La religión busca su espacio en el debate público

Salón de la UCM de las ponencias del Congreso.

‘Poder y Religión’: la universidad española delibera sobre el encaje jurídico de la fe

Congreso UCM "Poder y religión"

LUIS RIVAS | La intimidad protege; privado no es clandestino. Las principales conclusiones alcanzadas en el congreso Poder y religión en las sociedades democráticas, celebrado los pasados 27 y 28 de marzo en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), establecen que la tolerancia es el germen de la privacidad, como ámbito de desarrollo y alimentación del hecho religioso en las naciones occidentales.

Las jornadas fueron concebidas y organizadas en el marco del proyecto Presente y futuro de la diversidad ideológica y religiosa en España por la mencionada UCM y la UNED, así como por la Universidad Pablo de Olavide, la Universidad de Sevilla y la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones, siendo respaldadas, en cuanto a promoción, por la plataforma de Cristianos Socialistas.

En sus disertaciones, los numerosos ponentes coincidieron en señalar que el respeto se proyecta en las democracias complejas directamente sobre la individualidad, pues la soberanía popular reconoce derechos a las personas y no a los credos. De este modo, la filósofa Amelia Valcárcel, catedrática de la UNED y miembro del Consejo de Estado, especificó que “los derechos religiosos garantizan la libertad religiosa y la no religiosidad”, como mecanismo efectivo “para evitar el fundamentalismo, que no es sino pensar que la verdad religiosa es mejor y superior a cualquier otra, y tratar de imponerla a los demás”.

En este sentido, recordó que la democracia es todavía un sistema minoritario en el mundo, señaló que el islam “es, por divergencia normativa, la religión más conflictiva con nuestra democracia, ya que no ha estado sometida a la Ilustración”, y puso el ejemplo de Israel como Estado fallido, donde credo y rango jurisdiccional han ido siempre de la mano.

En busca de un contexto histórico, el catedrático de la Universidad de Cantabria Ramón Teja repasó la reglamentación jurídica de las creencias en el período comprendido entre el Edicto de Galerio (311 d.C.) y el de Tesalónica (380), cuando, en sus palabras, “el príncipe entró en la Iglesia acompañado del diablo”. “La dicotomía entre ley religiosa y civil no existía en Roma ni Grecia porque sus religiones eran únicas”, evocó, rememorando al obispo Ambrosio, “quien sentó las bases teológicas de la tolerancia religiosa, mientras que Constantino fue el responsable de la modernización y corrupción de la Iglesia”.

Por su parte Emilio La Parra, catedrático de la Universidad de Alicante, detalló la renovación de las relaciones entre Iglesia y Estado en la España de los siglos XVIII y XIX, y cómo los reyes se aprovecharon de la fe para legitimarse, mientras ejercían un poder absoluto sobre las autoridades eclesiásticas de la época. A partir de ese momento, expuso el catedrático de la UCM José Álvarez Junco siguiendo a Donoso Cortés, “la religión fue perdiendo importancia en el ideario de la derecha española, pasando de ser lo primero y más importante a ser sustituida por la patria con Primo de Rivera”.

Salón de la UCM de las ponencias del Congreso.

Cristianismo íntimo y existencial

Andando el tiempo, Antonio García Santesmanes ensalzó la figura del cardenal Tarancón en el debate público del franquismo y la Transición, sin dejar de tomar como modelo “el cristianismo íntimo, existencial y de conciencia de los Ridruejo, Aranguren o Laín, un cristianismo de izquierdas que tiene un papel importante para deslegitimar la dictadura”.

El catedrático de la UNED valoró asimismo “el fracaso de Felipe González y Zapatero a la hora de renegociar-derogar los Acuerdos con la Santa Sede” e insistió en la necesidad, “casi utópica”, de “una asignatura seria de Hecho Religioso, relacionada indisolublemente con la Historia, la Filosofía y el Arte”. A propósito de esta coyuntura contemporánea, Carlos García de Andoín, doctor en Ciencias Políticas y asesor para Asuntos Religiosos del Gobierno Zapatero, presentó un informe de Foreign Policy intitulado ‘Dios vuelve a la política’ para ilustrar “el auge en todo el mundo de las cualidades religiosas de los políticos, que con frecuencia determinan qué candidatos ganan las elecciones”.

En su opinión, “asistimos a una repolitización de las religiones en nuestras sociedades”, y recurrió al habitual Choque de civilizaciones de Samuel Huntington en su discurso. Para finalizar, y apoyándose en los diálogos entre Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger, sentenció que “lo importante no es si la religión debe participar en el debate político o no; la cuestión es cómo y de qué manera puede hacerlo”.

En el nº 2.889 de Vida Nueva

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