‘Fiat voluntas tua’

Alberto Iniesta, obispo auxiliar emérito de MadridALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid

“En sus comienzos, el libro de Job viene a decir: el Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; hágase su voluntad…”.

En sus comienzos, el libro de Job viene a decir: el Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; hágase su voluntad. Luego, será más crítico y menos sumiso. Después vendrá la oración de Jesús, el Padrenuestro, con una expresión aparentemente parecida: Hágase tu voluntad, como ya había dicho María al anuncio del ángel, representante del Señór: Hágase en mí según tu palabra.

El buen cristiano ha entendido esto al menos en el sentido de resignación ante situaciones dolorosas que no está en nuestra mano evitar o resolver. Esto es una verdad profunda, y es meritorio que aceptemos los planes de Dios, como hizo Jesús en el momento decisivo de la oración del Huerto.

Pero esta actitud es insuficiente para entender el Padrenuestro. En primer lugar, porque la voluntad de Dios sobre nosotros suele tener en general aspectos en la vida cotidiana, el arte y el deporte, el amor y la familia, el trabajo y el descanso, etc. Eso también es voluntad del Dios paternal y maternal sobre la humanidad.

Además, incluye la colaboración con Dios, ya que no en la creación del universo, sí en su conservación, como dice en el Génesis, cuando nos encomienda el cultivo de la Tierra y de la tierra, lo que diríamos hoy, la ecología. ¡Cuánto y qué hermoso trabajo tenemos en ese campo!

Un aspecto especial en el cuidado de la creación es el del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, y en el cristianismo, llamado a ser hijo de Dios por adopción. Ahí entrarían los aspectos de la doctrina social de la Iglesia, la paz y la justicia, la protección de la vida, la libertad, la solidaridad y la fraternidad, etc.

Finalmente, en el campo de la fe es Jesucristo el que viene a tomar las riendas de la Empresa, la Iglesia visible y la invisible. Bautizados en ella, templos del Espíritu, miembros de Cristo, colaboramos para gloria del Padre y felicidad de nuestros hermanos los hombres. ¡Hágase tu voluntad…!

En el nº 2.882 de Vida Nueva.

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