‘Emperador’: ganar la paz

Emperador, película de cine

Emperador, película de cine

J. L. CELADA | El bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, no solo consumó la ocupación estadounidense de Japón, sino que puso fin a la II Guerra Mundial con la victoria de los aliados y la rendición de las potencias del Eje. Sin embargo, de entre aquella ruina humeante de cadáveres, dolor y miseria, emergía la fidelidad de un pueblo a su emperador, lo que generó serias dudas en el invasor sobre las consecuencias de esa capitulación. Concluida la contienda más cruel, había llegado el momento de ganar la paz. No bastaba con imponerla. Debían ser vistos como liberadores, no como conquistadores.

De todo ello –y algo más– nos habla este Emperador de Peter Webber. El nuevo trabajo del director de La joven de la perla (2003) recrea un episodio apenas conocido en torno al desenlace del conflicto, cuando el general Douglas MacArthur (un convincente Tommy Lee Jones), por entonces comandante supremo de las Fuerzas Aliadas en el frente del Pacífico Sur y responsable de la reconstrucción nipona, recibió el encargo de investigar a Hirohito para determinar si debía ser juzgado como criminal de guerra o recibir la protección de su país. Misión que él, más pendiente de su carrera política y de salir en la foto, encomendaría al también general Bonner Fellers (un Matthew Fox demasiado intenso).

A partir de ese momento, el protagonista de la cinta dispondría de un plazo de diez días para recabar testimonios entre el bando enemigo que contribuyesen a dar respuesta a la gran preocupación del Gobierno del presidente Truman: ¿qué hacer con Su Majestad? ¿Destronarle y detenerle? ¿O perdonarle e incorporarle a la causa de la reconstrucción?Emperador, película de cine

Tomar tan comprometida decisión exigía conocer de primera mano cuál fue el papel del emperador en la guerra o su influencia real en el ataque a Pearl Harbor (1941). Y quién mejor para hacerle el trabajo sucio a MacArthur que un hombre con especial debilidad por Japón. Circunstancia que el realizador justifica con una subtrama amorosa sin interés, tejida a base de flash-backs que nos llevan del incipiente noviazgo en una universidad norteamericana, allá por los años 30, a la búsqueda de la joven en medio del horror presente.

Bien es cierto que su periplo nos permite descubrir los contrastes entre Occidente y la tradición nipona, con su sentido del honor y del deber o su código de lealtad y obediencia (“si entiendes la devoción, entenderás a Japón”, se nos repite una y otra vez). También recordar otros argumentos de la geopolítica mundial por los que no pasa el tiempo, como la ocupación de un territorio por la fuerza o la importancia de no confundir justicia con venganza.

Ahora bien, que el espectador abandone la sala con la sensación de haber asistido a un drama histórico inédito, no le impide reconocer de inmediato que Emperador es una película correcta… y a ratos aburrida.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Emperor.

DIRECCIÓN: Peter Webber.

GUIÓN: Vera Blasi y David Klass, sobre el libro La salvación de Su Majestad, de Shiro Okamoto.

FOTOGRAFÍA: Stuart Dryburgh.

MÚSICA: Alex Heffes.

PRODUCCIÓN: Gary Foster, Russ Krasnoff, Yoko Narahashi, Eugene Nomura.

INTÉRPRETES: Matthew Fox, Tommy Lee Jones, Kaori Momoi, Colin Moy, Isao Natsuyagi, Masayoshi Haneda, Eriko Hatsune, Toshiyuki Nishida.

En el nº 2.886 de Vida Nueva

Compartir