Soledad Suárez: “Nos hemos olvidado de que vivimos en sociedad”

Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas

Presidenta de Manos Unidas

Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas

Entrevista con Soledad Suárez [extracto]

FRAN OTERO. Fotos: LUIS MEDINA | Soledad Suárez (Madrid, 1950) lleva un año y tres meses como presidenta de Manos Unidas, tiempo durante el que se ha sentido cómoda y ha podido comprobar que trabajar en esta institución eclesial es “fácil y agradable”, a pesar de las dificultades económicas, sobre todo por el descenso de ayuda públicas, que han afectado al número de proyectos que pueden asumir. En cualquier caso, ve el futuro con esperanza y está centrada en la nueva campaña de Manos Unidas, que promueve el octavo y último de los Objetivos de Desarrollo del Milenio –fomentar una alianza mundial por el desarrollo– con el lema Un mundo nuevo, proyecto común.

PREGUNTA.- ¿Cómo es un día de la presidenta de Manos Unidas?

RESPUESTA.- Muy variado. Tengo trabajo de representación, de viajar, de entrar en contacto con diferentes instituciones. Luego necesito tiempo para pensar y ver por dónde tiene que caminar la institución, porque está viva y no hay que dejar de crear cauces para que no se quede atrás. Hay mucho trabajo también en las delegaciones, que es precioso, porque es una parte fundamental de Manos Unidas. Es un trabajo de entrega, creatividad, de conseguir dinero y concienciar a la sociedad; un trabajo que te permite formarte y enriquecerte espiritualmente, de estar en contacto con unas realidades con las que no puedes estar tan fácilmente. Lo que más me agrada de ser presidenta de Manos Unidas es que te permite ver globalmente lo que es la institución.

P.- ¿Cómo se presenta el futuro?

R.- Esperemos que se vaya solucionando la crisis de España, que nos ha puesto un telón a todas las organizaciones que trabajamos fuera del país. La situación que padecemos no nos deja ver la crisis permanente que viven otras personas. Creo, en este sentido, que la situación va a mejorar.Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas

P.- ¿En qué están trabajando?

R.- Ahora mismo, en el último Objetivo del Milenio que, en realidad, es uno de los más difíciles de explicar a la sociedad española, porque es el único que nos atañe a los países desarrollados y sobre el que más hay que llamar a las conciencias. Tenemos que modificar nuestra vida para que se cumpla este objetivo. Es un trabajo apasionante.

Trabajo común

P.- ¿Qué hay que hacer para que se pueda cumplir este objetivo?

R.- Hay que promover una alianza comercial entre los países del Norte y del Sur, así como explicar a la sociedad española por qué se producen las situaciones de injusticia en el mundo, sobre todo, desde el punto de vista económico. Se trata de explicar que hay poblaciones en el mundo que nacen pobres y mueren pobres, de modo que no son conscientes de que pueden salir de esa situación. En Manos Unidas comprobamos que cuando se les explica que no tienen por qué vivir así, se produce un cambio y quieren mejorar. Hay que trabajar mucho con la sociedad española, porque no podemos consumir como lo hacemos. Nos hemos olvidado de que vivimos en sociedad y hemos dado mucha más importancia al individuo. Hemos desmantelado la organización social, el tejido social que teníamos. En vez de trabajar todos juntos, cada uno va a lo suyo. El Papa habla de la globalización de la indiferencia, que, precisamente, es contra la que tenemos que luchar.

“Francisco tiene un carisma propio
y a la Iglesia le tocaba.
Nos viene estupendamente bien.
La gente está volviendo a ver
a la Iglesia con esperanza y alegría”.

P.- ¿Puede la crisis económica ayudarnos a cambiar el estilo de vida?

R.- Es una de las cosas buenas que puede tener: que nos haga plantearnos la forma de vivir y consumir que hemos tenido. No nos hace más felices y es insostenible desde un punto de vista económico, ecológico… Tanto Benedicto XVI como Francisco han hecho, en este sentido, llamadas a la fraternidad, a que nos sintamos hijos de un mismo Dios, hermanos, y que sepamos que, si lo conseguimos, todos vamos a ser más felices.

P.- Justamente, Francisco está destacando por poner el acento en los pobres.

