Editorial

El Vaticano habla claro ante la ONU

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arzobispos Silvano Tomasi y Charles Scicluna delegación vaticana ante el comité sobre la Convención de los Derechos de la Infancia de la ONU 16 enero 2014

Los arzobispos Tomasi (izq.) y Scicluna en la ONU

EDITORIAL VIDA NUEVA | El Vaticano respondió en Ginebra, ante el Comité de la Convención de Derechos del Niño de la ONU, a las preguntas sobre los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos. La comisión vaticana la integraban Silvano Tomasi, representante ante la ONU, y Charles Scicluna, arzobispo maltés que, durante una década, fue el responsable de atender y estudiar estos casos en la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Durante una larga sesión, los representantes de la Santa Sede presentaron un informe con las estadísticas de 2011-2012. Es la primera vez que el Vaticano ofrece detalles sobre el número de sacerdotes apartados de su ministerio por esa razón. Según el informe, Benedicto XVI, en más de dos años, adoptó esa medida contra unos 400 presbíteros que habían abusado sexualmente de niños.

Aunque la pederastia fue siempre condenada explícitamente en la Iglesia, con penas graves en el Código de Derecho Canónico, hubo obispos –a cuya jurisdicción debían someterse estos casos– que actuaron con decidida voluntad, aunque otros no. Y ahí está el problema, en el silencio cómplice, los traslados de lugar de los culpables, el exceso de “proteccionismo” y la consideración solo como pecado de lo que era un delito penado por las leyes civiles.

Faltó valentía, generosidad, responsabilidad y coraje para actuar denunciando los casos ante los tribunales de cada país. Ante esta negligencia cómplice, por la que la Iglesia ha pedido reptidas veces perdón en los últimos años, el Vaticano ha venido actuando. Nada más ser elegido papa, Ratzinger tomó como prioridad la tarea, convirtiéndose en parte de la solución, más que del problema.

No hay excusas frente a cualquier tipo
de violencia y explotación a menores.
Son crímenes que no pueden justificarse nunca
y en ningún lugar o estamento en el que se cometan.
Esta es la política hoy en la Santa Sede.

Y no solo se puso mano a la obra, destituyendo obispos, exhortado a denunciar en los tribunales civiles a los implicados, reuniéndose con las víctimas, hablando alto y claro en su viaje a los Estados Unidos, en su carta a los católicos irlandeses, en su actuación decidida contra Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo y la intervención en la congregación por él fundada…

Junto a todo ello, los decretos emitidos y las nuevas normas para seguir actuando, que complementan los cánones legales. El Papa promovió una atenta reformulación en la preparación de candidatos al sacerdocio y a la Vida Consagrada. Así pues, el silencio cómplice va desapareciendo y la colaboración con la justicia es cada vez mayor, aunque pueda haber renuencias en casos aislados.

Al papa Francisco le corresponde seguir con esta limpieza. Ya tiene los instrumentos. Para reforzar esta actuación, creó una comisión para la lucha contra la pederastia en las filas del clero.

No hay excusas frente a cualquier tipo de violencia y explotación a menores. Son crímenes que no pueden justificarse nunca y en ningún lugar o estamento en el que se cometan. Esta es la política hoy en la Santa Sede y en todas las diócesis del mundo, que están comprometidas en la defensa de la inviolable dignidad de la persona entera de cada pequeño: cuerpo, mente y espíritu.

En Ginebra se ha dado un paso importante para la credibilidad de la Iglesia, dejando clara su postura ante este tema y su decidida voluntad de colaborar con la justicia.

En el nº 2.879 de Vida Nueva. Del 25 al 31 de enero de 2014

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