Cristo evangelizador. El misterio

crucifijo de madera en un barrio marginal pobre

El reto de la nueva evangelización solo puede afrontarse volviendo la mirada al primer enviado

crucifijo de madera en un barrio marginal pobre

JORGE ZAZO RODRÍGUEZ, director del Instituto de Ciencias Religiosas de Ávila | La nueva evangelización se ha convertido en el gran desafío que tiene ante sí la Iglesia del siglo XXI. Sin embargo, para afrontarlo con garantías, es preciso volver nuestra mirada a Cristo como primer evangelizador. Porque la acción propia del Mesías es evangelizar; no por lo que dice o hace –que también–, sino por lo que es.

Ante el reto de la nueva evangelización, nuestra primera mirada debe dirigirse a Cristo. Él comienza su misión aplicando sobre sí la profecía de Isaías 61, 1: es el verdadero profeta enviado a evangelizar a los pobres (cf. Lc 4, 18). Evangelizar es la acción propia del Mesías, a la que hemos sido incorporados los bautizados por nuestra unión con Él por el Bautismo. Jesús mismo la explicita cuando nos manda hacer discípulos de todos los pueblos (cf. Mt 28, 19).

El principio y fundamento de la evangelización es la participación en el misterio del Resucitado. Si vivimos en Él, la fascinación y el amor por su persona se contagiarán en cada una de nuestras palabras y acciones. Si este aspecto falla, podremos tener discursos muy bonitos, hacer cosas muy importantes, llevar acompañamientos que ayuden a madurar a nuestra gente; pero nos faltará lo esencial.

“Dios-con-nosotros”

El evangelio según san Mateo se abre recordando la profecía de Isaías 7, 14: “Mirad, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa ‘Dios-con-nosotros’ (Mt 1, 23). El mismo evangelio se cierra con la promesa del Resucitado: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 21). Es como si todo el texto fuera un gran quiasmo, figura literaria en la cual se subraya el mensaje principal repitiéndolo al inicio y al final de la frase o, en este caso, de la narración.

Así, san Mateo vendría a decir: lo decisivo del misterio de Jesús es que, en Él, y de una forma inaudita, Dios se hace nuestro compañero. Una de las claves de la religión de Israel era la conciencia de que Dios estaba con él. Su presencia se había hecho notar en las gestas que realizó por el pueblo elegido, especialmente al liberarlo de la esclavitud de Egipto y conducirlo a la Tierra prometida. Su gloria se había quedado en el Santuario.

Elevado sobre la tierra, atraerá a todos hacia sí

La cruz no solo es una parte esencial del misterio de Cristo. También tiene repercusiones evangelizadoras: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32). Es una atracción salvífica: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Jn 3, 14-15).

Y es una atracción reveladora: “Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que ‘Yo soy’, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado” (Jn 8, 28).

Estas afirmaciones del evangelio según san Juan no tienen paralelo en los sinópticos; pero subsiste la misma idea de fondo en la confesión del centurión que custodiaba la cruz: “Verdaderamente este era Hijo de Dios” (Mt 27, 54b; Mc 17, 39).

En definitiva, el misterio de la cruz es el principal y más eficaz gesto evangelizador del Señor. Permite que incluso los paganos y los pecadores reconozcan la verdadera identidad divina de Cristo.

¿Por qué es esto así? La clave la encontramos en el discurso de despedida. “Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). La cruz es evangelizadora porque es la máxima manifestación del amor de Dios por la humanidad. “A Dios nadie lo ha visto nunca… Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1 Jn 4, 12.16). El Dios al que conocemos es, ante todo, amor (cf. 1 Jn 4, 16).

Cristo evangelizador. La forma [extracto]

Cristo evangelizador (I). El misterio (PDF), Pliego íntegro solo para suscriptores

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En el nº 2.870 de Vida Nueva. Del 9 al 15 de noviembre de 2013

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