La Iglesia denuncia la inacción del Gobierno en Michoacán

grupos populares de autodefensa contra la violencia de los narcos en Michoacán México

Tras prohibir las milicias ciudadanas de autodefensa, el caos es ahora mayor

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Grupos de autodefensa contra el crimen organizado

La Iglesia denuncia la inacción del Gobierno en Michoacán [extracto]

FELIPE MONROY (CIUDAD DE MÉXICO) | Michoacán, particularmente Tierra Caliente, es desde hace tiempo un infierno a causa del dominio de los narcos. Ninguna estrategia de seguridad por parte de las autoridades ha dado resultados de paz. Un fracaso que ha acabado dando paso a la creación espontánea de organizaciones populares armadas para defender lo que el Gobierno no pudo: a la gente. Estos grupos, denominados “policías comunitarias” o “autodefensas”, han crecido y tenido éxito allí donde el Ejecutivo no llegó.

Sin embargo, la sospecha de que estos estuvieran patrocinados o alimentados por el crimen organizado, además del hecho de que operan al margen de la ley, ha empujado al Gobierno federal a intervenir de una manera directa en la región, buscando el desarme de toda organización armada y procurando el restablecimiento del Estado de derecho.

Pero la reacción de las autodefensas ha sido clara: “Si nos desarman, nos va a matar el crimen organizado; solo dejaremos las armas si antes el Gobierno captura a los líderes de los Caballeros Templarios”.

Pese a todo, el 14 de enero comenzó la aplicación del acuerdo por el que la República asumió la seguridad del Estado y acometió el anunciado desarme. Un hecho que, más que paz, trajo desgracias: encono social, heridos y muerte de inocentes.

Un panorama que ha descrito en toda su crudeza el obispo de Apatzingán, Miguel Patiño Velázquez, quien ha alzado la voz en medio de la situación: “Los hechos recientes han llenado de indignación a nuestro pueblo al cerciorarse de que ni los políticos ni el Gobierno dan muestras de querer solucionar el problema. En lugar de buscar a los criminales que dañan a la comunidad, el ejército, por órdenes superiores, fue a desarmar a las autodefensas de Nueva Italia y Antúnez, agrediendo a la gente indefensa con el resultado de tres hombres muertos. La situación se les salió de control y, al verse rodeados por la población, comenzaron a disparar, primero al aire y después a las personas”.

Discursos vanos

Patiño rechaza los discursos vanos: “Las palabras distan mucho de los hechos. Apatzingán está hundida en el miedo y la zozobra. La quema de carros, negocios y hasta la presidencia municipal lo fueron por parte del crimen organizado, que actuó impunemente, mientras dos batallones de soldados estaban acuartelados. En la autopista Apatzingán-Nueva Italia, los enviados del crimen organizado quemaron autobuses, trailers y camiones de carga sin que los federales ni los militares lo impidieran. El crimen organizado sigue obligando a la gente a asistir a sus manifestaciones, sus líderes están plenamente identificados y no hay autoridad que los pare”.

La incomprensión es lo que lleva al prelado a ahondar en su denuncia: “El pueblo está exigiendo al Gobierno que, primero, agarre y desarme al crimen organizado. El ejército y el Gobierno han caído en el descrédito porque, en lugar de perseguir a los criminales, han agredido a las personas que se defienden de ellos. ¿No han comprendido que nos encontramos en un estado de necesidad?”.

Frente a este drama, el trabajo de la Iglesia en la región ha sido el de ofrecer consuelo en el dolor. Y así lo testimonia Patiño, que toma el ejemplo de Dietrich Bonhoeffer, líder religioso alemán que murió durante el nazismo: “Él escribía a su novia desde la prisión, diciéndole: ‘Se precisa un concilio de todas las Iglesias… ¿Para qué? Nosotros somos conscientes de que alguien debe consolar a las víctimas, pero también alguien debe frenar a la máquina que asesina’”.

De ahí que la reclamación del pastor de Apatzingán sea clara: “Pedimos a los políticos, al Gobierno y al secretario de Gobernación que den a los pueblos de nuestra región signos claros de que en realidad quieren parar a la máquina que asesina. La gente espera una acción más eficaz del Estado en contra de los que están provocando este caos”.

Patiño concluye su misiva dirigiéndose al Pueblo de Dios: “Os exhortamos a no perder la esperanza. Dios está con nosotros y no nos deja solos en los momentos de peligro. Sigamos orando más fervientemente por la paz, con la confianza de que María, Reina de la Paz, intercede por nosotros. Con mi profundo cariño y oraciones por el Pueblo de Dios que camina en Tierra Caliente, tan castigado por el flagelo de la violencia absurda y fratricida”.

En el nº 2.879 de Vida Nueva.

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