La fe nutre las protestas de los proeuropeos en Ucrania

sacerdote cristiano mediando entre la policía y los manifestantes en Ucrania

Los ortodoxos median en las marchas y los greco-católicos denuncian su represión

sacerdote cristiano mediando entre la policía y los manifestantes en Ucrania

La fe nutre las protestas de los proeuropeos en Ucrania [extracto]

M. Á. MALAVIA | El estado de permanente convulsión que vive Ucrania en los dos últimos meses ha acelerado los acontecimientos estos días, sobre todo tras el último choque entre manifestantes y fuerzas policiales, que se saldó con cinco muertos y 300 heridos en Kiev. Hasta el punto de que, al cierre de esta edición, el primer ministro, Mikola Azárov, ha presentado la dimisión irrevocable y el Parlamento ha suprimido las leyes que, aprobadas el 16 de enero, castigaban con duras penas a los críticos con el Gobierno más movilizados en las calles.

De este modo, parece que el presidente de la República, Víktor Yanukóvich, cambia su estrategia y ofrece pasos concretos hacia el entendimiento con el fuerte bloque de ciudadanos que le reclaman que estreche relaciones con la Unión Europea en detrimento de la Rusia de Vladimir Putin, aliada natural para la facción en el poder y con la que han firmado un millonario acuerdo para la distribución del gas en el país.

En medio de esta fuerte tensión, que se aprecia en el curso de las protestas continuas en la Plaza de la Independencia, en la capital ucraniana, han tenido una significativa difusión las imágenes de religiosos y miembros de comunidades cristianas tratando de mediar entre la población y la policía. Una apelación a la no violencia que han buscado culminar situándose en medio de los puntos más críticos, ofreciendo a todos cruces, biblias y cánticos de paz.

Si en gran parte estas comunidades son ortodoxas, los greco-católicos –con cinco millones de fieles en un país de unos 45 millones de habitantes, aunque en una dinámica de fuerte auge desde la caída del comunismo soviético– también siguen muy de cerca los acontecimientos, dejando ver con declaraciones públicas su claro apoyo a la oposición proeuropea.

Así, en una conversación con Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el obispo de la Eparquía greco-católica ucraniana de París, Borys Gudziak, califica las manifestaciones como “una batalla por la dignidad”.

A su juicio, “en los dos últimos meses, Ucrania ha registrado un dramático cambio”, lo que ha llevado a un aumento de la “concienciación social” que ha recibido una respuesta que entiende injusta: “La brutalidad de las fuerzas gubernamentales está impulsando a cada vez más manifestantes a desempeñar un papel activo en esta apuesta por la dignidad”. Un apoyo, pues, que el prelado y muchos sacerdotes han hecho explícito acudiendo a varias convocatorias en la Plaza de la Independencia.

Este conocimiento directo permite a Gudziak definir a la mayoría de los manifestantes como personas pacíficas y con una honda fe, siendo lo usual los rezos e incluso las confesiones con los sacerdotes que participan en las concentraciones. “Resulta difícil imaginarse una manifestación más devota en la Europa del siglo XXI”, explica el pastor, que no duda en realzar esa actitud pacífica frente a la violencia policial: “La legitimidad del Gobierno ucraniano está determinada por el respeto que muestra hacia los derechos humanos, pero ese respeto se ha descuidado y, en ocasiones, ha estado ausente. Se ha disparado contra los manifestantes y algunos han sido golpeados, y los perpetradores de esta violencia no han sido llevados ante la Justicia”.

Finalmente, Gudziak, que no cesa de invitar al diálogo aun siendo consciente de que es algo “muy difícil”, demanda la mediación de la comunidad internacional para que este proceso sea creíble y “eficaz”.

Amenazas de prohibición

Su apoyo a los manifestantes proeuropeos no le está saliendo gratis a la Iglesia greco-católica ucraniana, sino que está recibiendo amenazas nada veladas por parte del Gobierno. De hecho, hace dos semanas, el Ministerio para la Cultura hizo pública una carta de su titular, Timofy Kokhan, en la que se informaba de que, de continuar con esta actitud (a su juicio, se incurre en una “violación de la legislación ucraniana relacionada con la libertad de conciencia”), podría dejar de ser reconocida como una confesión oficial por parte del Estado.

Algo que, de darse, retrotraería a los tiempos en que Ucrania formaba parte de la Unión Soviética y a las comunidades católicas les fueron arrebatadas sus propiedades. En declaraciones a Vatican Insider, Sviatoslav Shevchuk, arzobispo de Kiev y primado de la Iglesia greco-católica ucraniana, responde que “la Iglesia no participa en el proceso político, pero no puede no participar cuando sus fieles le piden ayuda espiritual. Estar con los fieles es un deber del sacerdote”.

En el nº 2.880 de Vida Nueva.

 

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