Francisco Martínez Rojas: “La memoria es la raíz de la Iglesia”

Francisco Juan Martínez Rojas, deán de la catedral de Jaén y presidente de los Archiveros de España

Presidente de los Archiveros de la Iglesia

Francisco Juan Martínez Rojas, deán de la catedral de Jaén y presidente de los Archiveros de España

LUIS RIVAS | Su disciplina evoca saberes polvorientos, fragmentos de historia que van y vienen del olvido al presente y viceversa de la mano juiciosa del archivero. Natural de Vilches, el jienense Francisco Martínez Rojas es doctor en Historia de la Iglesia y diplomado en Archivística, una suerte de entomología que conserva viva y fresca la raíz de la fe católica, unida inexorablemente a la memoria de la sociedad española en aquella antigüedad en soporte papel.

Archivero diocesano y capitular de Jaén, preside también la Asociación de Archiveros de la Iglesia en España, que el miércoles 2 y el jueves 3 de abril celebrará las IX Jornadas de Archiveros de la Iglesia en la sede de la Conferencia Episcopal de Madrid. Consciente de que su ciencia hiberna bajo otros, rutilantes legados artísticos, pide sensibilidad para combatir el prejuicio, sin olvidar nunca la humildad que impone estar al servicio de la cenicienta del patrimonio cristiano.

PREGUNTA.- ¿Cómo es el mundo de un archivero?

RESPUESTA.- Podríamos decir que es variopinto, ya que no se puede hablar de esta profesión como de un todo homogéneo. Habría que diferenciar, por ejemplo, los archivos diocesanos de los capitulares o los parroquiales, aunque siempre exista una temática común a todos ellos, como la conservación, catalogación y difusión de los contenidos.

P.- Pero son conscientes de que su labor no resulta muy atractiva al público…

R.- Entre los archiveros solemos decir que nuestra labor es la cenicienta del patrimonio cultural de la Iglesia, puesto que es evidente que no es tan atractiva como la arquitectura, la pintura, la escultura, la biblioteconomía o incluso la música. Pero la documentación es un bien cultural, además de histórico, que nadie se olvide. Para descubrir ese valor que sin duda tienen nuestros archivos yo diría que hay que acercarse a ellos sin prejuicios ni miedo, desarrollar esa cierta sensibilidad para con la historia, tan necesaria para cultivar la memoria y apreciar la preservación… Si estas circunstancias no se dan en una sociedad, es posible que los archivos se vean como algo muerto, incluso como un lastre que hay que arrastrar. La memoria es la base y raíz de la Iglesia, lo que Pablo VI denominó transitus Domini, y ese origen permanece conservado en los archivos.

Cultura secular

P.- ¿Cuáles son las piezas más valiosas que atesoran?

R.- Es complicado de determinar, puesto que, por ejemplo, sería preciso establecer un criterio de valoración. Si se atiende a un orden cronológico, en los archivos del norte se encontrarían sin duda materiales más importantes que en los del sur. En Jaén, por ejemplo, los archivos más antiguos que tenemos datan de mediados del siglo XVIII, mientras que en el Diocesano de Barcelona se pueden encontrar documentos del siglo VIII; del X en Asturias y en Galicia…

P.- Y eso, de entre los que se salvaron de la desamortización…

R.- Y a pesar de los expolios en los conventos diocesanos, puesto que buena parte de archivos de una riqueza incalculable pasaron a incluirse con las desamortizaciones en el Archivo Histórico Nacional, sección Clero. Pese a ello, contamos con una riqueza muy importante, que atañe a la Iglesia pero también a la sociedad. Solo con las partidas de nacimiento, matrimonio y muerte, por ejemplo, la Iglesia ha mantenido la memoria de las actividades más importantes de la sociedad española durante siglos, cuando aún no había registros. Como comentaba antes, es muy difícil elegir qué documentos son más valiosos, puesto que depende del baremo: el Tumbo de los Reyes de Santiago tiene unas miniaturas extraordinarias y data de los siglos XII y XIII, pero a lo mejor hay quien opina que una partida de bautismo del XV, que se adelantará 80 años a los cánones del Concilio de Trento, es históricamente más relevante.

P.- ¿En qué medida han cambiado su trabajo las nuevas tecnologías?

R.- Para empezar, la Asociación de Archiveros de la Iglesia en España tiene una página web (www.scrinia.org) donde se recogen la naturaleza y estatutos de nuestro trabajo, y donde se guía, entre otras cosas, la navegación y búsqueda de documentos. Hace dos años organizamos también unas Jornadas Técnicas de Archiveros, durante las que se trabajó en dos frentes: por un lado, la utilización de recursos informáticos para la catalogación de la ingente información de que disponemos y, por otro, la digitalización de todos esos documentos. Para algunos de estos adelantos contamos con ayudas económicas y para otros, no. Así, uno se encuentra con proyectos que todo el mundo sabe cuáles son o cuáles deberían ser, pero que a la hora de la verdad se ve que son difíciles o poco menos que imposibles debido a trabas puramente económicas.

En el nº 2.888 de Vida Nueva

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