La Iglesia se compromete en la ONU a defender la infancia

arzobispos Silvano Tomasi y Charles Scicluna delegación vaticana ante el comité sobre la Convención de los Derechos de la Infancia de la ONU 16 enero 2014

La lucha contra los abusos y las reformas en el IOR marcan la actualidad

arzobispos Silvano Tomasi y Charles Scicluna delegación vaticana ante el comité sobre la Convención de los Derechos de la Infancia de la ONU 16 enero 2014

Los arzobispos Tomasi (izq.) y Scicluna en la ONU

ANTONIO PELAYO (ROMA) | “El rumor es el más viejo y el más universal de los medios de comunicación”, dijo en su día el periodista y ensayista francés Jean François Revel. Puede que tenga razón, porque, en estos días, Roma se ha llenado de rumores que circulan por los pasillos de la Curia, las embajadas y las casas generalicias de las más importantes congregaciones religiosas. Lo que no dijo Revel, pero lo añado yo, es que los rumores nunca son blancos ni carecen de intención. Por tanto, el periodista que quiera hacer bien su trabajo tiene que saber orientarse en esta rumorología para no despistarse ni despistar a su lectores.

Vayamos pues a las noticias. El 15 de enero, el papa Francisco renovó la Comisión Cardenalicia de Vigilancia del Instituto para las Obras de Religión (el famoso IOR). De los cinco purpurados que la componían, solo “sobrevive” Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y que, en años precedentes, fue secretario para las Relaciones con los Estados, un “peso pesado” en la historia de la diplomacia pontificia.

Ha salido su presidente, el secretario de Estado emérito Tarcisio Bertone, reemplazado por su sucesor, el neocardenal Pietro Parolin. Al finalizar su mandato quinquenal, no se les ha renovado el mandato a Odilo Scherer, arzobispo de São Paulo; al indio Telesphore P. Toppo, arzobispo de Ranchi; y al italiano Attilio Nicora, presidente de la Agencia para la Información Financiera (AIF); este último cese está más que justificado, porque no se puede ser a la vez controlado y controlador.

Los nuevos miembros son, además de Parolin, el español Santos Abril y Castelló, arcipreste de la basílica romana de Santa María la Mayor, que se confirma como hombre de confianza del Pontífice; el austriaco Cristoph Schönborn, arzobispo de Viena; y el arzobispo de Toronto, Thomas Christopher Collins.

En estos últimos meses, el IOR ha sido objeto de un atento análisis por parte de Bergoglio, que nombró en su día una comisión especial para vigilar su funcionamiento; esta la preside el cardenal salesiano Raffaele Farina, integérrimo varón que se traslada por el Vaticano y alrededores en un pequeño utilitario, como le gusta al Pontífice.

Cayeron en su día el director y el vicedirector general, Paolo Cipriani y Massimo Tulli, sospechosos de operaciones no demasiado claras. Quedan por dilucidar las causas del cese fulminante del anterior presidente, el economista Ettore Gotti Tedeschi; en su día publicamos la declaración de Georg Gänswein, secretario personal de Joseph Ratzinger, afirmando que la decisión fue tomada por Bertone sin que Benedicto XVI fuese informado previamente; esto disgustó al Papa, que estimaba a Gotti Tedeschi, pero que no podía desautorizar a su secretario de Estado.

papa Francisco visita la parroquia romana del Sagrado Corazón

En la parroquia del Sagrado Corazón

En la próxima reunión del “C-8” –el grupo de trabajo de ocho cardenales instituido por el Santo Padre–, del 17 al 19 de febrero, se decidirán las líneas directrices del IOR, poniendo fin a un historial lleno de sombras ligadas a unas finanzas heterodoxas y, a veces, en los márgenes de la legalidad.

Lucha contra los abusos

Otro frente de la Iglesia que se encontraba a la intemperie de la opinión pública mundial era el de los abusos sexuales a menores por sectores del clero. También aquí el Papa ha querido reforzar la línea de su predecesor, declarando la guerra abierta a la pedofilia clerical.

El 16 de enero, el observador permanente de la Santa Sede ante los organismos de la ONU en Ginebra, Silvano Tomasi, intervino ante el Comité sobre la Convención de los Derechos de la Infancia (CRC) para explicar la acción de la Santa Sede. Por su carácter inédito, cabe catalogar la comparecencia de histórica.

