Hasta el PISA nos reclama

JOSÉ LUIS CORZO | Profesor del Instituto Superior de Pastoral de Madrid

“Los curas decían misa de espaldas (…). De su muñeca izquierda se colgaban un artilugio llamado manípulo, inocente a pesar de su nombre, pero que debía resultar menos significativo que el resto de su atuendo porque lo suprimieron tras el Concilio. A mí me fascinaba y guardo uno en secreto…”.

Su director dice que, si se quiere frenar el fracaso escolar, hay que dar a los peores los mejores profesores. ¿Y quién los sabe distinguir y escoger? Van a hacer falta incentivos: por cada chico rescatado, un plus de sueldo. ¿Cómo medir, si no, un buen profesor? ¡Ojalá haya otro PISA de vez en cuando para evaluar los profesores!

Hace más de 40 años que repito, con la Carta de los chicos de Barbiana, que el objetivo de la escuela obligatoria es la igualdad, no la exclusión de los peores alumnos, ni la previsión de los mejores. Eso ya vendrá (porque nos importa mucho que los mediocres no lleguen a ministros ni a cirujanos…).

Aplaudí al PSOE primitivo en los 80 por crear una “escuela compensatoria”, repesca de rezagados, pero advertía que todo el sistema educativo es compensatorio. Lograrlo es muy fácil: se mide el nivel social de cada zona rural o urbana –hacinamiento, paro, familias numerosas, abandono… – y, cuanto menor sea, más se refuerza su escuela, profesores, calendario y horario escolar, menor ratio profesor/número de alumnos, etc. ¡Y ya está, casi!

Solo falta dar a chicos (y a profes) otra motivación; “aún tenemos la mentalidad de aprendo para trabajar en un empleo. Y debe ser: aprendo para crear un empleo. Formo parte de la futura economía”.

Eso dice Andreas Schleicher, el director del Informe PISA; y, traducido, significa: no estudiamos para competir en esta sociedad, sino para cambiarla (es decir, para ayudar a los últimos), pues la escuela es un arma en la lucha de clases (y no lo dice él, sino la Congregación para la Educación Católica, 1977). Por eso el alemán añade: “Un buen sistema educativo debe plantear cómo asegurarse de que los más necesitados tengan a los mejores profesores” (¿Los cristianos no?).

En el nº 2.882 de Vida Nueva.

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