Beit Jala, la última batalla por la justicia en Tierra Santa

religiosas palestinas en Tierra Santa

El muro israelí pretende dividir un municipio poblado por 58 familias cristianas

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Beit Jala, la última batalla por la justicia en Tierra Santa [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Como cada año en enero, la Coordinadora de Obispos de Europa, África del Sur y Norteamérica por la Tierra Santa han viajado hasta allí para conocer de primera mano la situación de la población y acompañar a las familias cristianas.

Con la intención de interpelar a la comunidad internacional a que refuerce su compromiso por la paz en esta importante región de Oriente Próximo, los prelados suelen hacer público un mensaje en el que denuncian cuáles son, a su juicio, los últimos y principales estorbos para la convivencia. Así, en la presente edición (en la que han visitado Gaza, Tel Aviv, Jerusalén y Belén), los trece obispos participantes tienen muy claro cuál es la cuestión que más les preocupa: la extensión del muro de Israel por el Valle del Cremisán, dividendo principalmente al municipio de Beit Jala, cercano a Belén.

Y es que este territorio, poblado por 58 familias árabes cristianas, corre el riesgo de verse asfixiado debido a que las autoridades hebreas han decidido desplazar hasta en tres cuartas partes el trazado de la frontera recogido en la llamada Línea Verde, acordada en su día por árabes e israelíes y aceptada por la comunidad internacional. De este modo, se abarca la extensión exacta para separar a los habitantes de Beit Jala de sus campos de cultivo, su principal y casi único modo de subsistencia.

Ante esta situación, los prelados exigen en su comunicado, hecho público el 28 de enero, que “se garantice la justicia” con esta pequeña comunidad, clamando al Gobierno de Benjamin Netanyahu por que “abandone estos planes”, considerados arbitrarios.

Clamor ante los gobiernos

Detallando su denuncia, los pastores explican que han percibido cómo los habitantes de Beit Jala atraviesan una situación de “dolor y angustia”, pues prevén que, además de separarles de sus tierras, se acometerá la destrucción de “viñedos, olivares y huertos”.cristianos rezan en el Santo Sepulcro

Por ello, no solo se dirigen al Ejecutivo de Israel, sino que exigen a la comunidad internacional que se movilice frente a una medida que califican de “ilegal”. Asimismo, con el fin de concretar su apelación y hacerla más fuerte, todos los prelados se han comprometido a elevarla ante sus respectivos gobiernos nacionales.

Es el caso de Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell y copríncipe de Andorra, quien forma parte de esta comitiva desde 1998. A su regreso, ha escrito al Gobierno de España reclamando un compromiso efectivo para que trate de mediar ante Israel y se mantenga la legalidad fijada en la Línea Verde.

En conversación con Vida Nueva, profundiza en su reclamación: “Estas 58 familias de Beit Jala poseen estas tierras desde tiempo inmemorial y las aman como a sus propias vidas, porque son el tesoro de sus antepasados y sus raíces. No son simplemente unos cultivos. Ahora ven con dolor y rabia cómo, para cerrar el cinturón llamado ‘de seguridad’, que rodeará la ciudad de Jerusalén, las autoridades les requisan sus tierras más allá de la Línea Verde. Claman por sus derechos y esperan que la comunidad internacional presione. Igualmente, nos piden a los cristianos que les defendamos y demos a conocer su tragedia, que es una más de las que tiene que sufrir el pueblo palestino”.

Entonces, ¿es optimista Vives de cara a que los gobiernos se impliquen en este sentido? Por lo pronto, el arzobispo de Urgell espera que sea la Corte Suprema de Israel (que está estudiando el caso desde el 29 de enero) la que paralice lo que entiende como una expropiación injustificada. Entonces, el siguiente paso a dar sería ya político y más de fondo: “Deseamos que estos problemas concretos sean también abordados en las conversaciones de paz ahora en curso. La vida cotidiana en Palestina debe poder transcurrir con normalidad, sin verse dificultada por decisiones unilaterales de Israel, tales como el muro, los asentamientos, las trabas comerciales, la pérdida de tierras y del agua… La paz exigirá cesiones de ambas partes, pero debemos ayudarles desde los países amigos comprometidos con la paz en Tierra Santa”.