En ella, el arzobispo insistió en que “se han delineado cuidadosamente políticas y procedimientos diseñados para contribuir a eliminar dichos abusos y colaborar con las autoridades estatales respectivas en la lucha contra ese delito. La Santa Sede también se ha comprometido a escuchar con atención a las víctimas de los abusos y a abordar el impacto que tales situaciones tienen en las víctimas y en sus familias”.

Tomasi expuso las diversas fases de la respuesta de la Santa Sede a este triste fenómeno: la primera trata de las consideraciones generales, incluyendo la naturaleza de la Santa Sede como sujeto de derecho internacional. La segunda especifica los principios en que se basa para reafirmar los derechos y deberes de los niños y de los padres. La tercera explica sus contribuciones internacionales para la promoción de los principios básicos del CRC y su aplicación a situaciones concretas: adopción, niños con discapacidad, ocio y cultura infantiles, drogadicción, los niños de la calle, etc.

Pero el representante vaticano fue claro en su autocrítica: “No hay excusa para cualquier forma de violencia o explotación de los niños. Esos crímenes no pueden justificarse nunca”. Que no hay voluntad de retroceder en este campo ni de ocultar las propias responsabilidades lo ratificó el prelado con el anuncio de que Francisco ha creado una comisión para la protección de los menores de edad. [EDITORIAL: El Vaticano habla claro ante la ONU]

papa Francisco visita la parroquia romana del Sagrado Corazón

En la parroquia del Sagrado Corazón

“Mercaderes de carne humana”

En otro orden de cosas, no es nueva la atención de la Iglesia a los emigrantes. De hecho, ya en 1970, Pablo VI creó la Pontificia Comisión para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, que la Pastor Bonus transformó en Pontificio Consejo.

El domingo 19 de enero se celebraba la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado; el Papa, que ya había hecho público semanas antes un mensaje para dicha ocasión, volvió a tratarlo tras el rezo del Angelus: “Estáis cerca del corazón de la Iglesia, porque la Iglesia es un pueblo en camino hacia el Reino de Dios, que Jesucristo trajo en medio de nosotros. ¡No perdáis la esperanza de un mundo mejor! Os deseo que viváis en paz en los países que os acogen, custodiando los valores de vuestras culturas de origen”.

“En estos momentos –añadió– pensamos en tantos emigrantes, en tantos refugiados, en sus sufrimientos, en su vida a menudo sin trabajo, sin documentos, con tanto dolor”. A continuación, citó al beato Scalibrini, fundador de los Misioneros de San Carlos y apóstol de ese sector explotado por “los mercaderes de carne humana”.

Esa misma tarde, Francisco quiso tocar la realidad de la emigración en directo. A las cuatro llegó a la parroquia del Sagrado Corazón, que los salesianos dirigen en las inmediaciones de Termini, lugar habitual de encuentro de centenares de jóvenes emigrantes sin hogar, sin trabajo, sin documentos y, algunas veces, sin nada que llevarse a la boca.

Con un grupo de refugiados y vagabundos mantuvo una larga conversación en la que escuchó muchas confidencias sobre las duras circunstancias de estos muchachos y muchachas, zarandeados por las adversidades de la vida. “Me siento como en mi casa”, les dijo el Papa, suscitando la admiración de todos los presentes. Y así debió de ser, puesto que se tiró más de una hora conversando con ellos sin tabúes ni cortapisa alguna.

“Muchas veces –dijo en su homilía– confiamos en un médico; está bien hacerlo, porque el médico está allí para curar; tenemos confianza en una persona, en hermanos y hermanas que nos pueden ayudar. Está bien tener confianza humana entre nosotros. Pero nos olvidamos de la confianza en el Señor; esta es la clave del éxito en la vida: ¡la confianza en el Señor! Esta es una apuesta que tenemos que hacer: confiar en Él, porque nunca decepciona. ¡Nunca, nunca! Escuchad bien, chicos y chicas que iniciáis la vida: Jesús nunca decepciona”.

  • OPINIÓN: Al Quds, por Antonio Pelayo

En el nº 2.879 de Vida Nueva

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