El pueblo de la Pascua al servicio de la Pascua de los pueblos

Como cada año celebramos la vida entregada de Jesús a favor de todos

grupo de personas creyentes católicos celebran Pascua con antorchas y velas encendidas

ELÍAS ALCALDE MARTÍN (DELEGADO DE MISIONES DE LA ARCHIDIÓCESIS DE GRANADA) | En la Semana Santa y la Pascua actualizamos solemnemente lo que cada domingo y cada día del año es nuestra vida y misión, nuestra pasión y gloria, el centro de nuestra fe, la causa de nuestra esperanza y el manantial inagotable de nuestro amor: la muerte y resurrección de Cristo.

Una vez más, como Pueblo de Dios, estamos llamados a compartir nuestra Pascua personal y comunitaria con tantos hermanos y hermanas que aguardan la liberación que nos trajo el Señor Jesús.

Porque el Pueblo de la Pascua, la Iglesia, siempre y en todo lugar, deberá ponerse al servicio de la Pascua de los pueblos.

Continúa la Pascua de Cristo en la Pascua de su Iglesia, para la Pascua de todos los pueblos, su paso al Reino de Dios, Reino de justicia, de amor y de paz. El obispo Pedro Casaldáliga lo precisa con su original estilo:

Siento que la Pascua es todavía.
Como Él es nuestra Pascua,
nosotros somos
la Pascua del mundo.

En la Semana Santa, el Triduo Pascual, y toda la cincuentena pascual que culmina en la fiesta del don del Espíritu (Pentecostés), actualizamos del modo más solemne todo el acontecimiento de Cristo, que cada domingo y cada día del año es nuestra vida y misión, nuestra pasión y gloria, el centro de nuestra fe, la causa de nuestra esperanza y el manantial inagotable de nuestro amor. Celebramos todos los años la vida entregada de Jesús a favor de todos, pero cada año la acogemos según las variantes de la vida personal, eclesial y social. Ni Cristo se repite ni nosotros nos repetimos.

Aunque no lo parezca exteriormente, “la procesión que va por dentro” marca paso diferente y expresiones renovadas según va la vida y amenaza la muerte, dando colorido distinto a la experiencia de la fe, a la fuerza de la esperanza,
al servicio del amor.
 

Domingo de Ramos

Las palmas de la victoria solo tienen derecho a alzarlas los que trabajan por la paz y por la justicia del Reino de Dios. El Pueblo de pobres (como el papa Francisco ha calificado a la Iglesia en su mensaje para la Cuaresma) del Mesías Jesús procura, y celebra por adelantado, una “tierra nueva”, sin males, sin oprimidos ni excluidos: un Pueblo mundial de hermanos que renuncian a lo superfluo y violento para compartir todo lo necesario, el pan y la paz, el amor y la fe. Esto acarrea mucha injusta pasión, pero a mucha honra sigue las huellas de su Siervo-Señor, quien no lo guía a ningún precipicio, sino a la plenitud de Dios.
 

Jueves Santo

  • Servir como Jesús, a los pies de los pobres y desvalidos, de los pecadores y desgraciados, de los enfermos y ancianos, de los niños y últimos abandonados.
  • Amar como Jesús, gratuita y humildemente, sencilla y limpiamente, con generosidad ilimitada y perdón entero.
  • Entregar como Jesús cuerpo y sangre, la existencia toda, a favor de los faltos de todo, para sellar la Alianza nueva y eterna, agraciando a los desgraciados humanos con incondicional amor fraterno, trasunto fiel del don primero, el amor divino.

Viernes Santo

  • Jesús en la cruz suplica el perdón de los hombres a Dios y entrega el espíritu a las manos de su Padre. De su costado abierto mana, para todos, sangre inocente que no mancha, sino lava; y el agua que sacia nuestra sed de vida nueva, amor feliz y gloria eterna.
  • En la madre de Jesús y el discípulo amado, de pie junto a la cruz de Jesús, encontramos el espejo claro de la humanidad nueva, de todo el Pueblo de Dios.
  • Seguir al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y pasar con Él a la gracia de la filiación divina, de la fraternidad humana y de la vida eterna… es la salvación definitiva.

 

Sábado Santo

En el silencio de la ausencia en que se pierden los muertos, experimentamos la expulsión de Jesús de la tierra de los vivos. Aguardamos la última palabra del Dios vivo, esperando contra toda esperanza su intervención suprema a favor del Justo: Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron; e intercedió por los pecadores.
 

Vigilia Pascual

  • En la tiniebla de la noche, que simboliza el sufrimiento, el pecado y la muerte, encendemos el cirio pascual: Jesús nos pasa su luz gloriosa.
  • Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Escuchamos la gran Noticia: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¡HA RESUCITADO!
  • Renovamos nuestro Bautismo, por el que nos unimos al Señor resucitado para siempre: Su Vida Nueva, llena del Espíritu del amor de Dios y volcada al amor fraterno, nos hace criaturas nuevas.
  • Con Jesucristo, hijos de su mismo Padre y hermanos, compartimos el Banquete de la Nueva Alianza: la entrega permanente de su amor.
  • Como testigos de la victoria de su Resurrección, somos enviados en misión permanente para anunciar su Vida Nueva, con nuestra vida nueva, a todas las gentes. ¡ALELUYA!

 

Domingo de Pascua

¡Jesucristo nos regala el Espíritu de la nueva creación! Para que estrenemos su nueva conducta, personal y comunitariamente, al servicio de un mundo nuevo, justo y fraterno. Vivamos esta experiencia: unos con otros, unos para otros. ¡Feliz Pascua, Feliz Paso a nueva vida compartida: los últimos ya son primeros!

Pliego íntegro publicado en el nº 2.890 de Vida Nueva. Del 12 de abril al 25 de abril de 2014
 

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