Celebrado el XI Encuentro Misionero de Jóvenes

Celia Martínez con otros participantes en el Celebrado el XI Encuentro Misionero de Jóvenes 2014

Celia Martínez, 26 años: “Dios marca el corazón para que sea misionero”

Celia Martínez con otros participantes en el XI Encuentro Misionero de Jóvenes 2014

FERNANDO REDONDO | Más 150 jóvenes, atendiendo a su vocación y compromiso misionero, convocados por las Obras Misionales Pontificias (OMP) en el XI Encuentro Misionero de Jóvenes, bajo el lema Ayúdanos, tomado de la Carta a los Hebreros. No puede ser una casualidad. Más bien es una realidad del movimiento misionero existente en todas las diócesis españolas.

Por ello, no es raro que Celia Valdivia Medina, de Jaén, con 26 años, preguntada sobre cómo animaría a un joven a que participara en la misión, para despertar su conciencia misionera, diga con rotundidad “atrévete, ayúdame”, enlazando esta petición con el hilo conductor del encuentro misionero y con las palabras de Santiago, un seminarista de China.

Fue el testimonio de este seminarista chino el que abrió las experiencias. Santiago, del que no se pueden dar más datos por la situación que la Iglesia está viviendo en China, habló sobre la persecución religiosa afirmando que “vale la pena vivir la fe aunque te persigan; Cristo es más importante que cualquier cosa”, y con la pasión y el entusiasmo del que vive la fe con valentía recordó a todos los jóvenes que “la fe es apasionante”.

También recordó que “nuestros hermanos de otros países, entre ellos la población cristiana de China, también viven la misma fe que nosotros, pero de una manera distinta, lo que nos tiene que ayudar”.

Celia Martínez nos desvela otro testimonio, nos da la clave para trasladarnos de China a Nigeria, diciéndonos que “el testimonio de Kenneth me ha marcado, con la situación que estamos viviendo ahora (en Ceuta y Melilla)”. Kenneth Chukwuka es el primer sacerdote hispanonigeriano, de la Diócesis de Murcia, quien decidiera ser sacerdote y entrar en el seminario “la noche que pasé en patera con 98 personas”. Durante su intervención, narró su travesía por el desierto y los dos años que vagó por Marruecos.

“Estuve más de tres veces en el desierto, donde vi morir a muchas personas, un momento muy difícil pues no podía ir a España, mi otra alternativa era cruzar en patera”. En la patera fue el lugar donde realizó la promesa de ser sacerdote si salía de esa situación: “Se paró el motor de la patera. Muchos murieron. Entonces, prometí al Señor que si me salvaba le consagraría mi vida”.

Lo cumpliría acercándose a la iglesia de San Andrés, donde “el sacerdote Jesús Abenza me animó a rezar; después de mucho tiempo orando y acudiendo a la iglesia, fui al seminario. No podía defraudar los planes de Dios”.

Entre otros testimonios también destaca el que nos llevó a Sudán del Sur, un trayecto conducido por Íñigo Ilundain. Con todo, Celia, que nos está guiando durante todo el encuentro, anima a la misión: “No se lo piensen, que la mente juega malas pasadas. Dios sigue marcando el corazón para que sea misionero. No se lo piensen y tírense al charco. Serán muy felices”.

En el nº 2.888 de Vida Nueva

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