Buscando al nuevo secretario de la CEE: el perfil es ser puente

salón de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española en Madrid, calle Añastro

sala de las asambleas plenarias de la CEE vacía

Buscando al nuevo secretario de la CEE: el perfil es ser puente [extracto]

FRAN OTERO | La Asamblea Plenaria tendrá que elegir entre el 19 y el 20 de noviembre un nuevo secretario general tras los diez años de Martínez Camino. Esta elección puede orientar la renovación del resto de los cargos en marzo del próximo año

Madrid acogerá del 18 al 22 de noviembre la 102ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), que tendrá como trabajo más relevante la elección de un nuevo secretario general y portavoz, una vez que Juan Antonio Martínez Camino, también obispo auxiliar de Madrid, abandona el cargo al haber cumplido dos mandatos, o lo que es lo mismo, un total de 10 años.

Años durante los que se han sucedido numerosos documentos, polémicas, dos grandes beatificaciones y algún que otro viaje papal. Unos harán un balance positivo; otros, negativo. Martínez Camino se va satisfecho, tal y como puso de manifiesto en su última rueda de prensa en la sede de la CEE, en la madrileña calle Añastro: “Me voy contento porque he podido servir a los obispos y a la Conferencia Episcopal, que es un organismo colegiado de servicio a la Iglesia que peregrina en España… Ha sido una gracia, una suerte inmerecida para mí”.

Pero no se trata ahora de abordar el pasado –aunque no hay que perderlo de vista–, sino de mirar al futuro, de sentar las bases de lo que un candidato a secretario general de una Conferencia Episcopal debe tener y, en concreto, en el contexto particular de España.

Juan Rubio Fernández, director de Vida Nueva, avanzaba, en una de sus crónicas en estas mismas páginas, un perfil de secretario: “Un buen secretario sería aquel que, con capacidad de diálogo, empatía y cercanía, supiese granjearse la confianza de todos. (…) Hábil y comunicador, el secretario debe limar aristas con medios de comunicación e instituciones públicas y no poner en su boca lo que los obispos no han dicho y ni tan siquiera han sugerido (…). Un secretario, al fin y al cabo, es un carrefour o un crossroad, que reparte trabajo y mantiene el ritmo de lo que se le ha pedido”.cartel en la sala de la Conferencia Episcopal Española

Pero veamos lo que dicen los Estatutos de la CEE sobre esta figura tan importante, que no tiene que ser ocupada obligatoriamente por un obispo o sacerdote. En primer lugar, recuerdan que es “un instrumento al servicio de la Conferencia para su información, para la adecuada ejecución de sus decisiones y para la coordinación de las actividades de todos los organismos de la Conferencia”.

Además, dejan claro que se trata de una labor que no tiene por qué hacerla en solitario, pues puede ser ayudado por uno o más vicesecretarios, nombrados por la Comisión Permanente a propuesta del secretario, a excepción del vicesecretario de Asuntos Económicos.

Ocho tareas fundamentales

Tal y como se puede leer en el artículo 44, el secretario general tiene que dar respuesta a ocho tareas fundamentales.

  • 1. Proponer a la Comisión Permanente la creación de los organismo técnicos que fueren convenientes para la buena marcha de la Secretaría, y dirigir los ya creados.
  • 2. Ser enlace entre los distintos órganos de la Conferencia y entre estos y los obispos, para lo cual el secretario cuidará de enviar oportunamente a todos los miembros de la Conferencia información completa sobre las tareas de la Comisión Permanente, del Comité Ejecutivo y de cada una de las comisiones episcopales.
  • 3. Recoger y transmitir información a todos los obispos sobre los problemas de interés general para la Iglesia en España.
  • 4. Levantar acta de las reuniones en las que actúa como secretario, cuidar el archivo y expedir certificaciones.
  • 5. Moderar, en nombre de la Conferencia, todos los secretariados y organismos técnicos dependientes de la misma, tanto en orden a la racionalización de sus trabajos como a la debida ordenación de sus presupuestos particulares.
  • 6. Celebrar reuniones frecuentes con los directores de los secretariados de las comisiones episcopales, consejos y juntas.
  • 7. Mantener contacto con las secretarías generales de otras conferencias episcopales y cuidar las relaciones de la Conferencia Episcopal con cada una de las provincias y regiones eclesiásticas, para la mejor coordinación de los servicios y la unidad de orientación de los diversos órganos del Episcopado.
  • 8. Informar a la opinión pública de las actividades y resoluciones de la Asamblea Plenaria y de la Comisión Permanente, así como de cualquier otro asunto relativo a la Conferencia Episcopal, de acuerdo con el presidente.

En línea con estas funciones y con la experiencia de haber trabajado en la CEE como vicesecretario de comunicación cuando ocupaba la secretaría general el hoy arzobispo emérito Fernando Sebastián, Joaquín Luis Ortega apunta algunos de los errores que, en su opinión, no se debe repetir.

