Filipinas se refugia en la fe

tifón Haiyan en Filipinas noviembre 2013

El tifón Haiyan causa 10.000 muertos y un total de 9,5 millones de afectados

fieles católicos en Filipinas se refugian en una iglesia tras el paso del tifón Haiyan noviembre 2013

Filipinas se refugia en la fe [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | “Ningún tifón puede disminuir la fuerza de ánimo de los filipinos. El cataclismo podrá ser el peor que haya visto el mundo, pero la fe en Dios es todavía más fuerte. (…) Ninguna calamidad puede apagar el fuego de nuestra esperanza”. Con esta apelación a la honda espiritualidad de su pueblo, José Palma, presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, ha querido mostrar su cercanía con las víctimas del tifón Haiyan (conocido a nivel local como Yolanda), que, en su paso por el país, desde el viernes 8 hasta el lunes 11 –desde donde pasó a Vietnam y China, aunque ya con menos fuerza–, ha causado una total devastación: los primeros cálculos hablan de 10.000 muertos, 900.000 desplazados y un total de 9,5 millones de afectados (de ellos, 3,6 concentrados en una franja de apenas 50 kilómetros).

En estas circunstancias, la Iglesia ha hecho valer su fuerte presencia pública (el 83% de los 103 millones de habitantes en las 7.000 islas que componen el país son católicos) y está impulsando, a través de su robusta red parroquial, todo tipo de acciones de emergencia con los afectados (además de una novena de oración en todos sus templos, del día 11 al 19).

Una labor en la que son apoyados por numerosas ONG internacionales que han acudido estos días a prestar su ayuda sobre el terreno, pero también por instituciones y comunidades religiosas que cuentan ya en Filipinas con varias décadas de presencia, buscando fomentar el desarrollo social y comunitario a través del impulso de servicios básicos como la sanidad o la educación.

Entre ellas, Manos Unidas, que lleva trabajando en el archipiélago más de 25 años y que, desde hace cinco, apoya muy específicamente la labor del BCDI, una organización con gran experiencia en proyectos de prevención de desastres naturales. Como destacan en la asociación católica, esto resulta esencial en un contexto como el asiático, tan propicio a sufrir el impacto de la naturaleza desatada.

Según explica Miguel Carballo, miembro del Área de Cofinanciación de Manos Unidas y relacionado con distintos proyectos en Filipinas, “nuestra actuación a lo largo de estos años en materia de prevención de desastres naturales tiene como objetivo fortalecer las comunidades y autoridades locales, dotándolas de los medios y capacidades para dar una respuesta efectiva ante situaciones de vulnerabilidad. Para ello, se potencia la resiliencia de las comunidades, fortaleciendo su capacidad de respuesta ante situaciones de amenaza”.

De ahí que, ante todo, “se busque principalmente actuar sobre los derechos de los más desfavorecidos y con comunidades ubicadas en zonas de riesgo de desastres naturales, afectadas por la debilidad de los servicios de prevención pública y comunitaria”.

tifón Haiyan en Filipinas noviembre 2013

En el caso de Cáritas, toda la red mundial se ha volcado estos días con las víctimas, empezando por la Cáritas nacional, que ha movilizado con carácter de urgencia a sus 96 delegaciones diocesanas. Varios equipos han sido enviados a la zona centro, la más damnificada –Jaro, Borongan, San José de Antique, Palo o Calopan han sido puntos prácticamente arrasados–, con el fin de establecer una evaluación inicial de los daños materiales y humanos, y así poder diseñar un plan de actuación concreto.

Como explica Edwin Gariguez, secretario ejecutivo de Cáritas Filipinas, los efectos de este tifón –“la tormenta más fuerte que ha golpeado nunca el país”– se han visto incrementados por el hecho de que, un mes atrás, la misma región ya fue sacudida por un terremoto de 7,2 grados en la escala Richter: “Estamos en una situación de máxima necesidad. Es una gran calamidad”.

Por si fuera poco, ya se ha generalizado en distintas áreas del país el saqueo de tiendas y la búsqueda desesperada de agua potable, considerada ahora como un bien básico.

