“Si Dios se parece a ti…”

Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de BarcelonaSEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA | Obispo auxiliar de Barcelona

“Quisiera valorar el testimonio de tantas personas que anuncian a Jesucristo con una palabra creíble por la coherencia del ejemplo…”.

La noticia pascual es que Cristo vive. Los cristianos no podemos vivir sin Él, sin dejarnos encontrar por Él, sin celebrar su presencia, sin disfrutar de su vida. Un encuentro que queda perpetuado en la Eucaristía y en cada persona con la que convivimos, a la que acogemos y tratamos. Por la fuerza del Espíritu y la fe en el Resucitado empieza la andadura de la Iglesia en medio del mundo, anunciando la persona de Jesús y su Evangelio y dando testimonio de Él.

Porque es Pascua y por la experiencia pascual que nos han transmitido los apóstoles, podemos ahora verlo todo con una mirada nueva, con los ojos de la fe que captan la presencia del Resucitado. El papa Francisco nos dice que “hay cristianos cuya opción parece la de una Cuaresma sin Pascua” (EG 6), con lo cual nos hace ver la importancia de ser testigos de Cristo Resucitado. El tiempo gozoso de Pascua nos ofrece nuevas y sorprendentes ocasiones de encuentro con Él.

Me impresiona el testimonio de un joven. Un compañero suyo de trabajo que se profesa ateo –después de un tiempo de echarle en cara su fe y su compromiso con la Iglesia– observa su vida, su manera de ser, de trabajar, de acoger, de escuchar, de vivir con sencillez y sin ambiciones, de tratarle bien a él a pesar de sus impertinencias y desprecios, hasta que un día de forma sorprendente le dice: “Si Dios existe y se parece a ti, veo que no me sería difícil creer en Él”.

Con ello, quisiera valorar el testimonio de tantas personas que anuncian a Jesucristo con una palabra creíble por la coherencia del ejemplo. Hay un sinfín de oportunidades a través de las cuales los cristianos podemos contagiar el entusiasmo por el seguimiento de Jesús y el atractivo de su Evangelio. No somos guardianes de un sepulcro, sino testigos de Cristo Resucitado.

En el nº 2.890 de Vida Nueva

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