“Sin los migrantes, ciertos sectores no sobrevivirían”

Eusebio Elizondo, presidente del Comité de Migración de la USCCB, el llamado “obispo de los migrantes”

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F. M. J. | Eusebio Elizondo, obispo auxiliar de Seattle y presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), está convencido de que pronto cristalizará en su país la reforma migratoria que lleva mucho tiempo prometiendo Barack Obama.

De hecho, el prelado, originario de Monterrey y ordenado sacerdote en la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, reconoce que hace algunos meses mantuvo una reunión con Obama en la misma Casa Blanca, junto con otros líderes de diversas Iglesias evangélicas, y entonces el mandatario les insistió en que sí se va a llevar a cabo. Eso sí, advierte, no hay tiempo que perder: “Hay una gran presión de la ciudadanía, de los migrantes, de la Iglesia y de varios miembros del Congreso hacia el presidente para que, antes de que termine su segundo mandato, cumpla sus promesas”.

En cuanto al contenido de la ley, reconoce, cree que no gustará a todos: “Difícilmente va a llenar todas las expectativas y deseos de todo el mundo, pues se va a dar en forma gradual. Además, va a beneficiar a un gran número de indocumentados, pero no todos los migrantes saldrán beneficiados”. En este sentido, concreta que las personas que llevan más de 20 años viviendo al norte de la frontera de México serán los mayores beneficiados: “La oportunidad será principalmente para ellos”.

“Los migrantes trabajan con salarios por debajo de lo establecido en las leyes y en condiciones durísimas.
Con esto mantienen la economía adelante, sin mucha inflación y sin mayores presiones”

Además, el prelado se cuestiona sobre la evidente contradicción que supone que, por un lado, Obama hable de una reforma migratoria y, a la vez, haya sido el presidente de los Estados Unidos que más deportaciones ha realizado. “Son casi 400.000 deportaciones cada año de la Administración Obama”, apunta. Pero, pese a todo, se muestra optimista: “El presidente tiene buenas intenciones. Su sentimiento interno como persona está a favor de la reforma. Él mismo sabe de la terrible situación que viven los migrantes. Aunque debemos entender su postura política. Tiene que hablar y tomar acciones en defensa y seguridad de su país y de sus conciudadanos. No quiero decir con esto que yo mismo esté a favor de las deportaciones, pero hay que entender esta postura política”.

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El obispo Elizondo conoce bien la situación de los migrantes. Ordenado sacerdote en 1984, es, desde noviembre pasado, el presidente del Comité de Migración de la USCCB. Es también el primer obispo hispano de Seattle, en el muy norteño Estado de Washington, en la frontera de los Estados Unidos con Canadá. Le entrevistamos en las vísperas de la misa que se celebraría en la frontera de Nogales con México para rezar por los 6.000 migrantes muertos en el desierto de Arizona.

Al hablar de la importancia de los migrantes en la vida social, económica y política estadounidense, asegura que “ciertos sectores de la economía no funcionarían sin su trabajo”. Por propia experiencia, sabe que, en muchas ocasiones, “los migrantes trabajan con salarios por debajo de lo establecido en las leyes y en condiciones durísimas. Con esto mantienen la economía adelante, sin mucha inflación y sin mayores presiones”.

Además, “yo mismo me he reunido –apunta– con los presidentes de los granjeros y agricultores, y ellos admiten estas situaciones, a la vez que también presionan al Gobierno” para que los migrantes sigan participando como hasta ahora. Es claro: “Sin los migrantes, ciertos sectores de la economía no sobrevivirían”.

En cuanto a la importancia que tienen los migrantes para la Iglesia, sostiene que “es mucha, indudablemente. En los 15 años que llevo aquí, puedo decir que la presencia latina católica se ha triplicado. En la actualidad, la mitad de la población católica en los Estados Unidos es de origen hispano. En Seattle hay 44 parroquias con una presencia fuertemente hispana y, por eso, puedo asegurar que las misas con mayor concurrencia son las que se celebran en español”.

Esto conlleva alegrías y retos: “Hay un florecimiento de la Iglesia católica, que se refleja en las celebraciones de Navidad, en las posadas, en las tradiciones, en la veneración a la Virgen de Guadalupe y en la vivencia de valores, como los familiares. Pero también trae retos. Por desgracia, un buen número de esos migrantes son indocumentados, y esto trae como consecuencia una población flotante, que va moviéndose mucho en búsqueda de otros trabajos o para evitar las deportaciones. Esto crea inestabilidad y produce cuestiones difíciles en los proyectos pastorales de las parroquias, ya que muchos fieles, que se están formando como líderes, en poco tiempo se tienen que ir”.

“El hecho de que Francisco haya ido a Lampedusa,
su modo de vivir la humildad y su expuesta preocupación por los migrantes y los pobres
han traído una nueva dimensión en la sociedad estadunidense
hacia el Santo Padre y hacia la Iglesia”

Y la Iglesia en Estados Unidos, ¿está preparada para asumir estos retos? “Nos falta muchísimo, pero en diferentes zonas del país se viven de manera diferente. Así, un gran reto lo constituyen las vocaciones sacerdotales hispanas. Para ello, para responder así a esta realidad, estamos trabajando con la formación bilingüe en nuestros seminarios”. Sin embargo, pese a los esfuerzos, existen no pocas vocaciones sacerdotales que se pierden, pues, “por el Concordato que existe entre la Iglesia católica y los Estados Unidos, no se acepta ningún candidato al sacerdocio que no esté con estancia legal”.

Con la llegada del papa Francisco, observa, ha cambiado la percepción del migrante en los Estados Unidos: “El hecho de que haya ido a Lampedusa, su modo de vivir la humildad y su expuesta preocupación por los migrantes y los pobres han traído una nueva dimensión en la sociedad estadunidense hacia el Santo Padre y hacia la Iglesia. Hay una simpatía en el despertar de la conciencia a trabajar por los migrantes, y eso se debe en gran medida al Papa”. Lo cual hace pensar que el Pontífice es valorado en el país. “Por supuesto –asiente Elizondo–. Su modo sencillo y afable ha traído mucha aceptación hacia su persona. Los políticos y congresistas con los que nos hemos reunido para tratar asuntos de los migrantes tienen comentarios muy favorables para él”.

Finalmente, el obispo auxiliar de Seattle acepta que hay mucho aún por hacer: “Tenemos que seguir pidiendo a Dios y a su Santo Espíritu que nos ayude a encontrar nuevas formas de justicia y de caridad para atender a nuestros hermanos migrantes y para iluminar a nuestros pueblos, ya que, en muchos casos, la causa de esa migración es la pobreza, y esta es fruto de la injusticia. Por eso debemos buscar nuevas formas de fraternidad y de justicia, de tal modo que, en el futuro, no haya ningún ser humano que se vea forzado a dejar su casa porque no tiene posibilidad de sobrevivir”.
 

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En el nº 2.890 de Vida Nueva

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