José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
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Exámenes de conciencia en Añastro


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“El remedio sale espontáneo: necesitan recomponer unas relaciones que se han deteriorado, un examen de conciencia colectivo…”

Inauguración de la Asamblea Plenaria de los obispos españoles, la última con Martínez Camino como secretario general del episcopado. Hay expectación por ver quién le sustituirá. Los obispos traen a su candidato en la punta de la lengua y, en tres metros cuadrados, uno se puede encontrar con otras tantas teorías sobre lo que va a pasar o gustaría que pasase.

Pero, además de palparse la expectación en la sala, también se la oye, porque las lenguas están más desatadas, son más vociferantes que en anteriores aperturas de asamblea, como quien buscar espantar viejos temores llamándolos por su nombre de pila. Y hablan de nepotismo, de maltrato a la comunión, de comportamientos autoritarios…

El remedio sale también espontáneo: necesitan recomponer unas relaciones que se han deteriorado, un examen de conciencia colectivo. Curiosamente, en unos minutos, el cardenal Rouco, en su discurso, hablará de “examen de conciencia, al concluir el Año de la fe”. Aunque parte desde otra perspectiva, es cierto que esta plenaria, y sobre todo la de marzo de 2014, es “una buena ocasión para hacer un cierto balance de nuestra labor como maestros y testigos”.

Quien ya ha hecho su examen de conciencia en forma de comunicado ha sido el arzobispo de Granada tras la polémica –“ridícula e hipócrita”– sobre el libro Cásate y sé sumisa, editado por una institución diocesana. Por más que el título se base en la Epístola a los Efesios, es desafortunado, y más cuando el papa Francisco reclama repensar un lugar para la mujer en la Iglesia acorde con su dignidad e importancia, vapuleada en estos dos mil años de cristianismo.

No solo a la prensa le causa sorpresa; incluso el obispo de Bilbao, a quien seguro que sí le suena el pasaje evangélico y su autor, reconoce que ese título es “provocador”, “induce al error” y “no refleja lo que piensa la Iglesia” en torno al matrimonio. Porque, efectivamente, meteduras de pata como esta siguen alimentando el imaginario de una Iglesia retrógrada y machista, que da un respingo indignado cuando le pisan un callo pero que es incapaz de reconocer con humildad sus errores mientras levanta el dedo acusador del “y tú más”.

Sí, vamos necesitando con urgencia esos exámenes de conciencia. Tal vez tras las visitas ad limina del próximo febrero…

En el nº 2.872 de Vida Nueva.

 

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