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Del lado de los pobres. Teología de la liberación


Una obra de Gustavo Gutiérrez y Gerhard Ludwig Müller (San Pablo, 2013). La recensión es de Diego Tolsada

Del lado de los pobres, Gustavo Gutiérrez y Gerhard Ludwig Muller, San Pablo

Título: Del lado de los pobres. Teología de la liberación

Autores: Gustavo Gutiérrez y Gerhard Ludwig Müller

Editorial: San Pablo, 2013

Ciudad: Madrid

Páginas: 184

DIEGO TOLSADA | Esta obra es la edición castellana del original alemán aparecido en 2004, recogiendo algunos artículos anteriores a esa fecha. Tal retraso no es óbice para celebrar su aparición, pues nos ofrece una valoración muy positiva de esta corriente teológica de la mano de dos firmas cualificadas: su principal representante y el actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

No es ni entrevista ni diálogo, sino tres artículos de cada autor, alternados uno a uno. Comienza el libro con un artículo de Gustavo Gutiérrez de 1994 presentando la función eclesial de la teología de la liberación (en adelante, TL): para entonces, ya se habían producido las principales intervenciones de Roma sobre esta teología y Gutiérrez quiere incorporar esas indicaciones, pero sin renunciar a la necesaria incidencia del Reino en la convivencia social.

Reconoce que, en la primera etapa de la TL, se produjeron tanto “deslizamientos” como “dificultades de comprensión”. Pero este proceso ha sido para bien, pues la TL ha dado su fruto, al ser la opción preferencial por los pobres una perspectiva capital incorporada al Magisterio de la Iglesia. Le queda por delante, a partir del encuentro de Santo Domingo (1992), el trabajo por la promoción de la dignidad humana y por una evangelización inculturada.

También Müller, en su primer artículo, afirma que la TL es una de las corrientes más significativas de la religión católica del siglo XX, abordando a continuación su vigencia permanente, su relación con el contexto social y teológico de Europa, y trazando una perspectiva universal del “nosotros” como Iglesia universal al servicio del mundo.

En su segunda aportación, Gutiérrez aborda las tareas de la TL ante los retos planteados por la posmodernidad: dar respuesta a esta posmodernidad globalizadora que vivimos, la pobreza que padecen dos tercios de la humanidad y el pluralismo religioso con el consiguiente diálogo interreligioso, aunque se centra especialmente en la pobreza.

Insiste en que la opción preferencial por los pobres es la aportación más sustantiva de la TL a la Iglesia. Esta opción no es solo fruto del análisis social, sino algo que brota de la esencia del Evangelio e implica ver la historia desde el reverso, desde las víctimas. Termina insistiendo en que, desde el principio, la TL, en contra de algunas críticas, incluyó una fuerte espiritualidad, aunque hay que seguir profundizando en ella.

Teoría y praxis

La segunda aportación de Müller es muy relevante, pues hace frente a las tópicas acusaciones contra el método de la TL. Comienza reconociendo que esta sigue siendo necesaria, pues hay aún mucho dolor e injusticia. El enfoque propio de la TL es la salvación de Dios aquí, en unidad de teoría y praxis. El análisis social que le sirve de punto de partida no es un elemento profano, anterior a la teología, sino que forma parte de esta, pues quiere hacer frente a la situación social que se revela injusta y pecaminosa desde la experiencia del Dios de la Biblia, que se opone radicalmente a cualquier esclavitud. Hay una profunda unidad de método y contenido, que se tornan inseparables. Esto permite responder a las acusaciones de sociologismo y comunismo que se han hecho contra ella.

La tercera contribución de Gutiérrez es su importante artículo “¿Dónde dormirán los pobres?” (1996)… en este mundo posmoderno (muy distinto del que originó la primera TL). De nuevo, hace balance de lo que la TL ha aportado a la Iglesia de hoy: la opción preferencial por los pobres, exigida por la marginación y la pobreza que reclaman justicia y basada en la gratuidad del amor de Dios, especialmente para los más pequeños, el Dios del Reino, y no un mero análisis social.

Preferencia habla de no exclusividad, pero subraya quiénes deben ser los primeros, aunque no los únicos. Es una clara opción teocéntrica y, por lo mismo, sobre todo una andadura espiritual, un estilo de vida (y no solo una reflexión teórica). Un análisis muy conciso pero profundo de la posmodernidad pone aún más de relieve que la TL tiene mucho por hacer en la sociedad actual, especialmente en tres temas: el Reino y su justicia hoy, el diálogo intercultural, y la ética de la solidaridad, con el estudio del destino universal de los bienes de la Tierra y el de la deuda externa.

Cierra el libro una reflexión de Müller sobre el futuro de la Iglesia, que debe articularse en torno a la solidaridad en Cristo. Agradece la aportación de Gutiérrez y reconoce que la TL ha contribuido a una mayor pluralidad interna de la Iglesia.

Y sin embargo…

La lectura de esta obra deja una primera impresión: dos autores de trayectorias y situaciones tan significativas pero tan distintas se muestran profundamente de acuerdo en lo fundamental, la reivindicación de una teología que, más allá de críticas más o menos justificadas, ha hecho mucho bien a la comunidad cristiana y a la humanidad, y aún tiene mucho por hacer y por decir. Esto sigue siendo muy importante para nuestra Iglesia de hoy y es el gran mérito del libro.

Pero tampoco se puede escapar a una segunda impresión: ¡qué modos tan distintos de hablar y de hacer teología! La sencillez y la cercanía a la realidad de Gutiérrez contrastan llamativamente con el estilo académico europeo de Müller. Es tal vez un signo patente no solo de las diferencias de estilo o talante de ambos autores, sino de la praxis de la TL, que solo puede ser hecha desde el sufrimiento compartido de la marginación y la injusticia, lo que se traduce no solo en los contenidos sino en el mismo discurso.

Tremenda pregunta final que, si la opción por los pobres es preferencial, debemos hacernos los creyentes de nuestra Iglesia europea: ¿podemos hacer TL desde aquí?, ¿qué obstáculos nos lo impiden y cómo podríamos removerlos?

En el nº 2.886 de Vida Nueva

Actualizado
13/03/2014 | 17:45
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