R.- Es curioso, porque este Papa está diciendo lo que decían los anteriores, pero de otra manera. Ha abierto las ventanas para que el mensaje de la Iglesia –que, por cierto, ha tenido siempre– salga. El Papa tiene un carisma propio y a la Iglesia le tocaba. Nos viene estupendamente bien. La gente está volviendo a ver a la Iglesia con esperanza y alegría. Es, de hecho, el mensaje de la alegría el que más me gusta de él, pues los cristianos tenemos que proclamar la Buena Nueva y una buena noticia no se puede dar triste. Para Manos Unidas, Benedicto XVI ha sido un papa queridísimo, pues sus encíclicas eran un manual de instrucciones para nuestra institución, y de Francisco, qué decir, que las imágenes que nos deja valen más que muchas palabras.

P.- Volviendo a España, ¿es cierto que ha descendido la solidaridad?

R.- Sí es cierto que desde el poder político se ha olvidado la Ayuda Oficial al Desarrollo. Lo hemos denunciado de todas las maneras posibles. Por ejemplo, en 2012 el presupuesto destinado a esta partida se recortó en un 70%. Fue un palo descomunal, no solo por el dinero, sino, sobre todo, por el concepto: doy cuando me sobra, cuando no me sobra no doy. Eso es muy peligroso, porque lo que hay que hacer es compartir. A nivel general, la sociedad española sigue siendo muy solidaria, pero se ha cambiado el destino. Los ciudadanos se han volcado con las necesidades del propio país. En cualquier caso, seguimos teniendo un gran número de socios; han bajado, pero poco.

“Se es mucho más feliz compartiendo
que sin hacerlo. La felicidad
que te da ayudar a una persona
a salir de una situación de injusticia
no tiene precio”.

P.- Nada comparable con los recortes del sector público…

R.- Afortunadamente para Manos Unidas, nunca hemos contado con más del 20% de fondos procedentes de organismos públicos. Seguimos contando con una gran masa de gente que colabora con nosotros.

P.- Como decía, la crisis en España ha hecho que nos hayamos olvidado de otros países que viven en crisis permanente. ¿Por qué hay que seguir ayudando?

R.- Es una cuestión de justicia. Nos gusta pensar que vivimos en un planeta que nos han regalado, en una creación que nos han dado gratis… No podemos dejar de compartirlo con todo el mundo y es esa concepción la que te permite ver que cuando se soluciona la injusticia, se solucionan muchos más problemas: guerras, conflictos, falta de recursos… El foco lo tenemos que poner en la injusticia.

Resolver la injusticia, clave

P.- A veces parece utópico que se puedan llegar a solucionar algunos problemas como el hambre o la guerra.

R.- No es así. Se puede acabar con el hambre, porque producimos el doble de alimentos necesarios. Cuando decimos que este problema tiene que ver con la superpoblación, no es así. Se puede acabar con la guerra, pero es una cuestión que nos atañe a todos. Lo primero que hay que hacer para conseguirlo es poner paz a nuestro alrededor.Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas

P.- Como plantea la campaña de Manos Unidas, lo que realmente hace falta es un cambio de vida de cada persona, ¿no?

R.- Un cambio paulatino, en las pequeñas cosas. No hay que pretender construir el Acueducto de Segovia de la noche a la mañana. Si queremos que el hambre desaparezca, tendremos que acabar con el hambre de esta u otra familia concreta. Tenemos que ser la gota de aceite que cae sobre un papel de estraza y cuya mancha se va haciendo cada vez más grande. En Manos Unidas hacemos cosas todos los años. Tenemos esperanza y somos una organización alegre, porque vemos cómo cambian las personas, la sociedad y la vida. Podemos decir que se es mucho más feliz compartiendo que sin hacerlo. La felicidad que te da ayudar a una persona a salir de una situación de injusticia no tiene precio.

P.- Han lanzado numerosas iniciativas en redes sociales, ¿qué les aportan en su tarea?

R.- Podemos llegar así a un sector de la población con el que nos cuesta conectar. Si bien es cierto que el mensaje que se envía es un poco superfluo, siempre se invita a profundizar. En cualquier caso, no queremos abandonar a nuestra masa social, que tiene una determinada edad; queremos seguir contando con ella. Estamos en parroquias, colegios, pero abrirnos a otros sectores de la sociedad a través de las redes sociales nos está dando muchas alegrías.

En el nº 2.881 de Vida Nueva.

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir