La blasfemia centra un foro internacional en Barcelona

seminario interdisciplinar sobre difamación y blasfemia en Barcelona organizado por el Observatorio Blanquerna de Comunicación, Medios y Religión 2014

Su convivencia con la libertad de expresión fue abordada desde el Derecho y los medios

seminario interdisciplinar sobre difamación y blasfemia en Barcelona organizado por el Observatorio Blanquerna de Comunicación, Medios y Religión 2014

MIRIAM DÍEZ BOSCH (BARCELONA) | Hablar de Dios tiene sus riesgos. En Barcelona ha tenido lugar un seminario interdisciplinario sobre difamación en relación con las creencias religiosas, en el cual han participado expertos de varios países que han abordado el tema desde la vertiente del Derecho, los medios o la publicidad. El encuentro es una de las actividades del RISECI, el proyecto europeo Religion in the Shaping of European Cultural Identity, liderado por el Observatorio Blanquerna de Comunicación, Medios y Religión de la Facultad de Comunicación Blanquerna.

El profesor Tim Jensen, secretario general de la IAHR (The International Association for the History of Religions) y jefe del Departamento de Historia de las Religiones en la Universidad del Sur de Dinamarca, ilustró el polémico caso de las viñetas de Mahoma aparecidas en el diario danés Jyllans Posten, explicando que para los musulmanes “Mahoma es parte de sus cuerpos”, narrando a su vez cómo la viñeta de la cabeza del profeta con una bomba encima desató la ira de la comunidad islámica –y no solo– en Dinamarca.

Jensen habló de la “trivialización de la islamobofia” y se preguntó “qué es sacro hoy en día, si la religión o la vida animal”, aludiendo a algunos casos actuales de protestas en el contexto europeo.

Entre el periodismo y la herejía

La censura en nombre de la religión o de Dios fue el tema abordado por Malena Mangas, jefa de Comunicación de Reporteros sin Fronteras. Mangas expuso el informe Blasfemia: la información sacrificada en el altar de la religión, en el que se muestra la difícil articulación entre la “libertad de información y la vulneración del sentimiento de los creyentes”.

El informe recuerda que, “en el Irán de los mulás o en los emiratos del Golfo Pérsico, los periodistas son tildados de herejes en cuanto se atreven a informar sobre prácticas de poder poco santas de un régimen o de su clero”. Para Mangas, el peligro reside en que, en muchos países, “criticar al Gobierno” se convierte en “criticar a la religión”, por la connivencia de política y credo institucionalizado.

En la sesión sobre blasfemia se dijo también que hay “diferentes tipos de leyes que penalizan los ataques a la religión o a los sentimientos de los creyentes”. Visto en un mapa, se observó que dichas leyes existen en casi la mitad (el 47%) de los países del mundo. “Solo los estados islámicos de la línea más dura criminalizan la apostasía o el acto de renunciar a la propia religión, que se castiga con la muerte en ciertos casos”, destaca el informe.

Pero la blasfemia está penalizada en al menos 31 países, entre ellos Grecia, Italia e Irlanda (que ha actualizado la legislación en 2010), mientras que la “difamación de la religión” constituye un delito en 86 países.

Imágenes de campañas rompedoras de Benetton, así como de publicidad que juega con la religión en Nueva Zelanda hilvanaron en cambio el discurso del vicedecano de Tecnología de la misma facultad, el doctor Josep Rom, que recordó cómo “la publicidad es conservadora y tiene miedo de lo nuevo”, y citando a Pablo VI, manifestó que “nadie puede escapar a la influencia de la publicidad”. Rom afirmó que, “cuando la religión desaparece de la publicidad, es porque desaparece de la sociedad”.

La profesora de Derecho Constitucional Mar Aguilera, de la Universidad de Barcelona, presentó casos de líderes públicos sometidos al ojo de la crítica, como el Rey de España, y recordó que los líderes religiosos tienen que entender que serán criticados en cuanto son personajes públicos, volviendo sobre la lábil frontera entre libertad de expresión y protección de los sentimientos religiosos.

El profesor y poeta Carles Torner, por su parte, afirmó que cuando hablamos de “antisemitismo” no nos referimos a un tema religioso y por lo tanto no es blasfemia, sino insulto a las víctimas del Holocausto”, y advirtió que el discurso de la dignidad humana es muy delicado. Torner dijo que “el antisemitismo es parte de nosotros, de la cultura europea”, y argumentó su posición con algunos ejemplos, entre ellos el del polémico Dieudonné en Francia, cuyas actuaciones han sido tildadas de antisemitas.

Los expertos reunidos en el seminario insistieron en la fragilidad de los conceptos de “blasfemia” y “difamación de la religión”, no coincidentes según se aborde el tema jurídicamente o desde el punto de vista estrictamente religioso o mediático. Las ponencias serán publicadas próximamente en un libro recopilatorio.

En el nº 2.885 de Vida Nueva

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