La 10ª Asamblea General del Consejo Mundial de Iglesias reza por la reunificación de Corea

cristianos en la 10 Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias 2013

“Necesitamos la justicia entre los pueblos y la paz sobre la tierra”

cristianos en la 10 Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias 2013

Representantes de cientos de confesiones se citaron en Busan

M. Á. MALAVIA | Como cada siete años, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha celebrado su Asamblea General. La presente edición, que ha supuesto la décima desde que esta institución se creara en 1948, ha tenido lugar, del 30 de octubre al 8 de noviembre, en Busan (Corea del Sur).

Sin duda, un enclave muy simbólico para ese testimonio de comunión que siempre ha caracterizado al CMI, a cuya condición de principal foro para el diálogo ecuménico –con sede en Ginebra, pertenecen a él hasta 349 Iglesias cristianas– se ha unido, en esta ocasión, su apuesta para el diálogo y la reconciliación entre las dos Coreas, al cumplirse este año el 60º aniversario de su separación.

De hecho, el sábado 2, los participantes en el encuentro se repartieron en varios grupos y se desplegaron en torno a la franja desmilitarizada (de cuatro kilómetros de extensión) que, desde que concluyera la guerra en 1953, separa la península coreana en dos países. Los representantes de las diferentes confesiones cristianas rezaron por un fin común: la reunificación de las dos Coreas.

Presente en el congreso, el primer ministro de Corea del Sur, Jung Hong-won, agradeció con énfasis este apoyo: “Necesitamos la justicia entre los pueblos y la paz sobre la tierra. Ustedes están tratando de marcar un camino para las Iglesias coreanas; yo espero que, en este encuentro, realmente puedan encontrar un camino que nos ayude a acercarnos a la justicia y la paz”.

A nivel espiritual, el lema del encuentro –Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz– ha marcado su carácter de abandono en Dios y de penitencia, como quedó de manifiesto en la proclama conjunta que dio inicio a la apertura de las jornadas. Una oración que se concretó según los males que afligen a cada continente, lamentando fenómenos como la “explotación de los pueblos indígenas”, el “abuso de mujeres y niños”, la “corrupción” o el “colonialismo”. Situaciones que, en muchos casos, se han dado “con la complicidad” de las respectivas Iglesias.

Por todo ello, los miembros del CMI no han dudado en dirigirse a Dios desde una profunda autocrítica: “Sabiendo lo mucho que nos has dado, pedimos perdón por haber permitido que tantas cosas vayan mal”.

Saludo del papa Francisco

Aunque la Iglesia católica no es miembro oficial del CMI, sí participa en los debates teológicos de la Comisión de Fe, sobre todo dentro del denominado Grupo Mixto de Trabajo. Por ello, hasta Busan se desplazó, en calidad de observadora, una delegación católica, encabezada por el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kurt Koch.

El papa Francisco ha animado esta presencia a través de una carta remitida al purpurado. En su misiva, el Pontífice ha mostrado su esperanza por que esta cita “contribuya a dar un nuevo impulso de vitalidad y de perspectiva” y que “ayude a consolidar el compromiso de todos los seguidores de Cristo en la intensificación de la oración y la colaboración al servicio del Evangelio y el bien integral de nuestra familia humana”.

“El mundo globalizado en el que vivimos –prosigue el Papa– nos exige un testimonio común de la dignidad que Dios ha dado a todos los seres humanos y la efectiva promoción de las condiciones culturales, sociales y jurídicas que permiten a los individuos y a las comunidades crecer en libertad”.

A continuación, Bergoglio concreta los fines esenciales que anhela que unan a todos los cristianos: “Que se apoye la misión de la familia como un pilar fundamental de la sociedad, que se asegure una educación integral para los jóvenes y se garantice a todos el libre ejercicio de la libertad religiosa. Fieles al Evangelio, y en respuesta a las urgentes necesidades actuales, estamos llamados a llegar a aquellos que se encuentran en las periferias existenciales de nuestras sociedades y a mostrar una particular solidaridad con nuestros hermanos y hermanas más vulnerables: los pobres, los discapacitados, los no nacidos, los enfermos, los inmigrantes y los refugiados, las personas mayores y los jóvenes que carecen de empleo”.

Al igual que se hace en cada asamblea extraordinaria, el CMI ha renovado de cara a los próximos siete años a sus principales cargos directivos, empezando por sus ocho presidentes regionales.

En el nº 2.870 de Vida Nueva

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