Los injustos bulos andaluces

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Recuerdo un día que, al presentarme como andaluz, alguien me dijo a bocajarro, sin medirlo ni pensarlo, y sin la menor impudicia, que son vagos y festivos, poco dados a trabajar. Me contuve por cortesía y por otras lindezas.

Y es que hay aún entre eclesiásticos en activo, o aquellos que lo fueron, cierto desdén injusto que bien harían en arreglarlo para no quedar mal, tan globales y cultos que se dan. Pero no son los únicos.

Ya hubo un prelado al que ahora empujan a los altares, que, allá por los años 30 del siglo pasado, dijo que no debieran los andaluces votar, porque su “intelecto” aún no estaba desarrollado, ya que eran de raza inferior.

Pues a todos ellos habría que recordarles que la evangelización, y su parte de cultura, subió aguas arriba del Betis, llamado después Guadalquivir, y llevaron hasta otros rincones de esta piel de toro el arte, la cultura, la civilización que brillaba por su ausencia con tanto vándalo y lusitano. Aquellas tribus que en las áridas mesetas, después llamadas castellanas, adoraban al sol y no se dejaron romanizar… quizás la cristianización costó más.

Para la fe hay que estar abiertos; y no tan cerrados, hombre, no tan cerriles…

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.884 de Vida Nueva

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