Francisco refrenda su apuesta por una Iglesia descentralizada

papa Francisco y la Curia, encuentro en Navidad 2013

De los 19 cardenales electos, la mayoría no son curiales y provienen de las “periferias”

papa Francisco y la Curia, encuentro en Navidad 2013

Estos son los 19 nuevos cardenales del papa Francisco

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Había cierta expectación ante el anuncio del primer consistorio del papa Bergoglio, que tendrá lugar el 22 de febrero. Intrigaba conocer la lista de nombres elegidos para completar el Colegio Cardenalicio. Como si intuyera esa curiosidad, el Pontífice, sin esperar el mes habitual, adelantó la noticia diez días y el domingo 12 de enero, después del rezo del Angelus, hizo públicos los nombres de los 19 nuevos cardenales (tres ya no serán electores, al haber superado los 80 años establecidos canónicamente).

Las primeras reacciones indican que no ha decepcionado las expectativas. Estamos ante un consistorio cien por cien bergogliano, es decir, reflejo de la personalidad del Papa y espejo de la Iglesia que tiene in mente y que poco a poco está haciendo nacer.

Desde un punto de vista meramente institucional, Francisco no ha querido modificar el número de 120 electores fijado en su día por Pablo VI, si bien se ha permitido una mínima licencia añadiendo dos nombres más de los previstos (dieciséis en vez de las catorce vacantes actuales). En los próximos meses se entrará de nuevo en el límite prefijado por la ley montiniana.

El Santo Padre, por otra parte, ha respetado igualmente una praxis habitual en las últimas décadas de historia eclesial. Así, ha hecho cardenal a su secretario de Estado, Pietro Parolin, independientemente de la nueva estructura que se dé en su día a este supremo organismo del gobierno de la Iglesia.

Por la misma razón, ha concedido la púrpura a dos prefectos de la Curia: el alemán Gerhard Ludwig Müller, puesto al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe por Benedicto XVI, y el italiano Beniamino Stella, que preside desde hace pocos meses la Congregación para el Clero, donde sustituyó al cardenal Mauro Piacenza.

El caso de Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, tiene una doble explicación: por una parte, el Papa quiere reforzar esta institución que necesita una profunda remodelación y, por otra, el italiano fue secretario del cónclave y, por tradición, esta responsabilidad se ve recompensada con el capelo cardenalicio.

19 nuevos cardenales papa Francisco para consistorio de 22 de febrero

Gran peso de América Latina

Vayamos ahora al grueso de la lista: de los doce restantes, diez están al frente de Iglesias situadas en las que podíamos llamar, con una terminología muy querida por este Papa, “periferias”. En primer lugar, América Latina, de donde provienen seis de los nuevos cardenales; otros dos enriquecen el episcopado africano y la misma cifra recompensa a dos prelados asiáticos.

Los latinoamericanos son el arzobispo de Buenos Aires y sucesor allí de Bergoglio, Mario Aurelio Poli; el de Managua, Leopoldo José Brenes Solórzano; el de Río de Janeiro, Orani João Tempesta, brillante organizador de la última Jornada Mundial de la Juventud; el chileno de nacionalidad aunque nacido en Italia Ricardo Ezzati Andrello, que rige desde 2010 la Archidiócesis de Santiago de Chile, donde sucedió al cardenal Francisco Javier Errázuriz; el joven haitiano Chibly Langlois (nació en 1958), obispo de Les Cayes; y el antillano Kelvin Edward Felix, arzobispo emérito de Castries, en la isla de Santa Lucía.

Los africanos son dos: el arzobispo de Abidjan, en Costa de Marfil –uno de los países del Continente Negro con mayor número de católicos–, Jean-Pierre Kutwa; y el de Ougadougou, capital del Burkina Faso, Philippe N. Quédraogo. Igualmente, son dos los asiáticos: el primero procede de Corea del Sur y es el arzobispo de su capital, Seúl, Andrew Yeom Soo jung; mientras el segundo es filipino, el oblato Orlando B. Quevedo, que preside la Diócesis de Cotabato (en la isla de Mindanao, tan azotada por los conflictos interreligiosos), que nunca había tenido a su frente (como Haití) un cardenal.

