La fe y la libertad se hacen una en Ucrania

víctimas de la violencia en Ucrania atendidos en un hospital improvisado en una catedral ortodoxa

Cae Yanukóvich tras desatar la represión y matar la policía a un centenar de manifestantes

víctimas de la violencia en Ucrania atendidos en un hospital improvisado en una catedral ortodoxa

Un herido es atendido en un hospital improvisado en una catedral ortodoxa

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Finalmente, el ambiente de máxima tensión en Ucrania entre el Gobierno de Víktor Yanukóvich y los miles de manifestantes críticos que llevaban apostados desde hacía tres meses en la Plaza de la Independencia de Kiev (conocida como Maidán), en protesta contra su negativa a acercarse a la Unión Europea (UE) y su consecuente profundización en las relaciones con la Rusia de Vladimir Putin, estalló en apenas 48 horas, entre el jueves 20 y el sábado 22. Un tiempo en el que se pasó de la masacre perpetrada contra los manifestantes por francotiradores del régimen (que acabaron con la vida de un centenar de personas) a la consagración de un brusco cambio político, con la constitución de un nuevo Ejecutivo de transición.

Así, pese a aceptar un inicial acuerdo con las fuerzas opositoras, por el que se convocaban elecciones y se retomaba a la Constitución de 2004 (menos presidencialista), finalmente Yanukóvich se vio obligado a dejar Kiev (en lo que denunció como un “golpe de Estado”) y el vacío fue aprovechado para que todos los edificios oficiales fuesen tomados y se le destituyera en el Parlamento, que designó a los miembros de un nuevo Gobierno de unidad nacional. Este dirigirá el país hasta la celebración definitiva de unas elecciones presidenciales, el 25 de mayo.

De cara a las próximas semanas, la incertidumbre marca el futuro del país, ya que el contexto es muy complejo y entronca cuestiones políticas (hay una gran diversidad ideológica entre los proeuropeos), histórico-culturales (la región este mantiene lazos muy fuertes con Rusia desde el tiempo en que Ucrania fue parte de la Unión Soviética) y, por supuesto, religiosas.

Denuncia y solidaridad

En este sentido, la Iglesia greco-católica (que, tras sufrir la persecución bajo el dominio del comunismo, hoy experimenta un gran crecimiento en la parte occidental del país), las mayoritarias Iglesias ortodoxas (divididas entre los fieles al Patriarcado de Kiev y al Patriarcado de Moscú) y las distintas confesiones evangélicas han ofrecido en estos tres meses un testimonio de absoluta cercanía con los manifestantes en Maidán, siendo muy visible la presencia de sacerdotes, religiosos y laicos cristianos mediando ante la policía y entonando cánticos espirituales de paz. De hecho, pese a que esta realidad no haya sido recogida por gran parte de los medios generalistas europeos, la oración, el recogimiento y las confesiones en plena calle han marcado el día a día de las protestas.

Aunque si hubo un momento en que esto se visibilizó de un modo especial, fue el jueves 20, cuando la policía disparó indiscriminadamente contra los manifestantes. Entonces, además de que las iglesias de todos los credos se abrieron para funcionar como hospitales improvisados y proteger a la gente, la palabra enérgica de denuncia, presente todo este tiempo atrás entre los pastores locales, alcanzó una fuerte dimensión internacional.

Así, el papa Francisco rechazó inmediatamente estos ataques y exigió “el cese de toda violencia” y la inexcusable y urgente búsqueda de “la armonía y la paz”. Por su parte, la Conferencia de las Iglesias Europeas (KEK) condenó “enérgicamente” lo que tachó de “asesinato” colectivo.

A nivel interno, en esas horas dramáticas, la voz de todos los pastores no dudó a la hora de achacar a Yanukóvich el uso de la violencia indiscriminada contra manifestantes que, en todo este tiempo, salvo grupos muy determinados, se han destacado por sus métodos pacíficos. Así, el Consejo de las Iglesias de Ucrania denunció lo que calificó de acción “fratricida”.

En la misma línea, la Universidad Católica de Ucrania, que anunció que entre los fallecidos se contaba uno de sus profesores (Bohdan Solchanyk, de 28 años), apuntó que la “única responsabilidad” de un “belicismo” completamente “absurdo”, causante de una “catástrofe humanitaria”, recaía sobre el Gobierno.

Aunque, en esta recién inaugurada etapa de transición aún no ha habido ningún pronunciamiento de las Iglesias, ya empieza a haber síntomas de cambio. Así, en un gesto histórico, Kirill, el patriarca ortodoxo de Moscú, además de rezar por la reconciliación del pueblo ucraniano, ha invitado al Patriarcado de Kiev a que emprendan juntos el camino hacia la unificación de toda la ortodoxia. “Frente a la tragedia actual –declaró en televisión–, las Iglesias deben superar divisiones pasadas”.

En el nº 2.884 de Vida Nueva.

 

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