Eduardo Robles-Gil: “Si hacemos bien nuestro trabajo, la Legión tendrá prestigio”

Eduardo Robles-Gil, nuevo director de la Legión de Cristo

Nuevo director general de los Legionarios de Cristo

Eduardo Robles-Gil, nuevo director de la Legión de Cristo

Texto y fotos: DARÍO MENOR (ROMA) | El mexicano Eduardo Robles-Gil es el director general que la Legión de Cristo eligió en el capítulo general concluido en Roma a finales de febrero. Recibe a Vida Nueva poco después de haberse visto con Francisco al término de la audiencia general del 26 de febrero.

Cerrado ya el oscuro período marcado por los delitos y pecados de su fundador, Marcial Maciel, y la posterior intervención del Vaticano por medio de un delegado pontificio, el cardenal Velasio De Paolis, el principal cometido de Robles-Gil será recuperar la confianza hacia los legionarios y evitar que se repitan los errores del pasado.

PREGUNTA.- ¿Qué le dijo el Papa?

RESPUESTA.- Yo quería presentarme, decirle que estamos muy agradecidos por la ayuda que nos ha dado la Iglesia y pedirle una bendición para los legionarios y para mí. Pero no me dejó terminar; cuando le dije que era el nuevo superior, me comentó: “Así que ha sido a ti al que le ha tocado”. También me dijo tres veces: “Yo te apoyo, no quiero que esto fracase”. Él sabe que estamos saliendo de una dificultad muy grande. Había voces dentro y fuera de la Iglesia que pedían nuestra desaparición.

P.- ¿Ve a la congregación con capacidad para caminar sola?

R.- Sin lugar a dudas. Somos 954 sacerdotes, eso es una fuerza muy grande. Tenemos muchas instituciones exitosas. El hecho de que necesitáramos un acompañamiento se debe a dos motivos principales. El primero es que, en un momento de crisis, alguien que viene de fuera te puede ayudar a ver las cosas de manera distinta, con más separación. La Iglesia también nos pedía una obediencia y un ejercicio de la autoridad más de acuerdo a los nuevos documentos eclesiásticos, con mayor participación de toda la congregación. Eduardo Robles-Gil, nuevo director de la Legión de Cristo

P.- ¿Cómo puede lograrse que las decisiones tomadas en el capítulo calen a toda la congregación?

R.- El capítulo es parte de un proceso. Ya bajo la guía del cardenal De Paolis, comenzamos a delegar la autoridad hacia abajo. El gobierno que teníamos, más que autoritario, era sumamente centralizado. La autoridad estaba demasiado centralizada, lo que puede haber dado origen a algunas decisiones autoritarias. Ahora la autoridad está delegada en los territorios, en las provincias. Las casas y las obras tienen un margen de decisión. Además, cada superior tiene su consejo.

P.- En la carta que acompañó a su nombramiento se hacía una clara petición de perdón por los delitos y crímenes cometidos por el fundador, pero se sugería también una cierta connivencia de una parte de la cúpula de la congregación.

R.- No es la idea de connivencia la que se decía en el documento. Se decía que manejamos mal la información, lo que estaba originado por una decisión equivocada. Se decidió informar a todo el mundo en el verano de 2008. A mí me lo comunicaron siendo superior de una casa. Vino el P. Álvaro Corcuera, reunió a los superiores del territorio de México y nos dijo que las acusaciones eran ciertas. Parte de las personas no se explican, y es comprensible, por qué no se dijo inmediatamente que llegamos a la convicción de que eso era verdad. Hay que darse cuenta de que el P. Álvaro fue elegido en 2005. Sabemos que los primeros legionarios que hablaron a inicios del año siguiente no fueron creídos. Hay un error de juicio, por no creer a alguien que te está diciendo algo que estaba en los medios desde 1997. Más que una connivencia, como tú decías, o un encubrimiento, como dicen otros, hay un defecto de comunicación. En realidad, si hablamos de quién encubrió, podemos hablar de víctimas internas y víctimas externas, que nunca dijeron lo que les había pasado hasta mucho después. Los externos lo dijeron en 1997, pero al principio no fueron creídos. Desde los años 70 alguna carta llegó al Vaticano, pero no lo podemos comprobar.