Dos capelos van a prelados que están al frente de archidiócesis tradicionalmente regidas por cardenales; me refiero a la de Westminster, cuyo actual titular es Vincent Gerard Nichols, sucesor muy capaz y digno del cardenal Cormac Murphy-O’Connor; y al de Quebec, en Canadá, Gerald C. Lacroix.

Mención aparte merece el “caso” italiano. En todas las previsiones publicadas hasta la fecha se daba por descontado que serían elevados al cardenalato el arzobispo de Turín, Cesare Nosiglia, y el patriarca de Venecia, Francesco Moraglia. Bergoglio ha preferido, sin embargo, nombrar al arzobispo de Perugia, Gualtiero Bassetti, quien, al conocer la noticia, dijo: “Demasiado peso para unas espaldas tan pequeñas; un dos a la brisca, que diría mi padre”.

Los vaticanistas de este país, especializados en interpretar las decisiones papales, ven en esta elección el deseo de romper con el juego de las fracciones eclesiales, tan fuertes y opuestas en la Iglesia italiana, dando juego a figuras independientes, pastores sin aspiraciones de poder ni amigos de intrigas.

Nos quedan por comentar los nombres de dos de los tres prelados que han superado ya los ochenta años (edad límite para participar en un cónclave). El más conocido internacionalmente es Loris Capovilla, durante tantos años secretario personal del beato Juan XXIII, y que recibe la púrpura a la veneranda edad de 98 años, un récord hasta ahora nunca alcanzado. Este anciano aún muy vivaz ha comparado más de una vez a Bergoglio con Roncalli. “Cuando encuentran a una persona –ha dicho– no dan la impresión de que se pregunten si es o no católica; lo primero que ven en ella es que es una criatura de Dios que tiene derecho a la escucha y al respeto, a una amistad”.

De Fernando Sebastián nos ocupamos extensamente en otro espacio de este número de Vida Nueva (página 35). Aunque baste decir que, con su nombramiento, España vuelve a contar con diez cardenales, de los cuales cinco son electores (Rouco Varela, Martínez Sistach, Santos Abril, Antonio Cañizares y Carlos Amigo). Nuestro país se sitúa en tercera posición, después de Italia, que todavía cuenta con 51 cardenales, y de los Estados Unidos, que tienen 19. España, Alemania y Brasil empatan a diez.

Hablando de cifras, el Colegio Cardenalicio cuenta en estos momentos con 218 miembros, de los cuales tienen derecho a entrar en el cónclave 122, siendo 96 al menos octogenarios. Europa sigue llevándose la parte del león con 116 purpurados; le siguen las dos Américas, con 58; Asia, con 21; África, con 19; y Oceanía, con solo cuatro.

De los comentarios publicados, escogeré unas frases del veterano Luigi Accattoli en el Corriere della Sera: “A Bergoglio le gusta descabalar los juegos de la nomenklatura eclesiástica, especialmente de la italiana, que es la primera en el mundo por números y ambiciones”. Por su parte, Andrea Tornielli, en La Stampa, afirma: “El fin del automatismo para las diócesis así llamadas cardenalicias, en Italia y en el mundo, es desde una perspectiva de futuro, un antídoto contra el carrerismo y las cordadas”. [ESPECIAL: El Colegio Cardenalicio – Listado actualizado]

discurso del papa Francisco al Cuerpo Diplomático Sala Regina 13 enero 2014

El Papa con los embajadores

Diagnóstico del mundo

Por otro lado, el lunes 13 de enero, tuvo lugar la tradicional ceremonia de presentación de los auguri navideños y para el año nuevo por parte del Papa al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Un acto siempre muy solemne, tanto por su escenario, la Sala Regia del Palacio Apostólico, como por el número de embajadores presentes, vestidos muchos de ellos con sus uniformes históricos o con sus atuendos tradicionales de gala. Para Bergoglio era una primicia y me pregunto si se encontraba “cómodo” en medio de tanta pompa.

