Y los jóvenes, más ausentes

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Hablando de laicos, de su importancia, de su misión y de los cambios que se han llevado a cabo en el Pontificio Consejo, se echa de menos a los jóvenes. No hay jóvenes en el organigrama.

No sería descabellado, ni alarmante, ni peligroso, que algunos de ellos o ellas, jóvenes creyentes de cualquier país, hubieran entrado a formar parte en estos ámbitos de diálogo, acompañamiento y decisión. Una Iglesia envejecida en sus mandos, por muy importante que sea el asesoramiento y la experiencia de los mayores, no es buena señal.

El Papa suele recordar la necesidad de incorporar jóvenes a las comunidades, pero no como simples comparsas que gritan desaforados en los estadios, sino incorporarlos en su fuerza y entrega al ritmo eclesial; con sus ideas, con el aire de su tiempo y el susurro de su edad. No hay jovenes en los órganos rectores del Vaticano. Esta hubiera sido una ocasión para que no quede todo reducido a un almuerzo con el Papa en cada JMJ.

Ellos tienen propuestas y un mundo interior que no podemos dejar de escuchar. No solo alentarlos, tambien aprender de ellos. Los jóvenes se hartan de ser comparsa. Y hay mucha en muchos ámbitos eclesiales.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.882 de Vida Nueva

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