“En el asunto de los delitos de Maciel,
hay un error de juicio por parte de la Legión,
por no creer a alguien que te está diciendo algo
que estaba en los medios desde 1997.
Más que una connivencia o un encubrimiento,
hay un defecto de comunicación”.

P.- ¿Cómo era la vida del fundador para que todo lo que pasaba dentro de su círculo no se supiera? ¿No hubo nadie que conoció estos delitos y fue su cómplice?

R.- Cómplice no, porque un cómplice es alguien que te ayuda a cometer un delito.

P.- O que lo encubre.

R.- Hoy decimos claramente que vamos a recibir todas las acusaciones que haya sobre cualquier legionario en cualquiera de nuestras obras y las vamos a tomar en serio. Ciertamente, vemos con claridad que fue de las cosas en que se equivocó la Iglesia al no haber creído alguna denuncia y haber cambiado de lugar a algún sacerdote, pensando que se había arrepentido. Con la conciencia que tenemos hoy de la gravedad y del dolor que tienen las víctimas, lo consideramos intolerable en el sacerdocio. Benedicto XVI dijo que no hay lugar para estas personas en la Iglesia. Hoy sabemos claramente qué se debe hacer. Si sé que un padre se fue de parranda, tal vez hable solo con él; pero si es algo grave, como un abuso de menores, lo tenemos que denunciar tanto a las autoridades eclesiásticas como a las civiles. Eduardo Robles-Gil, nuevo director de la Legión de Cristo

“Garza y Corcuera no son encubridores ni cómplices”

P.- ¿Exime usted de las posibles culpas que pudieran derivar de los delitos cometidos por el fundador a los miembros de la cúpula de entonces, como el P. Garza o el P. Corcuera?

R.- Totalmente. Permítame que le diga algo sobre el fundador. Él, sobre todo al final de su vida, cuando mantenía una convivencia estable con una mujer, se iba por ejemplo a España y, para nosotros, lo hacía para descansar. Pero, en realidad, no iba a descansar. A los padres Garza y Corcuera los conozco muy bien desde hace muchísimos años. Absolutamente no son ni encubridores ni cómplices.

P.- ¿Cree entonces que son víctimas colaterales?

R.- De Paolis dijo en su homilía que los legionarios de alguna manera somos víctimas.

P.- ¿Usted se siente víctima?

R.- He sufrido por la situación de alguien que representó a la Legión, que yo quise mucho y me siento dañado, pero no me gusta la palabra víctima.

P.- ¿Cómo era su relación con el fundador?

R.- En algún medio han dicho que era muy cercano a él. Yo me ordené en 1983, desde entonces estuve fuera de Roma; si hubiera sido muy cercano, a lo mejor habría estado en Roma. El primer cargo como superior mayor que tuve fue en agosto del año pasado. Si fui superior de varias comunidades, si fui director de colegios en la época en que él decidía, es señal de que me tenía confianza, cariño y respeto.

“Yo voy a tratar de que todos los legionarios
se dediquen a cumplir su vocación,
que es lo que les llena.
Si somos capaces de hacer bien nuestro trabajo,
la Legión de Cristo tendrá prestigio”.

P.- ¿Cómo se consigue ahora recuperar la confianza en la Legión?

R.- Con el trabajo. Nosotros dimos nuestra vida a Dios en la Iglesia, en la Legión, para ayudar a las personas en su vida espiritual. Yo voy a tratar de que todos los legionarios se dediquen a cumplir su vocación, que es lo que les llena. Si somos capaces de hacer bien nuestro trabajo, la Legión de Cristo tendrá prestigio. Habrá personas que no crean en nosotros, y no les culpo, pero nosotros tenemos en nuestras manos nuestro trabajo y las personas tienen en sus manos su juicio.

P.- El hecho de que el Vaticano se guardara el as en la manga de nombrar dos consejeros, uno de los cuales es, además, el vicario general, ¿se vivió como una imposición?

R.- Si hablamos de imposición, es verdad, sí, fue impuesto. No nos preguntaron qué nos parecía. Se presentó como se presentan las cosas en la Iglesia, donde hay obediencia a las decisiones del Santo Padre. Que él se reservara dos consejeros, uno de ellos el vicario, significa que quiere estar cerca de nosotros y que haya en términos generales un equilibrio.

En el nº 2.885 de Vida Nueva.

 

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