La Iglesia se ofrece para reforzar la paz en Venezuela

Leopoldo López, opositor del gobierno en Venezuela, detenido por la policía febrero 2014

Desterrar la represión policial y desarmar al pueblo, pilares para el final de la violencia

Leopoldo López, opositor del gobierno en Venezuela, detenido por la policía febrero 2014

La policía detiene al opositor Leopoldo López por orden del Gobierno

La Iglesia se ofrece para reforzar la paz en Venezuela [extracto]

LUIS RIVAS | Nicolás Maduro pide paz y el chavismo se proclama pacífico, mientras las televisiones progubernamentales saturan sus parrillas de pancartas con pichones blancos de paloma. Sin cambiar de registro, el presidente de Venezuela corta el transporte público a los barrios levantiscos de Caracas, tilda de fascista a todo aquel que lo contradiga y ordena el encarcelamiento de Leopoldo López, insigne contradictor.

López, por su parte, implora tranquilidad a sus encendidos seguidores y les insta a que lo acompañen a entregarse a la policía. Sin violencia. Los periódicos apenas pueden recoger su llamamiento, pues Maduro les ha racionalizado el papel de imprenta hasta mínimos franciscanos. Henrique Capriles, líder de la oposición diluido en su propia templanza, ruega calma y convoca una manifestación por la paz. Y entre tanto pacifista se dejaron la vida al menos tres personas la semana pasada en la rebautizada República Bolivariana de Venezuela.

Todo comenzó, de acuerdo con los convocantes, en una protesta universitaria de carácter pacífico que la policía disolvió a las bravas, prendiendo la mecha de un conflicto que se ha prolongado durante más de una semana, dejando más de un centenar de heridos y casi mil detenidos por el camino.

Consternada por la disonancia entre los discursos y los sucesos, y constatado el desdén que los actores políticos han hecho de sus anteriores llamadas a la reconciliación, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ha exigido al Ejecutivo que garantice “el ejercicio del derecho a la protesta pacífica y a la libertad de expresión e información” como pilares insoslayables de una democracia verdadera. El Episcopado insiste asimismo en su repudio al “uso de medidas judiciales para amedrentar y castigar a los disidentes”.

En su documento emitido el 14 de febrero, los obispos establecen que la protesta contra el Gobierno no es solo constitucional, sino también “legítima”, si bien matiza que ésta “debe ser pacífica”. Y como respuesta a la creciente ola de tensión, consideran fundamental el desarrollo de “una exhaustiva investigación y el castigo a los culpables en el marco de la Constitución y las leyes, observando el debido proceso judicial”.

Apelada directamente por los acontecimientos, la jerarquía católica venezolana no deja pasar la oportunidad de pedir que los grupos violentos sean “desarmados y controlados por las autoridades policiales”, recordando a Maduro su voluntad pretérita de acorralar a unos grupos paramilitares cada día con mayor pujanza.

La CEV remarca que “la lucha contra la inseguridad personal y la violencia social” supone el principal desafío del país, junto a “los graves problemas económicos que nos afectan a todos”. Sin olvidar ni omitir los flagrantes casos de censura y propaganda registrados durante la semana de disturbios, razón por la cual exhorta “a todos los directivos de los medios a informar la verdad con objetividad y evitar la exaltación de la violencia”.

Por último, e incidiendo en lo establecido en conferencias anteriores, los prelados se ofrecen “para contribuir al fortalecimiento de la paz”, una labor de mediación destinada a conseguir el respeto “a las legítimas diferencias” y el reconocimiento “de los adversarios”, esfuerzos todos que sitúan el bien común como horizonte preeminente.

En clave interna, los obispos sugieren a los sacerdotes y a todos los católicos “mantener la plegaria por todos los constituidos en autoridad”, para que el pueblo venezolano pueda gozar “de una vida tranquila con toda reverencia y dignidad”.

Asesinados dos salesianos en Carabobo

En la espiral de violencia e inseguridad que asola el país, dos sacerdotes salesianos fueron asesinados el 15 de febrero en la ciudad de Valencia, en el estado septentrional de Carabobo.

Los fallecidos, Jesús Plaza, de 80 años y natural de Venezuela, y Luis Sánchez, colombiano de 84, retirados ambos del sacerdocio, se encontraban en el interior de un colegio cuando fueron asaltados por dos jóvenes. Durante el atraco también resultó herido el director comunitario, David Marín, quien, tras ser operado de urgencia, quedó fuera de peligro.

Antes de abandonar el recinto, los asaltantes ultrajaron y profanaron al Santísimo en la capilla, robando los ornamentos y los cálices sagrados. La familia salesiana de Venezuela honró a los difuntos con un día de luto.

En el nº 2.883 de Vida Nueva.

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