EDITORIAL VIDA NUEVA | Ha pasado de acaparar titulares hace medio año a ocupar apenas un breve de vez en cuando, pero la población de la República Centroafricana –la que todavía permanece en el país– sigue sufriendo las consecuencias del enfrentamiento que mantienen las fuerzas de la Seleka y las milicias anti-balaka.
Algunos hablan de un conflicto religioso entre musulmanes y cristianos, pero la realidad diaria ha acabado demostrando que son otros motivos (e intereses) los que azuzan el odio entre compatriotas. Porque, sobre el terreno, lo único que no ofrece dudas es que, durante estos meses, la comunidad católica ha abierto las puertas de sus templos y casas para dar cobijo a sus vecinos, también musulmanes.
De nuevo, como ocurre más de lo deseable en tantos rincones del mundo, la Iglesia vuelve a ser el único –y, por desgracia, el último– refugio en medio de la violencia y el sinsentido de la guerra. ¡Más madre que nunca!
En el nº 2.887 de Vida Nueva.
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- A FONDO: República Centroafricana, una Iglesia que protege (si es suscriptor, reportaje íntegro)