Antes de nada, lamenta que se haya apartado a María Encarnación González Rodríguez de la Oficina para las Causas de los Santos –llevaba 13 años en el cargo–, en lo que, dice, es “un muy mal paso” en el camino de la renovación de secretario y de presidente del Episcopado este mes y el próximo marzo respectivamente. “Es un mal signo”, apostilla.

En declaraciones a Vida Nueva, apunta que antes de la elección tiene que haber espacio para la reflexión sobre lo que la CEE significa en la Iglesia y en España. “Tienen que ser unas jornadas de mucha sensatez y de profundidad. El preámbulo de la destitución de una persona como Encarnación, que ha hecho una labor inmensa, me parece que no es empezar con la puerta abierta. Es evidente que para acertar en los cambios hay que pensar en la Iglesia de hoy, en los problemas de la España de hoy. Hay que mirar al futuro, pero creo que esta vez, más que nada, hay que mirar al pasado”.

“No debe absorberlo todo, porque probablemente
no es competente en todo ni puede llegar a todo.
Por eso es bueno tener vicesecretarios.
El secretario es la referencia de toda la organización,
pero no debe ser el factor universal”.

Joaquí Luis Ortega.

Así, Ortega, sacerdote y periodista con una amplia y reconocida trayectoria, señala, de cara al futuro, que “no deben ser nunca presidente y secretario de la Conferencia Episcopal el obispo de una diócesis y su auxiliar”. “Suena a monopolio. Ha sido una torpeza en estos últimos años”, añade.

En segundo lugar, declara que el secretario general que sea elegido “no debe absorberlo todo, porque probablemente no es competente en todo ni puede llegar a todo”. “Por eso es bueno tener vicesecretarios. El secretario es la referencia de toda la organización, pero no debe ser el factor universal. Tiene que ejercer de puente, no puede serlo todo. Si vuelve a ocurrir, será otra torpeza”, afirma.

Finalmente, apunta la necesidad de revisar la relación entre la CEE y los medios de comunicación y recuerda el modelo que le toco vivir a él mismo como vicesecretario de Medios de Comunicación, figura que propone recuperar y para la que apuesta por un periodista, hombre o mujer de la comunicación.

“Aunque parezca que mirar al pasado es malo, a veces es mejor. Aquella fórmula era buena, pues había un vicesecretario dedicado al servicio de los medios y no solo para dar información sobre una reunión de la CEE. Estaba para todos los temas y promovía una comunicación más amplia y profunda, siempre en conexión con el secretario”, concluye.

Otro de los que ha hablado sobre el perfil de secretario general que necesita la Iglesia en España hoy –son muchos los que han rehusado manifestarse al respecto– ha sido el presidente de Juventud Obrera Cristiana (JOC), Ernesto Morales, que apunta algunas claves: “Pensamos que, como todo cristiano, ha de tener un perfil evangélico. Antes, y a la vez que todas las capacidades técnicas que la responsabilidad requiere, creemos que ha de ser una persona con calidad humana, que se crea y viva el Evangelio de Jesús. Por eso, más que un buen profesional, nos gustaría un hombre o mujer con sensibilidad evangélica y con sensibilidad con la realidad de los hombres y mujeres de hoy, a su vida, sus problemas, su cultura y abierto a la realidad de la juventud actual. Estas sensibilidades van de la mano.Este perfil no puede ser únicamente del secretario, sino de toda la Conferencia Episcopal. De todo cristiano”.

Del mismo modo, Morales cree que el nuevo secretario debería seguir el estilo de Francisco. “El Papa no está haciendo otra cosa que recordarnos que el centro de todo es Jesús y su Evangelio. Que en la Iglesia haya provocado tanta sorpresa puede ser indicio de que andábamos perdidos por otros caminos, y que en la sociedad atraiga valoraciones positivas indica lo actual y lo buena noticia que es el evangelio para el mundo de hoy. Los cristianos, en general, estamos cansados de malas caras, reprimendas, exclusiones, condenas y juicios. Ése no es el rostro de Jesús y no puede ser el rostro de su Iglesia”, añade.sala de las asambleas plenarias de la CEE vacía

¿Qué dice el Papa?

Una de las tareas fundamentales del secretario, tal y como se recoge en los estatutos, es la de servir de enlace, elemento de unión entre distintas comisiones, realidades y trabajos. En este sentido, el papa Francisco dijo en Río de Janeiro a los obispos brasileños que es la Conferencia Episcopal –en el trabajo diario está el secretario– la que tiene que hacer crecer la colegialidad y la solidaridad, “porque será una verdadera riqueza para todos”.

“La comunión –subrayó entonces– es un lienzo que se debe tejer con paciencia y perseverancia, que va gradualmente juntando los puntos para lograr una textura cada vez más amplia y espesa. Una manta con pocas hebras de lana no calienta”.

También el Papa, en ese mismo discurso, ofreció algunas claves de lo que debe ser un obispo y que se pueden aplicar a cualquier persona que ostente un cargo relevante en la Iglesia, que no son otras que la mansedumbre, la paciencia, la misericordia, la pobreza interior y exterior, la simplicidad y la austeridad.

