Libros

‘El poder de la oración’ y ‘Ora a tu Padre’


Dos libros de Jean Lafrance (Narcea, 2014). La recensión es de Fernando Cordero, SS.CC.

El poder de la oración y Ora a tu Padre, Jean Lafrance, Narcea

Título: El poder de la oración

Autor: Jean Lafrance

Editorial: Narcea, 2014

Ciudad: Madrid

Páginas: 200

Título: Ora a tu Padre. Guía para una experiencia de oración de diez días

Autor: Jean Lafrance

Editorial: Narcea, 2014

Ciudad: Madrid

Páginas: 200

FERNANDO CORDERO, SS.CC. | El sacerdote francés Jean Lafrance murió a los 59 años en 1991. Desde que en 1980 apareció su primer libro, los lectores en castellano han degustado su lectura incluso antes que los de su idioma original, gracias a la traducción de su amigo y divulgador, el jesuita José Fernández de Retana.

Las diferentes ediciones de su obra se han ido sucediendo, hasta convertirlo en un acreditado clásico de la literatura oracional. Sus libros son una especie de atractivo trampolín para aquellos que quieran lanzarse a la hondura del encuentro con Dios. Invita constantemente a la interiorización con la autoridad de quien ha experimentado vivamente lo que escribe.

En El poder de la oración, se nos presenta un viaje orante que va desde la oración de súplica hasta la liberación del Espíritu. El objetivo del libro se logra si se cree de verdad en el título del mismo. Consta de la siguiente estructura: introducción, tres partes y una conclusión.

En la introducción hace hincapié en la necesidad de orar al Padre, en el nombre de Jesús, para que tenga a bien enviarnos el Espíritu Santo. La primera parte nos anima a la oración de súplica con los salmos. Lafrance revela su experiencia como orante que empieza “a sospechar el misterio de la súplica y, por ella, el de la esperanza y de la confianza”.

Muestra, como maestro espiritual, que la verdadera oración no se queda en esfuerzos de la reflexión o la voluntad, sino que se sitúa junto al que “ha descubierto, en su angustia y debilidad más oculta, la perla preciosa digna de todas las búsquedas”. Enseña a rezar con los salmos, personalizando la experiencia que transmiten, para dejarse llevar por el movimiento que desarrollan. Se centra en algunos y se apoya en autores como san Ignacio de Loyola, Bernanos o el P. Molinié. Concluye con un capítulo sobre la experiencia de los Padres del desierto, de la talla de san Antonio o san Macario, para lograr la oración continua del corazón.

La parte segunda nos brinda la oportunidad de asistir a la escuela de los grandes orantes de la comunidad primitiva, del evangelio y del propio Cristo. Nos muestra la galería de los testigos de la fe a través de la Carta a los Hebreos. Para ser perseverantes en la oración, hace una lectura fresca y sugerente de “la viuda que somete al juez a desgaste y, con una perseverancia muy oriental, presenta sin descanso su queja, hasta que cede”.

Por último, insta a renunciar por nuestra parte a la posesión de Dios y aceptar ser privados de su presencia: “San Juan de la Cruz nos dice que Dios nos impone el destete para enseñarnos a andar solos, hacia las realidades de la fe”.

La tercera parte se concentra en recuperar hoy la oración de María. Desvela el clamor de los sencillos que se dirigen a Fátima o a la Medalla Milagrosa: una llamada a la confianza y a la oración de súplica. Hace un recorrido por la huella de la Virgen en los textos neotestamentarios y en los misterios de su vida. Define la oración de la Madre de Jesús y de los primeros cristianos como “asidua y totalmente centrada en la alabanza de Dios”. En la relación de María con la Palabra, destaca cómo “la rumió, la acunó en su corazón, como Casiano recomendaba a los monjes, no para adormecerla, sino para mantener el corazón despierto”.

La conclusión le sirve al autor para remachar la vía más segura, según san Luis María Griñón de Monfort: “Se ha dado un gran paso en la vida espiritual, cuando se sabe transformar todas las resoluciones en peticiones”.

Retiro en lo cotidiano

Con Ora a tu Padre, el P. Lafrance nos ofrece generosamente lo que anuncia el subtítulo: Guía para una experiencia de oración de diez días. Una experiencia que se puede realizar en soledad o con un guía experimentado. Aunque al final del libro indica cómo se puede desarrollar el retiro, aportando un esquema con la distribución de páginas que hay que meditar, lo cierto es que también puede servir para ir realizando en lo cotidiano la ruta oracional que se propone.

Sigue el itinerario de la revelación de Dios, que llama a sus criaturas a una relación de amistad. Ubica al orante delante de Dios, que habla en el silencio y atrae a una alianza de amor. Una alianza que alcanza su culmen en la encarnación de Jesús, que nos enseña a entregarnos sin medida y sin guardar nada para nosotros. Dios habla a sus hijos para expresarles su amor y espera una respuesta de amor.

Lafrance advierte con rotundidad: “No se aprende a orar escuchando conferencias o haciendo cursos sobre la oración, sino ejercitándose en ella en lo concreto de cada día”. Por eso, sus textos solicitan ser orados más que leídos. Para ayudar a que así sea, ha elaborado unas fichas con dos orientaciones: dar avisos para la oración y proporcionar un tema de oración extraído de la Escritura. Teresa de Ávila, Carlos de Foucauld, Teresa de Lisieux, Henri de Lubac o Romano Guardini facilitan pistas para la experiencia orante. Asimismo, es importante reconocer las indicaciones litúrgicas que señala el libro, por ejemplo, las contemplaciones con las plegarias eucarísticas.

Esta propuesta de oración se complementa con varios anexos. En uno de ellos recopila diversas definiciones de oración. Nos quedamos con esta: “Orar es, tal vez, en primer lugar esto: saber, creer que tienes un nombre propio para Dios, que esto supone una llamada a una amistad única en la cual conviene que te abandones, y que da un sentido a tu vida”.

En el nº 2.884 de Vida Nueva

Actualizado
28/02/2014 | 06:17
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