Religiosos y laicos, juntos en una misión compartida

una laica y una religiosa juntas

Madrid acoge ‘Juntos Somos Más’, el I Encuentro de Laicos vinculados a familias religiosas

una laica y una religiosa juntas

FRAN OTERO | Este sábado 22 de marzo, religiosos y laicos dan un paso más en su trabajo común por la evangelización en todos los ámbitos de la vida con el I Encuentro de Laicos en misión compartida bajo el título Juntos Somos Más, una iniciativa que busca reflexionar y visibilizar la dimensión eclesial del laicado que comparte la espiritualidad y la tarea evangelizadora de la Vida Consagrada.

Se trata de dar voz a los laicos que en la vida profesional llevan a cabo su vocación cristiana desde la espiritualidad de diversas familias. Por ello, durante el encuentro, al que asistirán cerca de un millar de personas, habrá espacio para el conocimiento mutuo y para compartir experiencias y testimonios.

“Son Iglesia, pero es necesario visibilizarlo. Su tarea es evangelizadora y misionera allí donde trabajan. Es cierto que en su mayoría no pertenecen a las organizaciones ni a las estructuras diocesanas, pero eso no debe interpretarse como que no forman parte sustantiva de la Iglesia y de las iglesias particulares. Sería un grave error, no solo de forma, sino de fondo”, explica Elías Royón, coordinador del evento.

Precisamente fue este jesuita el que impulsó su celebración cuando era presidente de CONFER –ahora asumido completamente por su sucesor, el claretiano Luis Ángel de las Heras– tras consultar a cerca de una veintena de superiores mayores de diversas familias religiosas, que acogieron con entusiasmo la iniciativa y animaron a ponerla en marcha.

En cualquier caso, continúa Royón, la misión compartida es una realidad “constatable” en muchas congregaciones, de la que se habla con naturalidad: “Han pasado décadas desde que se iniciara este nuevo modo de entender la colaboración de los laicos en las instituciones religiosas; no es una sustitución, sino un compartir la misión común de Jesucristo desde la especificidad de ambas vocaciones. La misión compartida no es univocidad, sino espacio de diversidad y complementariedad. Se está recorriendo un camino con decisión, pero a la vez se requieren todavía unos procesos prácticos y de reflexión, que implican tanto a laicos como a religiosos”.

Para el coordinador de la Jornada, la congregaciones están haciendo realidad la misión compartida cuando comparten el legado espiritual de su familia religiosa, profundizan en la misión, incluso con puestos de liderazgo, y responden al desafío de la formación.

Si bien es cierto que los laicos han ocupado muchos lugares en los que antes estaba la Vida Religiosa (VR), también lo es que el creciente protagonismo de los laicos no debe achacarse exclusivamente a la escasez de vocaciones religiosas y sacerdotales. “Desde el Concilio –explica Elías Royón– se toma conciencia cada vez más de que los laicos deben tener parte activa, consciente y responsable de la misión de la Iglesia. En el primer posconcilio se acuñó la frase de que la Iglesia del futuro sería ‘la Iglesia de los laicos’. En la VR vamos comprendiendo que la misión compartida es una toma de conciencia eclesial sobre el laicado”.Vida y misión compartidas, José María Arnaiz, PPC

Y es que, según Royón, “la nueva evangelización no es posible sin contar con los laicos y sin fomentar la comunión eclesial, de la cual ellos también forman parte con responsabilidades propias; una comunión que no es uniformidad ni homologación, sino una comunión integrada por una diversidad convergente y enriquecedora”.

Carismas, propiedad de todos

“La novedad de una nueva relación entre los religiosos y los laicos llega con la vivencia de los carismas, porque los carismas son propiedad de todos”. Esta es la buena noticia que proclama el religioso marianista José María Arnáiz en su último libro, Vida y misión compartidas. Laicos y religiosos hoy, editado por PPC.

De hecho, a lo largo de este interesante texto, el que fuera secretario general de la Unión de Superiores Generales en Roma aborda las causas que llevan a la promoción de la misión compartida, así como de los carismas como fuente para la misión y de la importancia de trabajar, laicos y religiosos, sin confundirse. Del mismo modo, hace un análisis del nuevo ecosistema eclesial y sociocultural, de la realidad de la misión y vida compartidas y apuesta por un camino hacia “la familia carismática” como horizonte de laicos y consagrados.

Una reflexión que, según el autor, debe llevar a ambos actores a la renovación y a pasar a la acción: “Como política a seguir, sugerimos la siguiente: no temer reducir y disminuir presencias; hay que apuntar a juntar fuerzas vivas que actúen concertada y participativamente”.

En el nº 2.887 de Vida Nueva.

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