“Ataque generalizado y directo al Estado social” en Portugal

manifestación de trabajadores en las calles de Lisboa, Portugal

Así lo denuncia el Movimiento de Trabajadores Cristianos, reunido en Aveiro

manifestación de trabajadores en las calles de Lisboa, Portugal

M. Á. MALAVIA | En Portugal está acaeciendo un “ataque generalizado y directo al Estado social”, fruto de políticas que están dañando a la mayoría; esto es, las clases medias y trabajadoras. Así de claro lo tiene el Equipo Nacional del Movimiento de Trabajadores Cristianos (MTC), reunido el pasado 18 de enero en Aveiro, en una asamblea de reflexión “para hacer la valoración de los tiempos que vivimos y de lo que eso significa para la vida de los trabajadores y de la población en general, a partir de un análisis atento y profundo de quien vive y siente solidariamente las angustias y las esperanzas de estos tiempos tan difíciles”.

Así, resulta evidente que, para esta institución cristiana, el camino recorrido por sus gobernantes no es el más equitativo. O dicho con otras palabras: “Quien nos gobierna no piensa tanto en una sociedad basada en el ser humano, sino más bien en las fuerzas con más poder e intereses, que sacan provecho financiero de las personas y de las sociedades”.

En consecuencia: “Los trabajadores somos cada vez más pobres, explotados y sin condiciones de vida dignas, sujetos a grandes presiones en los lugares de trabajo por las condiciones que nos imponen. Nos sentimos desmotivados, deprimidos y obligados a aceptar, muchas veces, situaciones que van contra nuestra dignidad”.

Un panorama realmente desolador y que recuerda al que vivimos a este otro lado de la frontera, compartiendo muchas de las consecuencias de esta crisis sistémica. Como, por ejemplo, la emigración de las generaciones que ahora tendrían que ingresar en el mercado laboral: “Por no encontrar trabajo ni condiciones para poder vivir con dignidad en nuestro país, muchos, principalmente los más jóvenes, están recurriendo a la emigración, buscando en otros países lo que no encuentran en Portugal”.

El drama de los pensionistas

¿Y qué ocurre, entonces, con quienes no encuentran trabajo? Pues, aparte de que ya son un millón en esta situación –“pocas serán las familias donde no haya alguien desempleado”–, su futuro no aparece demasiado halagüeño: “El apoyo al desempleo está siendo, cada vez más, reducido, recortado y humillante, dejando a una gran mayoría sin condiciones de vida dignas”.

Algo que, como no podía ser de otro modo, afecta especialmente a “los pensionistas, que trabajaron y cotizaron durante su vida laboral, y que tenían la confianza de que en su vejez conseguirían unas condiciones de vida dignas; por contra, están siendo privados de parte de sus pensiones y viéndose, muchos de ellos, bajo el umbral de la pobreza”.

Ante estas situaciones de “injusticia laboral y social a nivel local, nacional e internacional”, desde el MTC buscan llamar la atención de las personas e instituciones con responsabilidades públicas y, partiendo de la “denuncia profética”, tratar de que se acometa una acción conjunta y urgente por “la construcción de una sociedad donde todos puedan vivir con dignidad y justicia”.

Para ello, toman como referentes las proclamas de los dos últimos papas en las que se ofrecen propuestas sociales concretas. Así, de Benedicto XVI se apunta esta advertencia: “La desregularización del mundo del trabajo implica la reducción de las redes de Seguridad Social, acarreando grandes peligros para los derechos de los trabajadores; los derechos fundamentales del hombre son la solidaridad realizada por las formas tradicionales del Estado social” (Caritas in veritate, 25).

También sitúan su mirada en el punto 192 de la exhortación apostólica Evangelii gaudium, de Francisco: “No se habla apenas de garantizar comida y un digno sustento para todos, más prosperidad y civilización en los múltiples aspectos. Esto engloba educación, acceso a los cuidados de la salud y, especialmente, trabajo; porque, en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano amplía y engrandece la dignidad de su vida”.

Algo que los representantes del MOC desbrozan de este modo, señalando al origen de esta cultura economicista: “Las políticas dominantes son impulsadas por los mercados financieros, que dan primacía a la iniciativa privada y al comercio global en detrimento de las personas”.

Finalmente, los Presupuestos Generales del Estado portugués para este año no escapan del juicio de esta institución cristiana: “Siguen los caminos anteriores de austeridad y empobrecimento”. De ahí que, entienden, estén abocados al fracaso. Por lo menos para la gran masa social ajena a las élites de poder.

En el nº 2.880 de Vida Nueva

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