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Técnicas de iluminación


En ‘El revés de la trama’: Eloy Tizón (Páginas de Espuma, 2013). La recensión es de Javier Morales

Técnicas de iluminación, Eloy Tizón, Páginas de Espuma

Título: Técnicas de iluminación

Autor: Eloy Tizón

Editorial: Páginas de Espuma, 2013

Ciudad: Madrid

Páginas: 168

JAVIER MORALES | Eloy Tizón (Madrid, 1964) publicó su primer libro, Velocidad de los jardines (Anagrama), cuando aún no había cumplido treinta años. Entre sus páginas se cocinaba nada más y nada menos que la renovación del relato en España y hoy es ya un libro mítico.

Después de este brillante debut literario, Tizón ha escrito otro libro de relatos y tres novelas, siempre con el mismo nivel de exigencia, con una prosa lírica, que rebosa plasticidad, que nunca cae en el barroquismo. Con su último libro, Técnicas de iluminación (Páginas de Espuma), una colección de diez relatos, Tizón confirma que es uno de los grandes, un estilista que pone su técnica virtuosa al servicio de la historia. A Eloy Tizón no le asusta bucear en el alma, por muy incómodo que nos resulte a veces mirarnos al espejo.

El narrador madrileño es alguien que se toma en serio la escritura, como si le fuera la vida en ello. Alguien que no confunde la vida literaria con la literatura, una tentación a la que sucumben no pocos escritores. Los personajes de Técnicas de iluminación son complejos, a veces sin identidad, se sienten extraviados y confusos. Todos huyen de algo, de la rutina de la vida cotidiana (Los horarios cambiados), de la vida periférica (Ciudad dormitorio), de una amenaza que nunca llegamos a conocer (Merecía ser domingo), del miedo a la edad adulta (Alrededor de la boda), de la propia identidad (La calidad del aire), de la normalidad aparente (El cielo en casa), de las pérdidas más dolorosas e irreparables (Naitilus). Pero Tizón nunca les deja caer del todo. Los redime con el humor, muy sutil, y les muestra una luz, por pequeña que sea, para que no caigan al abismo.

Asegura Richard Ford que la literatura es en un ochenta por ciento artesanía y que el resto es magia. La técnica, mal que bien, puede aprenderse. La magia, la iluminación, no. Tener ambas cualidades te convierte en maestro. Tizón lo es.

En el nº 2.874 de Vida Nueva.

Actualizado
05/12/2013 | 18:20
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