o para dónde quiero ir. Todo el proceso ha estado basado en cosas de atrás. Yo pienso que, en cierta forma, deberíamos ser como el buen samaritano y mirar y ayudar y analizar el contexto, porque no todos los casos son iguales”.

Como parte del proceso jurídico, alguna vez tuvo que asistir a una evaluación sicológica que le costó $200.000. Cuando eso, Giovanni ya estaba casado nuevamente. Lo mismo su exesposa. Después de hablar más de dos horas con él, la psiquiatra le sugirió que arreglara el matrimonio con su antigua pareja. Sorprendido, Giovanni le contestó: “Doctora, yo le dije que ya estoy casado. Mi exesposa está casada, tiene un hijo. ¡Nosotros rehicimos nuestras vidas!”.

Si Giovanni no fuera creyente ni viviera como vive su experiencia religiosa quizá todo esto no sería tan importante para él como lo es. Sin embargo, él se define como un “católico activo” y tan necesarios le son los sacramentos, como el hecho de ayudar a la gente. Durante cerca de 6 años animó un grupo de jóvenes cristianos y hoy vive su trabajo como rehabilitador oral a la manera de un servicio que le permite socorrer, en muchas ocasiones, a quienes se acercan a él en condiciones de precariedad. Por eso le es difícil no poder vivir su fe como la viven otros. “El no poder comulgar para mí como católico es frustrante, porque yo pienso que para nosotros los católicos esa es la parte central de la ceremonia; lo más importante es Dios hecho cuerpo en el altar y poder recibirlo”.

Manu-gomiA Giovanni todos los sacerdotes le dicen que es “bígamo” y él no entiende por qué no puede recibir el perdón de Dios a través de la absolución: “Yo creo que personas que no tienen una fe muy sólida seguramente abandonarían la religión católica. Dirían: ‘bueno, si no me absuelven y si no puedo comulgar, pues no vuelvo’”. No es su caso. Su madurez como persona ha estado unida a un proceso de crecimiento en su experiencia de Dios, que ha impedido que Giovanni desfallezca ante las muchas dificultades que se le presentan dentro de la Iglesia por ser divorciado. Con todo, se siente feliz, tranquilo y acompañado por Dios. Cuenta con una familia en que el afecto fluye y ama a su actual cónyuge tanto como siente que ella lo ama a él.

Frente al debate que se ha presentado recientemente en el Vaticano, Giovanni opina que, en efecto, las cosas “se deberían mirar, para que uno pueda recibir esa ayuda que necesita”. Hace poco su abogada le informó que, a puertas del fallo, lo más probable es que no sea declarada la sentencia de nulidad.

MIGUEL ESTUPIÑÁN

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