Editorial

Cambios en la CEE: voces que proclamen la verdad en la caridad

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Asamblea Plenaria de la CEE 11-14 marzo 2014

EDITORIAL VIDA NUEVA | La Iglesia que peregrina en España vive estos días, con gozo y esperanza, no solo el primer aniversario del pontificado de Francisco, sino también la renovación de los cargos en el seno de la Conferencia Episcopal. Se habla del final de un ciclo, de una etapa nueva, de una era distinta. Titulares de un tiempo periodístico, al fin y al cabo. Lo importante es el futuro; siempre el futuro.

Y así lo han visto los obispos españoles, que, tras su visita ad limina a Roma, han elegido un nuevo cuadro de responsables para el próximo trienio en el colectivo episcopal. Presidente, vicepresidente, Ejecutivo, Permanente y presidencias de comisiones.

Al frente, el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez; vicepresidente, el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, dos hombres avezados en el gobierno episcopal y conocedores de Añastro.

Más allá de las personas y los nombres, hay algo que los cristianos de las distintas Iglesias particulares, los sacerdotes, los religiosos, los movimentos laicales y la mucha gente que con buena voluntad mira a la Iglesia desde distancias diversas piden, buscan y desean: que los obispos trabajen por una comunión afectiva y efectiva que integre a todos; que sepan alentar en el camino, no fácil, en una sociedad que pide una palabra de aliento; y que sepan ser siempre testigos de la verdad en la caridad. Son tres deseos vivos y clamorosos.

Quizás el cansancio de los últimos años ha hecho que no se percibiera ese deseo, pero todos tenemos derecho al cansancio; en la tregua, se verán mejor las cosas. Tres grandes retos que este nuevo equipo va, sin duda, a luchar por responder.

  • El primero, la comunión en el seno del Episcopado. Quizás se ha escenificado demasiado la fragmentación y haga falta ahora un adecuado trabajo para mostrar esa comunión, menos monolítica, más abierta, dialogante en la firmeza, pero dejando que los pastores hablen, se expresen y comuniquen la gran riqueza de su tarea pastoral. Es comunión afectiva y efectiva, no es sucursalización.
  • En segundo lugar, un equipo que integre a todos. Y es muy importante en sus comisiones y grupos de trabajo. En el organigrama de las distintas comisiones y secretariados no ha habido cambios desde hace décadas, y se resisten. En algunos se ha hecho un buen trabajo, pero no una oportuna retirada; en otros, sí. Los equipos de trabajo, las formas y maneras, así como las ideas, han de remozarse, dando paso a esa variedad enriquecedora de las Iglesias particulares, que buscan en estas comisiones una fuente de recursos que les ayuden en la tarea pastoral. Comunión en la diversidad y en la riqueza, eliminando el pensamiento único, el sello que tantas veces han negado, creyéndolo propio. Y hacer que la Casa de la Iglesia esté viva.
  • Y, en tercer lugar, han de ser en este momento crucial de nuestro país una voz que exponga la verdad, con timbre de caridad; esa verdad han de darla a conocer con alegría. Los cristianos españoles quieren ver a sus obispos valientes, pero con palabras dulces y acogedoras; con sonrisas abiertas, sin desdén ni malos gestos. Quieren verlos al frente en la sencillez y en la propuesta. Solo se les pide que estén unidos y transmitan ilusión. Es poco; y es mucho.

En el nº 2.886 de Vida Nueva. Del 15 al 21 de marzo de 2014

 

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