Alberto Lamana: “La única solución duradera debe nacer de los sursudaneses”

Alberto Lamana, misionero comboniano

Misionero comboniano

Alberto Lamana, misionero comboniano

J. L. CELADA | Tras una década trabajando en Sudán del Sur, Alberto Lamana (Zaragoza, 1971) regresó a España una semana después de que la nación más joven del planeta declarase su independencia (9 de julio de 2011). Hoy, desde la distancia, sigue con preocupación la deriva de violencia y muerte que ha tomado este país, al que dedicó aquellos años de intensa labor misionera.

PREGUNTA.- ¿Tan frágil era la paz en Sudán del Sur para que, en apenas un mes, se hayan dilapidado los esfuerzos de tantos años?

RESPUESTA.- Han sido muchos y variados los conflictos desde la firma del acuerdo de paz en enero de 2005. Durante los largos años de guerra, la razón que mantenía unido al sur era ser el enemigo del norte. Cuando nació Sudán del Sur, comenzaron a aparecer fracturas dentro de la estructura interna del SPLM. El presidente Kiir tomó algunas decisiones consideradas autocráticas y anticonstitucionales, como la destitución, en julio, de todo el gabinete y de algunos de los gobernadores elegidos democráticamente. Pero lo más notable fue la suspensión del vicepresidente, Riak Machar, líder indiscutible de la etnia Nuer, la segunda más numerosa del país. La crisis que estalló el 15 de diciembre es el resultado de un largo de proceso de desencuentros entre diferentes corrientes dentro del partido en el gobierno, el SPLM.

P.- ¿Se trata solo de un conflicto étnico, como se está diciendo en los medios?

R.- Es la consecuencia de una combinación de intereses políticos y económicos, dentro del complejo contexto cultural que conforman las numerosas etnias. En primer lugar, existe una lucha por el poder, que se manifiesta en las diferentes facciones dentro del SPLM; y que va más allá de sus cabezas visibles, Kiir (de la etnia Dinka) y Machar. La etnia constituye el tejido básico de la sociedad en Sudán del Sur. La pertenencia a una nación está todavía lejos de ser un concepto con peso en la escala de valores de los sursudaneses. Tradicionalmente, la cultura de cada etnia constituía un espacio seguro y contaba con los mecanismos para gestionar los conflictos. La guerra fragmentó las estructuras de control y liderazgo dentro de la tribu. Como resultado, el componente étnico es susceptible de ser manipulado y puede degenerar en profundos sentimientos de odio.

P.- Ya se ha visto que los llamamientos de la Iglesia a la reconciliación tratan de evitarlo, pero ¿qué papel jugó en la creación del nuevo país y cómo está viviendo la situación actual? ¿Corren peligro los misioneros que siguen allí?

R.- Con la llegada de la paz, la Iglesia pasó de la supervivencia al desarrollo de programas pastorales y sociales para dar respuesta a los nuevos desafíos de construcción nacional. La Iglesia ha denunciado reiteradamente la carencia de talante democrático de los nuevos dirigentes. En la crisis actual, la Iglesia se ha volcado con los refugiados, abriendo sus puertas y levantando la voz en busca de ayuda. Además, junto con otras confesiones, ha proclamado con determinación un mensaje de paz. Y ha pedido a la población que no se deje arrastrar por sentimientos tribales. Cuando se vive en una zona en conflicto, se corre cierto riesgo. El misionero proclama la Buena Noticia. Es en momentos como este, sobre todo, en los que ver la presencia de Dios se hace más necesario. A veces, la permanencia silenciosa al lado de los que sufren es el testimonio más valioso de la compasión de Dios.

P.- ¿Llegarán a buen puerto los diálogos que tienen lugar ahora en Addis Abeba?

R.- Sí. Sudán del Sur tiene su mirada puesta en el este de África para desmarcarse de Sudán y crear nuevos lazos comerciales. El hecho de que las negociaciones sean en la capital de Etiopía ayuda a implicar a la comunidad internacional en la resolución de este conflicto. Hay que recordar que países como Uganda, Kenia y Etiopía tiene grandes expectativas en el desarrollo económico de Sudán del Sur.

P.- De lo contrario, ¿Sudán del Sur podría convertirse en el penúltimo desastre humanitario de África?

R.- Esperemos que pueda reconducir su futuro. El conflicto es, sobre todo, resultado de un déficit de democracia. El SPLM deberá aprender que el camino para construir la nación pasa necesariamente por la transformación en una sociedad plural donde pueda emerger la diversidad ideológica. Hay signos de esperanza en la creciente toma de conciencia entre los jóvenes sobre su responsabilidad social. La ayuda de la comunidad internacional puede ser muy valiosa, pero la única solución duradera debe nacer de los sursudaneses.

En el nº 2.878 de Vida Nueva
 

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