El interés se centra siempre en el discurso que, con dicho motivo, pronuncia el Pontífice y que, a los ojos de las cancillerías de todo el planeta, expresa los puntos de vista de la diplomacia vaticana sobre la situación actual del mundo. El que pronunció Jorge Mario Bergoglio (que habló en italiano y no en francés, como hacían siempre sus predecesores) ocupa cuatro densísimas páginas en su versión española y son un recorrido por el paisaje político y social de los últimos meses, con una visión proyectada al futuro.

El análisis del Papa arrancó de su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, dedicado a la fraternidad como fundamento y camino para la paz, “cuya gramática –dijo citando a Ratzinger– es una gramática familiar”.

En primer lugar, habló sobre la familia: “Aumenta, por desgracia, el número de familias divididas y desgarradas no solo por la frágil conciencia de pertenencia que caracteriza al mundo actual, sino también por las difíciles condiciones en las que muchas de ellas se ven obligadas a vivir, hasta el punto de faltarles los mismos medios de subsistencia. Se necesitan, por tanto, políticas adecuadas que sostengan, favorezcan y consoliden la familia”.

En otro pasaje de su discurso, Francisco sentenció: “La paz, además, se ve herida por cualquier negación de la dignidad humana, sobre todo por la imposibilidad de alimentarse de modo suficiente. No nos pueden dejar indiferentes los rostros de cuantos sufren el hambre, sobre todo los niños, si pensamos en la cantidad de alimentos que se desperdician cada día en muchas partes del mundo, inmersos en lo que he definido en varias ocasiones como la cultura del descarte. Por desgracia, objeto de descarte no son solo el alimento o los bienes superfluos, sino, con frecuencia, los mismos seres humanos que vienen ‘descartados’, como si fueran ‘cosas no necesarias’. Por ejemplo, suscita horror solo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto, o en los que son utilizados como soldados, violentados o asesinados en los conflictos armados, o hechos objeto de mercadeo en esa tremenda forma de esclavitud moderna que es la trata de seres humanos y que es un delito contra la humanidad”.

papa Francisco bautiza a una niña en la Capilla Sixtina Fiesta del Bautismo del Señor 12 enero 2014

Una de las niñas bautizadas por Francisco

“No podemos ser insensibles –añadió a renglón seguido– al drama de las multitudes obligadas a huir por la carestía, la violencia o los abusos. (…) Muchos de ellos viven como prófugos o refugiados en campos donde no son considerados como personas, sino como cifras anónimas. Otros, con la esperanza de una vida mejor, emprenden viajes aventurados que a menudo terminan trágicamente”. [DOCUMENTOS: Discurso íntegro al Cuerpo Diplomático]

Bautizos en la Sixtina

Finalmente, el domingo 12 de enero, festividad litúrgica del Bautismo del Señor, el Santo Padre confirió en la Capilla Sixtina el sacramento del bautismo a 32 bebés recién nacidos. Es un rito ya tradicional desde los tiempos del beato Juan Pablo II, pero Bergoglio rompió los moldes al derramar las aguas bautismales sobre una niña, Giulia, fruto de una pareja casada solo civilmente.

En su brevísima homilía, el Papa no hizo la más mínima alusión a este hecho significativo. Tampoco poco después en las palabras del Angelus, en las que se limitó a afirmar que “este es el gran tiempo de la misericordia. No olvidéis esto: ¡este es el tiempo de la gran misericordia!”.

Hace ya algún tiempo, en una de sus homilías pronunciadas en la capilla de la casa de Santa Marta, el Papa había tronado contra la negación del bautismo a los hijos de parejas “irregulares”. “El bautismo negado –afirmó entonces– suena como una denuncia y, lo digo con dolor, es como una ofensa. Es un neoclericalismo rigorista, además de hipócrita”. El Pontífice no ha hecho más que aplicar lo que predica.

En el nº 2.878 de Vida Nueva

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