Será en la tarde del martes 19 de noviembre cuando la Comisión Permanente se reúna y proponga a la Plenaria los candidatos que estime oportunos y entre los que tendrá que incluir a aquellos que estén avalados por al menos diez obispos.

Entre ellos, y al día siguiente, el 20 de noviembre, la Plenaria elegirá al que será secretario general de la CEE para el periodo 2013-2018. Queda en el aire que el secretario general no ejerza de portavoz y haya que elegir otra persona, un vicesecretario que se ocupe de ello.

La figura del secretario general en otros países

  • Colombia, por Óscar Elizalde

En el organigrama de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), la Secretaría General se encuentra subordinada a la Asamblea Plenaria, a la Presidencia y a las Comisiones Episcopales (que animan los centros pastorales). En la práctica, el secretario general es un obispo que presta su servicio a estas tres instancias y sirve de enlace y coordinador de la colegialidad de los departamentos que constituyen el Secretariado Permanente de la CEC.

Si bien es cierto que el talante personal de los obispos que sucesivamente han ocupado la Secretaría General le ha dado rostro y acento propio, los pronunciamientos, las decisiones y las iniciativas que lleva adelante el actual secretario general (José Daniel Falla) pasan por el acuerdo, el consenso e incluso las directrices del presidente de la CEC (el cardenal Rubén Salazar) y de los obispos de la Presidencia.

En este sentido, es ciertamente menor el protagonismo que ante la opinión pública tiene el secretario general, con relación a la voz y la presencia del presidente, quien normalmente firma los comunicados y los pronunciamientos públicos de la CEC.

En cuanto a temas administrativos, si bien es cierto que el secretario general participa de las distintas comisiones de la CEC, no por ello acapara todos los espacios de animación. Por ejemplo, la casa de encuentros de la CEC es administrada por una laica.

Asimismo, hay temas sobre los que el secretario general no se pronuncia si no hay un consenso previo con los obispos de la Presidencia o, por lo menos, con el presidente de la CEC. Esta actitud ha sido ciertamente plausible ante temas tan complejos como el actual proceso de diálogo de paz para la finalización del conflicto armado en Colombia.

  • México, por Felipe Monroy

En la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el secretario general es una figura complejísima. Forma parte del Consejo de Presidencia que está integrado por el presidente, vicepresidente, dos vocales y el secretario, todos obispos; también forma parte del Consejo Permanente (formado por representantes de las provincias eclesiásticas) y de las comisiones episcopales (comisiones y dimensiones administrativas y pastorales).

Al mismo tiempo, es el portavoz del episcopado y administrador de la casa ejecutiva, así como de las sedes de trabajo de la CEM.

Quizá por todas estas razones, por estatuto se especifica que el secretario general de la CEM debe ser obispo (auxiliar, preferentemente), su cargo está sujeto al trienio de cada presidencia de la CEM y tiene una posibilidad de reelección por tres años más (seis años máximo), aunque puede ser menor.

Bajo su responsabilidad directa, se encuentran los enlaces con el Gobierno Federal (ad extra), los enlaces con organismos e instituciones eclesiales (ad intra), la tesorería de los organismos descritos arriba y los medios de comunicación.

  • Argentina, por José Ignacio López

En Argentina, el secretario general, en este momento Enrique Eguía, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario de Belgrano, integra la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) con el presidente y los dos vicepresidentes.

Las autoridades de la Conferencia son elegidas por un periodo de tres años y con una sola posibilidad de reelección. Desde la presidencia del entonces cardenal Bergoglio, hoy papa Francisco, el presbítero Jorge Oesterheld es el portavoz de la Conferencia. Trabajó estrechamente con el cardenal y con el secretario general.

Oesterheld, sacerdote de la Diócesis de Morón y sociólogo, había sido secretario de la Comisión de Comunicación Social del Episcopado presidida por el obispo de San Isidro, Jorge Casaretto. Al finalizar la gestión de Bergoglio, el actual presidente, monseñor Arancedo, le solicitó que continuara en su función de portavoz.

Habitualmente, los secretarios generales son obispos auxiliares en virtud de la dedicación que les exige el cargo.

  • Chile, por Roberto Urbina

En Chile, el obispo secretario general es elegido por sus pares por un período de cuatro años, a diferencia del resto de los cargos episcopales, que tienen una duración de tres años.

En la última Asamblea Plenaria se celebraron elecciones para todos los cargos excepto el de secretario general. Fueron reelegidos el presidente (Ezzati) y el vicepresidente (Goic); además, para el Comité Permanente fueron elegidos Cristián Caro, arzobispo de Puerto Montt, y Fernando Chomalí, arzobispo de Concepción. El Comité Permanente está integrado por cinco obispos, siendo el quinto el secretario general.

Usualmente, la vocería oficial la tiene el obispo presidente o el secretario general. Sin embargo, hay también un laico que ocupa el cargo de director del Área de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal y que hace también de vocero del Episcopado. Actualmente, es Jaime Coiro, que tiene dedicación completa y mantiene contacto con los medios de comunicación y atiende sus consultas.

En el nº 2.871 de Vida Nueva.

 

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