Teodoro López, franciscano y director del Centro Tierra Santa en Madrid, comparte la preocupación por los habitantes de Beit Jala: “El daño sería enorme para ellos. Incluso para los que pudieran ir a trabajar dando un rodeo, habría que ver las restricciones y controles que tendrían que afrontar en su día a día. También se haría muy difícil su acceso a Belén, su hasta ahora ciudad de referencia. Con lo que ello implica: muchos niños van allí a sus colegios, otros necesitan ir al hospital, algunas madres dejan en casas de acogida a los más pequeños mientras acuden a trabajar… Es evidente que tendrían muchas dificultades en su vida ordinaria”. religiosas palestinas en Tierra Santa

Compromisos incumplidos

En este sentido, el religioso no se muestra excesivamente esperanzado de cara a una reacción de la comunidad internacional: “Me temo que ni España ni Europa, por citar nuestro entorno propio, exigirán a Israel un cumplimiento de los acuerdos firmados. A este paso, más que de la Línea Verde habremos de hablar de la Línea Gris… En su día, Rusia, los Estados Unidos, la ONU o la Unión Europea decían que iban a tratar de garantizar una serie de condiciones para la paz. Pero hoy, ante medidas arbitrarias como esta, que demuestran una vulneración de las normas internacionales, no se hace nada. ¿Dónde quedan los derechos humanos de estas familias afectadas?”.

Pese a la dificultad que se avecina para las 58 familias cristianas de Bet Jala, así como para el resto de habitantes en el Valle de Cremisán, que pueden ser víctimas de desalojos forzados, Vives tiene muchas esperanzas depositadas en la visita del papa Francisco a Tierra Santa, que tendrá lugar en mayo: “Se trata de un viaje muy esperado por todos. Él está siendo muy valiente y diáfano al afrontar las cuestiones complejas de la situación mundial, tales como la paz, la justicia, los refugiados, los emigrantes, los conflictos armados y la defensa de los derechos de las personas, con especial interés por los niños, los jóvenes y los ancianos. Y, además, tiene excelentes relaciones con hebreos y musulmanes. Todo ello nos lleva a confiar en que el Papa podrá ser portador de paz y de acercamiento mutuo entre los implicados, para que se den pasos concretos y generosos de respeto, cesión y reconciliación. El mundo lo espera. Su interés y compromiso por Siria nos hace ser confiados. ¡Inshallah! ¡Dios lo quiera!”.

Un deseo al que se suma Teodoro López: “La visita puede ser muy significativa en esta situación. Será difícil, pero hay que esperar que remueva los corazones y llame a una verdadera reflexión en todos. En el caso de Israel, ojalá sean conscientes del daño que hace el muro, entre otras cosas, a la hora de separar a la gente. Es muy triste que muchos cristianos de Belén no conozcan los Santos Lugares de Jerusalén, estando tan cerca…”.

Un nuevo ‘apartheid’

Un ejemplo muy claro de lo que supondría la partición del Valle de Cremisán por el llamado “muro de seguridad” lo atestigua la comunidad salesiana, presente allí desde 1891.

Así, según informa la agencia Apic, la medida de Israel dividiría a los dos únicos monasterios de la congregación, el uno conformado por religiosos y el otro por consagradas, pese a estar separados ambos apenas por unos cientos de metros. En el caso de las hermanas, estas se han manifestado preocupadas por el futuro de su convento, que incluye una escuela en la que se forman unos 450 niños de la región.

Ahora, muchos podrían tener que verse obligados a dejar el colegio y otros tendrían que someterse a duros controles policiales cada día.

Paul-André Durocher, arzobispo de Gatineau y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Canadá, ha descrito perfectamente lo que esto supondría en su carta a John Baird, ministro canadiense de Relaciones Exteriores.

Así, con el fin de que su Gobierno se implique en una reclamación a su homónimo israelí, le describe cómo “el convento estaría en una zona militarizada, rodeado de torres, muros y alambre de púas en tres lados, estando patrullada por soldados armados. Además, las hermanas perderían gran parte de su terreno”.

Por las muchas situaciones como esta que se producirían en caso de que se confirme esta separación, los habitantes de Cremisán no dudan en catalogar el muro como un “nuevo apartheid”.

En el nº 2.881 de Vida Nueva

 

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