La disposición al sufrimiento

Pablo d'Ors, sacerdote y escritorPABLO d’ORS | Sacerdote y escritor

“La disposición para sufrir no es otra que la disposición para vivir, puesto que la vida comporta sufrimiento…”.

“Quien quera ser discípulo mío, que tome su cruz y me siga”, dice Jesús. No dice que quien quiera seguirlo sea bueno o que vaya a misa, sino que cargue con su cruz; ahí pone el acento. La pregunta decisiva del cristiano, por tanto, es si está dispuesto a sufrir.

Nadie está dispuesto a sufrir, pero, si nos decimos “sí, estoy dispuesto”, y si, cuando viene el sufrimiento –bajo cualquiera de sus formas–, lo soportamos un poco más y con mayor entereza que la vez anterior, entonces esa disposición al sufrimiento se va activando.

No debería sorprender tanto que un camino espiritual pida a sus seguidores la disposición para sufrir. La disposición para sufrir no es otra que la disposición para vivir, puesto que la vida comporta sufrimiento. Negarlo es tanto como negar la vida. Y negar la vida no puede ser el camino para vivirla.

Quizá sorprenda que en el cristianismo se diga que Cristo redime el mundo a través de la cruz. No se dice que lo redima con su nacimiento o con su predicación, por ejemplo, o con sus milagros o parábolas. Lo que redime es la Cruz. Sin entrar en este núcleo, el cristianismo permanece cerrado.

Nuestra principal misión en esta tierra es completar la pasión de Cristo. Es probable que esta forma de decirlo no nos guste, pero podemos formularla de otro modo que quizá sea más de nuestro agrado: nuestra principal misión en esta tierra es amar el mundo y a los hombres. Ahora bien, ese amor no puede tener lugar sin padecimiento.

En el nº 2.873 de Vida Nueva.

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