Un claro ejemplo de lo ocurrido se ha dado en Jaro, donde fuentes de la archidiócesis aseguran que hasta el 95% de las viviendas de los centros urbanos han quedado dañadas. En declaraciones a Fides, el filipino Eleazar Gómez, coordinador regional de Cáritas Asia, describe con tristeza la gravedad de la situación en otras áreas: “Ha sido como un tsunami. La ola que ha dejado sumergida la ciudad de Tacloban, totalmente destruida, tenía 18 metros de altura”.

Rey Barnido, presente allí con un equipo de Cáritas Filipinas, transmite su abatimiento: “El hospital regional está desbordado de pacientes que necesitan ayuda. Hay muertos por todas partes. No hay agua ni energía. Los voluntarios están tratando de gestionar este desastre, pero es como si hubieran lanzado bombas nucleares”.

Pese a todo, Cáritas está consiguiendo canalizar su ayuda y ya ha puesto en marcha el suministro de 18.000 lonas para campamentos temporales de refugiados. Igualmente, les están haciendo llegar a unas 5.000 familias agua, comida y productos de higiene. Cáritas Española ha enviado 200.000 euros.

Más allá de las asociaciones, las familias religiosas marcan desde su origen el sentimiento cristiano que hace de Filipinas “el país católico” de Asia. Entre las comunidades más asentadas, los claretianos están presentes en muchas regiones del archipiélago. Por ello, Josep Maria Abella, superior general de la congregación, ha dirigido una carta a toda la familia claretiana en la que ruega una movilización masiva: “Las noticias son todavía algo confusas porque es difícil la comunicación, pero sabemos que el noviciado ha sufrido daños importantes y también el centro de formación de evangelizadores que allí tenemos. (…) Os invito a todos (comunidades, parroquias, colegios, provincias y delegaciones) a algún gesto de solidaridad con nuestros hermanos de Filipinas y con las personas que están sufriendo a causa del tifón. Sé que habrá una respuesta generosa”.

Sin noticias de un colegio

Los agustinos recoletos, que cuentan con el colegio de la Santísima Trinidad en Alangalang (pueblo de 50.000 habitantes especialmente devastado), regido por religiosas filipinas, aún no han podido contactar con ellas. Igualmente, reclaman en una nota interna que todos sus miembros se vuelquen en oraciones y en el envío de donativos.

Obras Misionales Pontificias (OMP) informa de que hay 123 misioneros españoles en el país. Aún no se lamentan víctimas, pero todavía no han podido comunicarse con todos. Además, han dado a conocer el testimonio de Ana María Perea, hermana de Nuestra Señora de la Consolación, presente con su comunidad en Cebú, y que destaca cómo el pueblo se ha refugiado en la fe: “Las víctimas no despotrican contra Dios, sino que creen con más fuerza”.

tifón Haiyan en Filipinas noviembre 2013

El abrazo de Francisco

Nada más conocerse el impacto del tifón Haiyan, el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, hizo llegar en nombre del papa Francisco un telegrama de condolencias al presidente de Filipinas, Benigno Aquino III.

Un sentimiento en el que el Pontífice abundó el domingo 10, tras el rezo del Angelus, cuando pidió a las decenas de miles de fieles presentes en San Pedro que guardaran unos minutos de silencio y rezaran un Ave María en memoria de las víctimas.

Asimismo, aseguró que espera que llegue a Filipinas ayuda “concreta” para los damnificados. Con el fin de dar ejemplo, él mismo ha hecho llegar un primer donativo de 150.000 dólares (112.000 euros) a través del Pontificio Consejo Cor Unum. Esta cantidad será repartida entre las iglesias locales, principalmente en los lugares más afectados por la tormenta más grande y dañina en todo el mundo en lo que va de año.

Donativos para Filipinas

  • Cáritas: Teléfono: 902 33 99 99 | Cuenta especial Banco Santander: 0049-1892-60-2510578960
  • Ayuda a la Iglesia Necesitada: Teléfono: 91 725 92 12 | Cuenta especial Banco Popular: 0075-0080-17-0601667548
  • Manos Unidas: Cuenta especial Banco Santander: 0049-1892-63-2210525246
  • Entreculturas: Cuenta especial CaixaBank: 2100-1563-31-0200098921

En el nº 2.871 de Vida Nueva.

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